EL ANÁLISIS

Las claves de la final de la Champions: sólo Mariona sigue ganando

Mariona Caldentey cambió de club y sumó su cuarta Champions seguida; Ewa Pajor también cambió de club y volvió a salir derrotada en su quinta final europea

Mariona Caldentey consuela a Aitana Bonmati al final del partido.

Mariona Caldentey consuela a Aitana Bonmati al final del partido. / Armando Franca / AP

Joan Domènech

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Barcelona
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El césped del José Alvalade quedó anegado de lágrimas. La frustración hundió al Barça. Después de tres triunfos consecutivos ante rivales que parecían imbatibles (el Lyon y Wolfsburgo), el cuadro azulgrana sucumbió frente a un Arsenal cuya gloria se remontaba a 2007. Hasta Joan Laporta, el presidente, sucumbió al emocionado desconsuelo de las futbolistas, cuyo sentimiento revelaban que no esperaban este revés. "Estamos hechas polvo", confesó Alexia Putellas. "Aún no me lo creo", balbuceaba Aitana Bonmatí.

Mariona Caldentey frente a Irene Paredes, su vieja compañera, durante la final de la Champions de Lisboa.

Mariona Caldentey frente a Irene Paredes, su vieja compañera, durante la final de la Champions de Lisboa. / Valentí Enrich / SPO

El cambio de Mariona

Mariona Caldentey cambió el Barça por el Arsenal el pasado verano y no se equivocó. No ha dejado de celebrar títulos. Se marchó para explorar nuevas experiencias personales y retos deportivos más difíciles de los que vivía vestida de azulgrana, integrante como era de una máquina de ganar. Es ella la que no para de ganar. La cuarta Champions consecutiva conquistó el Lisboa a costa de sus compañeras, a las que acudió a consolar.

La cuarta Champions de la mallorquina Mariona significó la quinta final perdida de Ewa Pajor. La delantera polaca también cambió de club el pasado verano, obsesionada por conocer la euforia de sentirse campeona de Europa. No paraba de acumular frustraciones con el Wolfsburgo. Primero frente al Lyon, tres veces; el año pasado ante el Barça, esta vez ante el Arsenal. Quiso vestir de azulgrana, y llegó a otra final. Y volvió a perderla.

Ewa Pajor se lamenta mientras la austriaca Daphne van Domselaar, la portera del Arsenal, retiene el balón.

Ewa Pajor felicita a una compañera mientras la austriaca Daphne van Domselaar, la portera del Arsenal, retiene el balón. / PATRICIA DE MELO MOREIRA / AFP

Un Barça distinto

Ni Alexia ni Aitana encontraban explicación al desengaño que justo empezaban a digerir. En el campo vieron que habían extraviado algunas de sus señas de identidad. Tenían poca paciencia para mover al Arsenal con pases, como si se vieran impelidas a conseguir el trofeo, que creían suyo, lo más rápido posible. El Arsenal supo defenderse con orden, sin caer en la antología de las pérdidas de tiempo del Chelsea, por ejemplo, hasta que obtuvo la ventaja en el marcador mediante Stina Blackstenius. Una acción mal defendida, opinó Aitana, como igual de mal creadas fueron las acciones de ataque. Un tiro al larguero de Clàudia Pina fue la mejor ocasión.

Stina Blackstenius remata a portería en la acción del gol que dio el título al Arsenal.

Stina Blackstenius remata a portería en la acción del gol que dio el título al Arsenal. / PATRICIA DE MELO MOREIRA / AFP

Los cambios forzados

Cata Coll evitó dos goles antes de que Blackstenius la batiera con un tiro cruzado en una larga jugada tras un córner El Barça se veía obligado a acelerar el juego para remontar el marcador pero ya sólo tenía un cuarto de hora de tiempo.

La situación demandaba sustituciones en las posiciones de ataque, donde nadie encontraba soluciones. Pere Romeu, sin embargo, se vio obligado a hacer dos cambios en la defensa. Había relevado antes a Pina por Salma Paralluelo en el extremo izquierdo (m 62), pero luego retiró Mapi León (lesionada) y a Fridolina Rolfö, que ejerció de lateral izquierda, por Ingrid Engen y Esmee Brugts. Romeu no apeló a las jóvenes Vicky López y Sydney Schertenleib, las delanteras que le quedaban a su lado en el banquillo.

Irene Paredes introduce el balón en la portería de Cata Coll en un autogol que fue anulado.

Irene Paredes introduce el balón en la portería de Cata Coll en un autogol que fue anulado. / Valentí Enrich / SPO

El festejo de Irene

La primera celebración del partido fue la de Irene Paredes, y fue para expresar su alegría por el gol anulado al Arsenal, que se había marcado ella al tratar de interceptar erróneamente un centro. La central de 33 años, que había renovado su contrato esta semana hasta 2027, se echó las manos a la cabeza, desesperada, por creer que multiplicaba las dificultades de la final. La tecnología salvó al Barça y cambió el tono del partido. Ese golpe que no fue liberó al grupo, que incrementó su acoso. Irene cerró inmediatamente el paréntesis de ese lapsus. Volvió a ser el portento defensivo de siempre.

Kim Little centra un balón al área azulgrana.

Kim Little centra un balón al área azulgrana. / Valentí Enrich / SPO

La distancia no existe

Cuando el Barça debutó en la Champions, precisamente ante el Arsenal el 26 de septiembre de 2012, el club inglés ya había disputado 65 encuentros. El desenlace del duelo correspondió al distinto pedigrí futbolístico de los equipos femeninos: 0-3 en el Miniestadi y 4-0 lejos de Londres. En el reencuentro de Lisboa, la distancia no existió sobre el césped. Los dos clubs son centenarios, asiduos a la máxima competición europea y el Barça ha conquistado más títulos que las gunners, inmerso en un ciclo ganador que se interrumpió en Lisboa. Kim Little y Alexia Putellas eran las únicas que disputaron aquel encuentro. Se reencontraron treintañeras y capitanas.

"Esto nos servirá para volver más fuertes el año que viene", dijo Aitana, secadas las lágrimas, de nuevo con el ceño fruncido, seria: la cara de una deportista que no tolera perder.