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Elhousine Elazzaoui, de nómada del desierto a la élite del 'trail'
El corredor de la marca NNormal de Kilian Jornet, nómada y bereber del sur de Marruecos, ha ganado la prestigiosa Zegama-Aizkorri 2025

Elhousine Elazzoui llegando primero a meta en la Zegama-Aizkorri de 2025 / Javier Etxezarreta / EFE


Jordi Grífol
Jordi GrífolRedactor
Periodista en El Periódico de Catalunya.
De pequeño, Elhousine Elazzaoui (Marruecos, 1992) no se cansaba de correr persiguiendo a sus camellos en el desierto de Zagora, en el sur de Marruecos. Kilómetros y kilómetros entre las dunas, maravillado con los paisajes que descubría detrás de cada una de ellas. Hijo de una familia nómada y bereber, Elazzaoui ha pasado de dominar el desierto a la élite de las carreras de montaña, ganador de la prestigiosa Zegama-Aizkorri y bendecido por Kilian Jornet, que lo fichó para su marca deportiva NNormal.
“Esta vida dura y difícil me ha dado mucha confianza y me ha hecho fuerte”, resuelve el menudo atleta marroquí (1,66 m y 59 kg), orgulloso de ser bereber, libre entre naturaleza, camellos, tiendas de campaña y la inmensidad del desierto. Nada de televisión ni teléfonos móviles, los camellos y las piernas como transporte.
Fue en 2018, trabajando como guía turístico, cuando conoció a una chica suiza que le convenció para que probara las carreras de montaña en su país. Pese a los problemas con el visado y correr con unas zapatillas de asfalto, un segundo puesto en su primera carrera de montaña le cambió la vida. Pasó a ser corredor profesional y a establecerse en Suiza desde entonces.
La Zegama, un sueño cumplido
Este año, tras dos segundos puestos consecutivos, se fijó como gran objetivo ganar la Zegama-Aizkorri, seguramente el maratón de montaña más prestigioso del mundo. 42,195 kilómetros y unos 2.700m de desnivel positivo repletos de aficionados jaleando del primer al último corredor, como si del Tourmalet se tratara.
Con la ausencia de su amigo Kilian Jornet, gran dominador de la carrera, el marroquí era el gran favorito, y no falló. Gestionó la carrera con inteligencia cuando Andreu Blanes salió lanzado en cabeza - “el maratón empieza en el kilómetro 30”, subraya -, empezó a recortar en el Aizkorri y, ya en la subida al Andraitz, lanzó el poderoso y definitivo ataque para lograr el triunfo, “un sueño hecho realidad” logrado en 3h 43m 28s, el cuarto mejor tiempo de la historia de la carrera.

Elhoussine Elazzaoui en el desierto con sus camellos / Cedida / NNormal
Elazzaoui ya venía de un gran 2024, vencedor de las Golden Trail Series, el circuito que reúne las mejores carreras y los mejores corredores de 'trail'. Lo logró tras cinco años en este campeonato de ocho pruebas y victorias importantes como el maratón de Montblanc o la Dolomyths Run en 2023. Aunque reconoce que son muchos los que le insisten, todavía no ha llegado el momento de pasar a la ultradistancia.
"Elhousine es capaz de mantener ritmos muy altos durante mucho tiempo en el llano. Pero también está hecho para las subidas con su fuerza y tiene un pie increíble para los descensos", decía Kilian Jornet del corredor bereber en L'Équipe antes de la Zegama.
Precisamente en la carrera vasca de 2023, Elazzaoui se acercó a Kilian para preguntarle por sus zapatillas NNormal, que le habían llamado la atención. El catalán le regaló un par y allí empezó a forjarse una relación de amistad que acabó con el fichaje del marroquí para el equipo NNormal. "Kilian es una gran persona, tiene un gran corazón y le admiro mucho no solo por su rendimiento sino por su mentalidad y su respeto por el planeta y la naturaleza", expresa Elazzaoui.
"El dinero es solo material"
Pese a estar establecido en Suiza, montañas y altitud ideales para entrenar en Tesino, cada invierno regresa a su tierra para estar con su familia y echar una mano en el negocio familiar, dedicados al turismo con sus camellos. "Me gusta volver a la vida simple y original, visitar a mi familia y el sitio en el que nací. Correr todo el año como hacen otros atletas es demasiado para mí, necesito estar con mis padres", comenta. Tampoco cree en planes de entrenamiento extremadamente estrictos pese a tener entrenador, pues prefiere escuchar a su cuerpo.
Con 14 años, Elhousine se enteró en el mercado de Zagora de que se organizaba una carrera de 5 kilómetros. Nada equipado y con unas zapatillas no demasiado buenas, aunque acostumbrado a correr unos 10 kilómetros para ir al colegio, ganó esa carrera. Fue el inicio de un modo de vida que, a sus 33 años, le permite viajar por todo el mundo y vivir del 'trail'. "El dinero es solo material, yo corro con el corazón", asegura. Habla del amor por sus raíces, la montaña y de vivir la vida y perseguir los sueños sin obsesionarse por lo material.
Sueña con seguir ganando, pero también con organizar carreras para los niños de su desierto; quién sabe si alguno de ellos acaba por seguir sus pasos en un entorno con pocos recursos y oportunidades. "Un bereber quiere ser libre, vivir siempre en la montaña, viajar por el desierto y vivir la vida", concluye.
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