Opinión | Apunte

Sergi Mas

Sergi Mas

Periodista

Lo que de verdad importa, por Sergi Mas

Manolo González y Hansi Flick dialogan en el RCDE Stadium de Cornellà.

Manolo González y Hansi Flick dialogan en el RCDE Stadium de Cornellà. / Efe

Lo que de verdad nos debe importar este jueves a los pericos es ganar el partido, celebrar la victoria y regalarle una butifarra a la segunda división. Y aquí acabaría el artículo. Pero me comprometí con Albert Guasch y Paco Cabezas a escribir regularmente 2.000 caracteres. Gracias de nuevo, amigos y colegas, por la oportunidad y por dar visibilidad al RCD Espanyol en un diario generalista.

Hace semanas decidí no ir al estadio a ver el Espanyol-Madrid porque me temía la goleada. Llámenme cagón, falto de fe o poco comprometido. En la previa todos aplaudíamos un empate con las orejas y sin embargo ganamos al mejor Real Madrid de la temporada cuando nadie lo esperaba, el del mes de febrero.

Ahora vienen los culés a celebrar la Liga en nuestro templo y si pueden a meternos siete. Normal. Ni es una profanación, ni es una humillación, ni es una falta de respeto: se llama rivalidad y transparenta una realidad tan inequívoca como que, aunque digan que somos insignificantes, nos tienen mucho en cuenta. Sus burlas y menosprecios públicos son constantes porque es fácil hacer leña del pobre, aunque dice mucho de los valores de quién lo ejerce.

Nos querrán ganar en casa, de la misma manera que a nosotros nos satisface recordarles el 'Tamudazo', o el 'Delapeñazo'. Insisto: se llama rivalidad, demostrada también por su parte, cuando hace dos años Araujo nos mostraba con sus dedos el camino a Segunda, o los impresentables de Jordi Alba y Ferran Torres se mofaban de la calidad futbolística de Óscar Gil desde el banquillo. Feo. Muy feo. 

Tratándose de un partido declarado de alto riesgo, tan solo espero 'seny' por parte de todos: por la nuestra, sepamos que nos queda un partido en casa (Las Palmas) y sería contraproducente jugarlo a puerta cerrada por el hecho de que hoy tres botarates lancen cuatro mecheros.

Si ganamos, lo celebraremos a lo grande en el santuario. Y si perdemos, en el minuto 85 nos vamos todos para casa, se queda el estadio vacío y se funden los plomos.