Andà p'alla, bobo

Árbitro, la hora, por favor, la hora

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Emilio Pérez de Rozas

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Mallorca, cuarta estación del viacrucis azulgrana. Los cuatro últimos partidos del Barça, previos al día D, o H, el que sea, a la final de Copa frente al Real Madrid, que veremos que hace hoy en Getafe, han sido dignos de los días de pasión. Se ha visto, incluso, un Hansi Flick más protestón que nunca, con tintes del viejo-joven Xavi Hernández, aunque con charlas conciliadoras con el equipo arbitral.

La manera en que el Barça ha superado esas cuatro estaciones (Leganés, Dortmund, Celta y Mallorca), ninguno de ellos el PSG, Liverpool o Inter, dice mucho del espíritu de este equipo y, sobre todo, de la solidaridad de ese vestuario, en el que si pataleas en el banquillo, por lo visto anoche con la alineación en el equipo titular de las tres F protestonas (Ansu Fati, Ferran y Fort), acabas en el equipo titular, cosa que da que pensar a los suplentes que se comportan correctamente.

Parece increíble pero así es el fútbol, incluso el fútbol bien jugado como el que protagonizó anoche el Barça durante muchos minutos, que el conjunto azulgrana tuviese que estar pendiente del reloj en los últimos diez minutos porque, pese a que la diferencia ofensiva entre el Barça y el Mallorca es, nada más y nada menos, que de 51 goles, lo cierto es que hemos visto demasiados partidos de este tipo que, al final, se han acabado empatando o perdiendo.

Iñigo Martínez celebra con Dani Olmo, que marcó el 1-0, el gol del triunfo del Barça sobre el Mallorca en Montjuïc.

Iñigo Martínez celebra con Dani Olmo, que marcó el 1-0, el gol del triunfo del Barça sobre el Mallorca en Montjuïc. / Jordi Cotrina

Realizar 28 remates a puerta y marcar solo un gol es, también, sí, una proeza solo al alcance del más desafortunado de los Barça. Y suerte hubo que Dani Olmo hizo magia en el áreas pequeña del prodigioso Leo Román y logró el gol del triunfo. Ya me imagino los ‘madriles’ subiéndose por las paredes, reclamando que ese fue un gol ilegal, pues Olmo no debería estar inscrito en LaLiga española. Qué mala suerte.

Flick dio descanso a Koundé, Cubarsí y, también, sí, a De Jong y Raphinha, que solo salieron para apuntalar el resultado y confeccionó un equipo con un montón de rotaciones, con la aparición sorpresa de Ansu Fati en el equipo titular. Y, puede, lo siento, que Ansu Fati demostrara anoche, no que está para ser titular del Barça, porque no lo está, sino para haberse ido, sí, a jugar a otro equipo, a otro buen equipo, con un entrenador que confiase en él y convertirse, con todos los minutos de LaLiga, en un jugador recuperado. Esos minutos sabía que jamás los tendría en este fantástico Barça y estoy convencido que Flick se lo dijo.

Madrid está que trina. Cada gol de Dani Olmo, cada vez que el delantero azulgrana decide un partido, muchos en la capital consideran que ése es un triunfo ilegal, por la manera en que se produjo la inscripción del azulgrana. Que mala suerte.

Es evidente que lo mejor del partido de anoche, además de apretar y meterle más presión al Real Madrid (por eso Johan Cruyff siempre quería jugar antes que el Real Madrid cuando se producía un final de campaña tan ajustado entre ambos), son los tres puntos y, sobre todo, poder viajar a La Cartuja, de Sevilla, con sensaciones mucho mejores que las que se hubiesen podido extraer de los tres anteriores compromisos de este viacrucis.

El Barça que solo ganó por un gol al Mallorca es un Barça más parecido a los buenos momentos de esta temporada que a los últimos encuentros del viacrucis. Es un Barça que ha recuperado la energía, saludable, fuerte, peleón, alegre y con mucho más fútbol, insisto, que frente a Leganes, Dortmund y Celta. Un Barça que, sin duda, recupera el papel de favorito en la final del sábado.

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