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Los jugadores del Clapton CFC, con los colores de la Segunda República. / George Sharp-Clapton CFC


Lucas Font
Lucas FontCorresponsal.
Sukhdev Johal espera con impaciencia a que salgan los jugadores al terreno de juego. Su equipo, el Clapton Community FC, está sexto en la clasificación de la Southern Counties East –la liga de fútbol amateur del sureste de Inglaterra– y tiene opciones de ascender de categoría, algo que ha impregnado el ambiente con una mezcla de emoción y nerviosismo. Johal da un sorbo a su vaso de cerveza, se ajusta el gorro con el escudo bordado y mira hacia el otro lado del campo, donde cerca de 300 personas cantan y ondean banderas sin descanso. “Dime dónde puedes encontrar este ambiente en un partido de esta categoría. No existe nada igual”, asegura este veterano miembro del club, de 62 años.

Los jugadores del Clapton CFC saludan a la afición. / George Sharp-Clapton CFC
El Clapton CFC es uno de los clubes de Londres más vinculados ideológicamente con la izquierda y con la lucha antifascista. En los cuatro laterales del campo –situado en el barrio de Forest Gate, en el este de la capital británica– cuelgan pancartas a favor de Palestina, banderas arcoiris y símbolos anarquistas. En uno de los carteles, se puede leer una de las proclamas más emblemáticas de la resistencia republicana frente al avance de las tropas franquistas durante la Guerra Civil: “No pasarán”. Este club, fundado en 2018 tras su escisión del histórico Clapton FC, tiene como principal referente el legado que dejaron los combatientes de las brigadas internacionales y les rinde homenaje todos los fines de semana echando el balón a rodar.
Camiseta republicana
“Hubo al menos 16 personas de este barrio que lucharon en la guerra givil española, a las que recordaremos en un acto a finales de abril. Esta guerra también fue nuestra, porque suponía plantar cara al fascismo y al colonialismo, y nos demostró al mismo tiempo la capacidad de la gente para unirse y pelear por un mismo objetivo. De esto va este club”, asegura Johal. Prueba del compromiso con la lucha antifranquista fue la decisión de adoptar los colores de la bandera republicana para la segunda equipación, una iniciativa que tuvo un éxito inesperado y que colapsó la tienda online del club durante meses debido a la alta demanda de camisetas.
Thom, antiguo vecino del barrio y artífice de la idea, asegura que el diseño de la equipación es una forma de celebrar la entrega de las personas que combatieron por sus ideas. “No hay muchos casos de gente que haya ido a la guerra para defender sus creencias y no para defender a un país. Esto es algo que representa muy bien los valores de este club”, explica este aficionado, de poco más de 30 años. Desde que lanzaron las camisetas en 2018 se han vendido más de 21.000 unidades, muchas de ellas en España, a pesar de que al principio no convencieron a todo el mundo. “Había gente que decía que parecían los estampados de los asientos del autobús”, afirma Tom entre risas.
Apoyo popular
El árbitro pita el final de la primera parte con un ajustado 1 a 0 en el marcador. Los aficionados aprovechan para entrar en la caseta ubicada en uno de los fondos del campo, que actúa como bar y permite, al mismo tiempo, resguardarse del frío y de la fina lluvia que cae sobre el césped. En un extremo de la sala, media decena de voluntarios venden productos del Clapton CFC, incluidas camisetas, gorros, bufandas y pegatinas, que sirven para financiar al equipo y hacer frente a los gastos de las instalaciones y de la escuela de fútbol. El apoyo al club, con cerca de 2.000 socios de todas las edades y con un centenar de miembros activos, es fundamental para mantenerlo vivo. “La venta de entradas también es muy importante. Hoy han venido más de 500 personas”, explica Johal con orgullo.

Seguidores del Clapton CFC / George Sharp-Clapton CFC
En la grada de animación el optimismo es cada vez mayor: los cánticos de los aficionados son cada vez más fuertes y el ruido de los tambores, más atronador. El árbitro pita el final del partido y los seguidores del Clapton CFC respiran aliviados tras mantener la ventaja mínima, conscientes de que han dado un paso más en la lucha por el ascenso. Los jugadores dan una vuelta al campo saludando a los asistentes, la mayoría de ellos asiduos, y se detienen frente al lateral donde se concentra gran parte de la afición para hacer el ritual de celebración habitual en caso de victoria.
Louis Brown, uno de los jugadores, choca la mano de los aficionados antes de dirigirse a los vestuarios. “La energía que desprende esta afición es increíble. Cuando supe de la existencia de este equipo y de los valores que tiene detrás, decidí que quería jugar para ellos”, asegura el delantero, vinculado al sector de los derechos humanos y de la sostenibilidad. A su lado, Julian Austin añade: “Los rivales se quedan sorprendidos cuando ven el apoyo que tenemos en nuestro campo. En otros lugares suele haber pocas decenas de personas”, explica el veterano centrocampista, quien tiene muy claro que su futuro está vinculado al club. “Jugaré en este equipo hasta que mis piernas digan basta”.
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