Andá p'allá, bobo

Señoras y señores, culés todos, ante ustedes la horrible herencia del pasado

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Como soy muy malo, la noche de Milán me hizo pensar en la horrible herencia del pasado. Me hizo pensar en amigos, sí, en amigos, ni pienso renegar ni pienso ocultarme, que trabajaron duro, muy duro y, por lo visto, de forma extraordinaria, para que el FC Barcelona tuviese las mejores promesas, futbolistas, proyectos de campeones del fútbol español, continental y mundial. Muchos de ellos, demasiados, despedidos por Joan Laporta y los suyos.

Puede que me olvide alguno, bueno, seguro: Fort, Pau Víctor, Gerard Martín, Gavi, Fermín, Lamine Yamal, Pedri, Cubarsí, Olmo, Casadó, Bernal… Ese es el valor de este Barça, esa es su seña de identidad, esos son los mimbres con los que Ronald Koeman, Xavi Hernández y, muy especialmente, Hansi Flick empezaron a construir un equipo, una plantilla, un grupo, un vestuario que ha despertado ¡¡¡perdiendo!!! la admiración del mundo entero.

Lo que está haciendo este Barça, en la primera temporada, en los primeros meses, de Flick (y eso también es de admirar, el tiempo récord en que ha construido este sueño) es, sin duda, la mayor gesta del fútbol europeo de este año. No creo, ni siquiera, que los dos finalistas de la Copa de Europa, por grandes que sean, que son, despierten tantísima admiración como el juego que despliega este Barça, su vigor, su vértigo, su deseo de ofrecer y dar espectáculo, de enganchar a la gente a la que le encanta el fútbol.

Barcelona's Lamine Yamal , Barcelona’s head coach Hansi Flick during the Uefa Champions League soccer match between Inter and Barcelona at San Siro Stadium in Milan , North Italy - Tuesday May 06, 2025 . Sport - Soccer (Photo by Spada/LaPresse)

Lamine Yamal y Hansi Flick / Spada/LaPresse / LAP

En el primer tropiezo que sufrió Flick habló de algo que no ha vuelto a comentar, tal vez porque tampoco ha sufrido tantas derrotas como para sacar el tema otra vez: este es un equipo en construcción. Y yo añadiría más: es un equipo demasiado joven como para que, en su año de ensamblaje, conquiste el triplete (por poco, por poco, ya verán), entre otras cosas porque, siendo tan joven, le falta algo que solo se aprende con los meses, con los años, con derrotas como la de Milán: madurez, experiencia, saber manejar los partidos, enfriarlos, pararlos, congelarlos, meterlos en la nevera.

Uno se queda sin habla, perplejo, si piensa que cuando Raphinha metió al Barça en la final de Múnich ¡faltaban tres minutos para el final! Y un equipo grande, cualquiera, todos, no hubiese permitido algo así, el empate, ir a la prórroga. Como decía el gran maestro Luis Aragonés: “¿Tres minutos?, se acabó, ya no se juega”. Porque, piensen lo que piensen los ‘panenkitas', cerrar el partido a base de no jugar, de “se acabó el fútbol”, es una de las grandiosidades de los campeones, de todos.

El Barça es el único equipo que tiene, a estas alturas de temporada, tres candidatos al Balón de Oro como Raphinha, Pedri y Lamine Yamal, lo que habla de la categoría inmensa de su fútbol.

Aunque lo prohíba Flick, hay que hacerlo, luego ya nos lo agradecerá, pero esos tres, cinco, siete minutos ¡no se juega!, ni a fútbol ni a nada. El Barça mereció estar en la final y esa es una afirmación compartida por todo el mundo. Y, desde luego, el Barça no mereció un arbitraje como el de Marciniak, un colegiado que debió entrar en la nevera por los próximos dos años tras el escandaloso penalti de Julián Álvarez y, encima, no ocurrió eso sino que le dieron de premio una semifinal de la Champions. Lamentable, vergonzoso, doloroso. Tal vez Laporta debería acercarse más a Aleksander Ceferin, no molestarle tanto con la Superliga, antes que seguir siendo amigo de Florentino Pérez. Tal vez.

Si se trata de admirar al mundo, de provocar continuos 'ooooooh', este Barça se ha convertido en el mejor ejemplo a seguir. Es imperfecto, por descontado, pero, si quieren, nos ponemos a comparar la temporada, no solo en resultados también en fútbol, con referencia a Manchester City, Liverpool, Juventus, Milan, Bayern de Múnich, Leverkusen, Dortmund… Porque, miren, nadie, absolutamente nadie, tiene, en estos momentos, hasta tres candidatos al Balón de Oro como Raphinha, Pedri y Lamine Yamal. Nadie.

Barcelona's Brazilian forward #11 Raphinha celebrates scoring his team's third goal during the UEFA Champions League semi-final second leg football match between Inter Milan and FC Barcelona at the San Siro stadium in Milan on May 6, 2025. (Photo by Marco BERTORELLO / AFP)

Raphinha, uno de los candidatos culés al Balón de Oro. / MARCO BERTORELLO / AFP

Flick asumió, en sus primeros días en Barcelona, que esto es lo que había. Y, no solo eso, no, dijo que “adelante, con esto tiraremos y pelearemos por todo”. Ahora que ha colocado al Barça en la cima del fútbol mundial (por cierto, el equipo que mejor juega a fútbol no estará en el primer Mundialito de clubs ¡que se lo hagan mirar!), es posible que ni siquiera pueda retocar, mejorar, reforzar, ampliar el banquillo este verano. Son las cosas de Laporta, de las que ya hace semanas que no se habla.

Y es que, llegado este punto, el vestuario azulgrana debe pensar que le quedan cuatro finales de Champions: Real Madrid, Espanyol, Villarreal y Athletic. Partidos que huelen a título, encuentros que valen una Liga, rivales que no se llaman Inter, pero que tienen idéntica dificultad.

Todos se juegan mucho, todo, y cada uno de ellos, en su estilo, es muy difícil de vencer. Pero si alguien puede salir airoso, empezando por este domingo, de un calendario así, es el Barça que, el martes, dejó boquiabierta a toda Europa. Perdiendo.

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