El "irreverente" Barça de Flick vuela: ahora, la Champions

Es alemán, pero no se parece en nada a sus dos compatriotas que le precedieron en el banquillo del Barça. Técnicos de otro siglo como Hennes Weisweiler (1975-1976), enfrentado a Cruyff desde que llegó, o Udo Lattek (1981-83), enemistado con Maradona y sin poder armonizar la cohabitación con Schuster. Él es distinto.

Alemán que sale por vez primera de su país tras una experiencia gloriosa con el Bayern (seis títulos de seis) y frustrante con la selección, al ser después del pobre Mundial de Catar el primer técnico que despedían. Hansi Flick parece hasta mediterráneo en mucho de los gestos que proyectadespués de crear un revolucionario e "irreverente" Barça, esa definición pertenece al presidente Joan Laporta.

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 Cercano y cómplice con el jugador, al que ha dotado, y en apenas meses, rompiendo viejas teorías de complejas adaptaciones a escenarios nuevos, de una mentalidad competitiva suprema. Flick abraza sin parar a sus futbolistas a los que ha hecho volar de tal manera que se sienten poderosos e indestructibles. Es tan rígido en las normas -la puntualidad es sagrada- como dúctil en su sorprendente aterrizaje. Parece que lleva toda la vida en Barcelona, haciendo esfuerzos por integrarse en una nueva cultura, al tiempo que iba levantando los pilares de su obra.

"Una noche perfecta"

Llegó en el más completo sigilo, todo un acontecimiento para un club que explica todo antes incluso de que pase. No fue ni presentado oficialmente, aunque él ya sabía, y así se lo trasladó a Bojan y Deco en Londres en aquella reunión de mayo pasado, que había recursos en la plantilla. Nadie imaginaba, tal vez ni él mismo, que existieran tantos como para ganar dos títulos al Madrid, al que, además, le ha destronado en la jerarquía del fútbol español y le ha arrebatado incluso hasta la épica.

Ferran Torres firmó el 2-2 que abría la puerta de la prórroga a siete minutos del final. Y Koundé certificó la caída blanca en el minuto 116 despojándole así de toda la fuerza de su relato basado en las remontadas. Remontadas que no llegaron en la Champions con el Arsenal y remontadas que sí hizo el Barça ante el Madrid.

"Ha sido una noche sencillamente perfecta", se limitó a decir Flick tras conquistar la Copa del Rey en La Cartuja en lo que significó la primera gran fiesta colectiva del barcelonismo, que por no tener no tiene ni estadio propio. La obra del alemán, alejado del populismo y amparado siempre en el pragmatismo, habla por sí misma.

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Con lo que tenía, más Olmo y Pau Víctor, ha firmado una mutación prodigiosa en el equipo que ha provocado, además, la pacificación del club. Laporta lo eligió, por mucho que delegara el sábado, ya de madrugada en Sevilla, y con el segundo título del curso camino del Museo, esa responsabilidad "en Deco y Bojan" como autores ejecutivos de la elección del sustituto de Xavi.

"Atmósfera buena"

Llegó Flick y lo primero que hizo no estaba en la pizarra. "A principio de temporada dije que estaba aquí, con mis ayudantes, para crear una atmósfera buena en el vestuario. Que pudieran disfrutar del juego y que pudieran jugar al más alto nivel", reveló tras derrotar al Madrid por tercera vez consecutiva: 0-4 en el Bernabéu; 2-5 en Yeda y 3-2 en Sevilla.

Quiso el alemán meterse en la mente de unos jugadores, el caso de Raphinha es el más evidente, que estaban desanimados y desorientados. Cambió la mentalidad, luego alteró el orden táctico -situó un latifundio entre Ter Stegen, Iñaki Peña o Szczesny y su defensa- y huyó de cualquier excusa.

"Creo que crear ese ambiente en el vestuario es importante y clave. Da mucha confianza. Esto es una cuestión de todos. Del staff, de los jugadores... Tienen una mentalidad fantástica. Si ves cómo han remontado el partido, la capacidad de pensar en positivo para darle la vuelta...", argumentó el alemán, que ha transformado primero la mentalidad de la plantilla. Y después ha contagiado al club.

El Barça es un equipo extremadamente poderoso en este 2025, resurgiendo del "noviembre de mierda", como confesó el técnico, que siguió en diciembre. Desde entonces, 23 victorias, cuatro empates y una derrota, la de Dortmund cuando podía perder avalado por el 4-0 de la ida.

"¡Vaya patio de cole!"

Y lo ha hecho Flick fusionando una pandilla de niños (Lamine no tiene ni 18 años, Pau Cubarsí los acaba de cumplir) con unos veteranos, fanáticos todos de una idea colectiva. El ataque por bandera. Y la defensa cuánto más lejos del portero, mejor. Al Madrid le hicieron caer hasta en siete fueras de juego. Tres de ellos con incidencia brutal: gol anulado a Bellingham, penalti a Vinicius que no fue al estar en posición ilegal previa y penalti invalidado también a Mbappé porque Fran García caía en el engaño táctico de Flick.

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"¡Vaya banda! ¡Vaya banda! ¡Vaya patio de cole!", gritaba Dani Olmo a la pantalla del móvil de Balde, ubicado en una mesa del vestuario de La Cartuja mientras los niños aprovechaban su tiempo libre después de cumplir la misión de llevarse, de nuevo, por delante al galáctico Madrid de un nervioso Florentino. Ellos (Lamine, Héctor Fort, Fermín, Gavi, Cubarsí, Balde) bailaban felices y desacomplejados. El miércoles llega un Inter en crisis -tres derrotas consecutivas- con Europa de nuevo mirando al "irreverente" Barça de Flick.