Ciclismo
Pogacar, primero, Vingegaard, segundo, la locura del Dauphiné
El ciclista danés atacó en una cota a cinco kilómetros de meta con la respuesta del campeón del mundo, de Van der Poel y de Evenepoel. En el esprint final se impuso el fenómeno esloveno.

Pogacar se impone en la primera etapa del Dauphiné. / LE TOUR


Sergi López-Egea
Sergi López-EgeaPeriodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. He seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Es una locura, tanto como intentar no ponerse nervioso contando los días que faltan para que comience el Tour (5 de julio, en Lille). Si cada etapa de perfil más o menos llano del inicio de la ronda francesa, similares en cuanto al diseño a la jornada inaugural del Dauphiné, se decide igual y se repite lo de este domingo en el estreno del Critérium de ocho días, será un Tour para enmarcar.
Porque no podía empezar el Critérium del Dauphiné de manera más sensacional. Nadie podía imaginar que el primer líder de la carrera sería Tadej Pogacar, que el segundo puesto de la general recaería en Jonas Vingegaard, que Mathieu van der Poel sería el tercero y Remco Evenepoel, el quinto. ¡Quién da más!
El entusiasmo
Cabía pensar que en la primera etapa, donde, eso sí, había una colección de cotas no aptas para velocistas, alguno de los esprinters, como el italiano Jonathan Milan, lograría inscribir el nombre como vencedor en una llegada masiva. Pues iba a ser que no, porque los mosqueteros del ciclismo, los que corren en otra liga y a otro nivel, los que entusiasman, los que levantan al público de las sillas y los que impiden cualquier intento de siesta se iban a revelar en una pequeña cota enclavada a cinco kilómetros de la meta de Montluçon. Se denominaba la cota del Buffon. Más que bufones fueron príncipes de la bici los que la liaron en la ascensión.
Atacó Vingegaard. Por supuesto, Pogacar no se dejó sorprender y se enganchó a la rueda de la bici del danés. Con ellos demarró también Van der Poel para dejar claro que había superado la fractura en un brazo que se hizo el mes pasado cuando competía en bicicleta de montaña. El colombiano Santiago Buitrago tuvo el honor de irse con ellos. A Remco Evenepoel la furia de Vingegaard le pilló algo descolocado pero unos metros más tarde también cogió el tíquet y se unió a la fiesta.
Nunca tuvieron más allá de cinco segundos de diferencia, pero ya fue un lujo ver a los ases del Tour en acción. Casi los pillan, casi, porque no hubo segundos de diferencia en la meta, más allá de las bonificaciones. Pogacar tuvo tiempo de levantar los brazos por delante de Vingegaard. Primero y segundo, ver para creer.
¿Soltará Pogacar el jersey amarillo calcado al del Tour? Este lunes hay una etapa similar y ya se sabe que al fenómeno esloveno le gusta fijarse retos más allá del de ganar el Dauphiné el último día y con un ataque final, por lo que verlo de líder de principio a fin sería una temeridad por el desgaste… para cualquier que no se apellide Pogacar. ¿Y Vingegaard? Pues está con ganas de guerra como Evenepoel. Este Dauphiné promete ofrecer una semana muy entretenida.