Golpe franco

"Un pibito de diecisiete años"

El Barcelona explora los límites de la cordura y empata contra el Inter

Lamine Yamal se escapa de Dimarco y Acerbi durante el partido.

Lamine Yamal se escapa de Dimarco y Acerbi durante el partido. / Jordi Cotrina

Juan Cruz Ruiz

Juan Cruz Ruiz

Buenos Aires
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En el país de las exageraciones, y no sólo las del fútbol, los locutores que retransmitían para Argentina el Barça-Inter rompieron un tabú, y no una sino muchas veces. 

Sintieron que ya era hora de decir que este Barça que fue de Messi ya tenía a alguien que superaba al mejor desde Maradona. Se fueron hasta 2012 para recordar una jugada del gran pibe que heredó el cetro de Diego Armando para explicar la impresionante puntería inteligente del más joven de los azulgranas. 

Como el partido había empezado con un tremendo mazazo en la zona de esperanza del Barcelona, ese aviso resultó un lenitivo que en seguida generó una esperanza que parecía reclamar otro gol. 

Establecido el punto y aparte del encuentro, Lamine se hizo dueño de la alegría que fue el Barça desde que empezó a sonreír su entrenador y entonces ya no les cupo dudas a los que vieron, desde el alma argentina, que había nacido otra estrella que esta vez no tenía nombre argentino. 

En algún momento, el locutor asombrado por las cabriolas del pibe (ya acá se quedó pibe para lo que queda de la temporada, al menos) arrancó su índice de comparaciones con un titular que según él debería tener el partido: “Lamine y diez más”. 

La verdad es que el agua fría que inundó en el minuto 0.37 el regero de esperanza de los locales hacía presagiar (en otro tiempo las cosas eran así), un abrir de lágrimas. Pero el Barça de ahora, el que venció al Celta, el que cubrió de pesadumbre al Real Madrid, es otro equipo, que ha importado del corazón la energía que, hasta meses del año pasado, se había convertido en un modo antiguo de decir adiós antes de tiempo. 

El pibito de diecisiete años tomó el mando y mandó a parar, tras una sólita decena de minutos en que parecía que el Barça, como el personaje de Albert Camus en El extranjero, había tocado a la puerta de la desgracia.  

La segunda parte fue un regalo de los reyes magos, o del papa, al equipo italiano, pero el Barça no se dejó achantar, que es una palabra argentina. Yo pasé tan mal este tiempo que prefiero sentir que en otro tiempo, es decir, la semana que viene, todo será mejor, y en la segunda parte volverá Lamine a ser mejor que Messi y para siempre. 

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