Golpe Franco

No se culpe a nadie, por Juan Cruz Ruiz

El Villarreal frustra la fiesta completa del Barça

El Barça de Flick se va de Montjuïc celebrando su hegemonía en España

Lewandowski y Lamine celebrando el título de liga al finalizar el partido de liga entre el FC Barcelona y el Villarreal en el estadio Lluis Companys.

Lewandowski y Lamine celebrando el título de liga al finalizar el partido de liga entre el FC Barcelona y el Villarreal en el estadio Lluis Companys. / JORDI COTRINA / EPC

Juan Cruz Ruiz

Juan Cruz Ruiz

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El Barça ganó LaLiga y perdió el partido. En una tradición que parece ahora abierta por el azar del juego, el equipo que ha sido brillante e inesperado en un campeonato que parecía destinado al entierro, el Villarreal humilló al campeón y dejó que la gente soñara que también había ganado esta contienda. Porque al final le dieron el trofeo y hubo gritos por una alegría que también fue derrota.

No se culpe a nadie es uno de los títulos más misteriosos de todos los cuentos de Julio Cortázar. A lo largo de los últimos años, casi décadas, los aficionados, los directivos, los periodistas…, todos aquellos que lamentaban las sucesivas caídas en desgracia del equipo que fundó Joan Gamper tenían, en tiempos así, razón para lamentarse de las derrotas.

Nacido para ganar, los Barças sucesivos de nuestras vidas han hecho muchas veces lo contrario, perder. A veces perdía como un equipo ilustre, en el último instante, llorando la vergüenza de caer. Y otras veces ha sido goleador, y luego reo, y después otra vez, como con Cruyff o con Guardiola, el equipo cuyo regreso esperábamos siempre como si fueran, sucesivamente, nuestros hermanos o nuestros nietos ganando copas por esos mundos.

Mala suerte y desatino

Ahora estos futbolistas que le han dado al Barça un estímulo que parecía difícil de alcanzar son los nietos o los tatataranietos de Ramallets, y son los hijos del padre de Lamine o del padre de Pedri. Este último, además, tuvo un abuelo que era delegado en Tenerife de los intereses del Barça, un aficionado que le regaló a su hijo, y ahora a su nieto, la pasión de ganar con estos colores.

En el partido de anoche, cuando el Barça se aprestaba a esperar que el Athletic de Bilbao le dejara salir aun más goleador de San Mamés, la mala suerte y el desatino en que tantas veces cae ahora la defensa del Barcelona abrió el camino al trofeo que honra al equipo pero mantiene, sobre la portería, la duda que siempre habrá hasta que la parte de atrás de este equipo deje de ser el lugar inseguro de su historia.

No se culpe a nadie, no, pero arreglen para el año que viene (¿sin Fati?, me da tanta pena) esta cañería insegura que es la parte de atrás de la alegría.