Final de la Copa del Rey

Barcelona y Madrid examinan la lógica del fútbol en Sevilla

El equipo de Flick, en estado de gracia durante buena parte del curso, y el de Ancelotti, dispuesto a una última redención ahora que advierte el fin de un tiempo, optan a una Copa destinada a marcar el desenlace de la temporada

El Barcelona, antes de comenzar su entrenamiento el viernes en La Cartuja de Sevilla.

El Barcelona, antes de comenzar su entrenamiento el viernes en La Cartuja de Sevilla. / Efe

Francisco Cabezas

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Sevilla
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Agitada la final de Copa por los acontecimientos de la víspera, con el Real Madrid lanzando un órdago histórico a la Federación y al colectivo arbitral, blancos y azulgranas oponen este sábado en La Cartuja de Sevilla sus contradictorios momentos de forma, aun sabiendo que la lógica en el fútbol es retorcida.

Recuerden. El vuelo del Pichón Marcos Alonso en La Romareda, la carrera de Bale ante la desesperación de Bartra y el Tata Martino, el alivio lacrimoso de Núñez en Mestalla porque iba a salvar a Cruyff de la quema ante la Quinta del Buitre... Las dinámicas, el juego, los estados de forma, la carga de la enfermería, los precedentes o los envoltorios de unos y otros –ya sea de optimismo desatado, ya sea de crisis galopante– quedan en barbecho para gloria del aficionado. Bendito deporte.

El Barça de Hansi Flick, en pleno proceso de construcción de una era, y el Real Madrid de Carlo Ancelotti, quien continúa luchando por alargar un tiempo que tantos en su club ven ya agotado, viven este sábado en una Sevilla ya acalorada una final de Copa de las que marcan trayectorias. 

A vueltas con el triplete

Porque los azulgranas pretenden poner la primera piedra del triplete -vocablo contraproducente en una disciplina dada a la bipolaridad- en un final de temporada en que se encuentra a un par de esquinas de las piezas de caza mayor, líder de la Liga con cuatro puntos de ventaja sobre los blancos, y en unas semifinales de la Champions que afrontarán a partir de la próxima semana con el peliagudo Inter de Simone Inzaghi. 

Para los hinchas más resultadistas, la obra de Flick debe todavía adquirir un sentido práctico y palpable con títulos de los que alardear, más allá de la Supercopa de Arabia (2-5 frente al Madrid). Como si fuera poca cosa haber sacado al Barça de la decrepitud de la era post-Messi con una legión de jóvenes a los que Pedri calma y acelera a su antojo.

El tiempo de Mbappé

Y si por algo llegó Kylian Mbappé al Real Madrid fue también para abrir un nuevo tiempo. Aunque ello, al menos hasta ahora, haya desembocado en una complicada gestión de egos por parte de Ancelotti, que no ha logrado resolver el encaje de todos sus atacantes –Rodrygo es quien más lo ha sufrido, mientras que Vinicius reclama sus galones–, y que ha sufrido las graves carencias en la planificación deportiva sin recambios tanto para el corazón del juego –Kroos– como para los laterales.

Flick ha logrado, al menos hasta ahora, que su máquina de fútbol punki funcione más allá de la importancia de los solistas. Comparece el Barça en Sevilla sin su máximo goleador, Robert Lewandowski, y sin Balde, su lateral izquierdo titular. Pero confía en que Ferran Torres alargue su buenaventura en la Copa, convertida en torneo fetiche para el valenciano (cinco goles en cuatro partidos), y en que Gerard Martín, que hace dos años se ganaba la vida en el Cornellà, pueda mostrarse sólido en la prueba más complicada de su carrera.

Por contra, Flick puede agradecer contar por fin con Dani Olmo para estrenar titularidad en un clásico como 'trescuartista', lo que llevaría a Gavi y Fermín al banquillo de inicio. Siempre y cuando, claro, el técnico no decida que Olmo sea su delantero centro mentiroso.

Las dudas de Ancelotti

Muchas más dudas amontona Ancelotti, provocadas tanto por las ausencias por lesión -Camavinga, que estaba llamado a ser el lateral zurdo, se pierde lo que resta de temporada- como por la presión de quienes le incitan a tomar precauciones sumando piezas al centro del campo. El agujero en la orilla izquierda debería llenarlo Mendy, pese a que no juega desde hace más de un mes y porque Fran García acostumbra a ser sospechoso para su entrenador. La decisión puede marcar la final siendo Lamine Yamal –en plena carrera por el Balón de Oro junto a Raphinha–, quien desarrolle su aleteo de mariposa en esa zona.

Fede Valverde está llamado a retrasar su posición al lateral diestro, abriéndose ahí espacio para que, junto a Tchouaméni, asome, bien Dani Ceballos, bien un Modric que en septiembre cumplirá 40 años. Rodrygo, que tiene un aura especial para los partidos de categoría, sería así el tercer punta si Ancelotti no cede con la idea de los cuatro centrocampistas.

Pero bien saben los entrenadores que, llegados a este punto, la disposición de piezas y las tramas tácticas pasan a un segundo plano ante la voracidad de los futbolistas. Ahí queda que Ter Stegen, capitán del Barça, recibiera (o reclamara) el alta médica tras siete meses lesionado y aun sabiendo que quien estará este domingo bajo palos será todavía Szczesny. Pero, ¿quién está dispuesto a perderse algo así?