B. Dortmund - Barcelona (M/21.00 h.)

El Barça se pone un escudo frente al Muro Amarillo ante el malditismo de Anfield y Roma

El día que Szczesny negó su jubilación: "Yo estaba jugando a golf con mi hijo"

Raphinha, durante el entrenamiento del Barça en el Signal Iduna Park de Dortmund.

Raphinha, durante el entrenamiento del Barça en el Signal Iduna Park de Dortmund. / Ap

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

Dortmund (Enviado especial)
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Westfalenstadion de Dortmund, algo así como un averno amarillo encajado entre ocho enormes pilares, va mucho más allá del relato. Los que alguna vez han jugado allí hablan del ruido que sale de su famoso muro de aficionados, de la reverberación, de cómo uno puede desconcentrarse en momentos concretos ante el amontonamiento de estímulos. Y, claro, luego queda la mística y las viejas historias de quienes allí triunfaron. El Barça, a una esquina de las semifinales de la Champions, defiende en el territorio del Borussia el 4-0 de la ida, ventaja que los azulgrana nunca perdieron en su historia en las competiciones europeas, y que el Dortmund tampoco fue nunca capaz de levantar. La confianza en el fútbol, sin embargo, siempre se pagó cara.

Lamine Yamal, este lunes en el Signal Iduna Park de Dortmund.

Lamine Yamal, este lunes en el Signal Iduna Park de Dortmund. / Ap

Es este un deporte en el que cuesta poco mirar atrás, por mucho que el presente ofrezca unas señales bien distintas. Si bien el Barça superó 38 de las 43 eliminatorias continentales en que ganó el partido de casa, también es cierto que echó por la borda las tres últimas. ¿Y saben cuáles fueron los dos últimos precedentes? Sí, los derrumbes en el Olímpico de Roma en los cuartos de la Champions de 2018 (4-1 en el Camp Nou, 3-0 en Roma); y en Anfield en las semifinales de 2019 (3-0 en casa y 4-0 fuera). Sí, era aquel ya el Barça que, bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, aceleraba hacia la ruina deportiva, económica e institucional, y con un vestuario en el que los egos y los contratos en el vestuario que aseguraban una jubilación de oro torturaban al sufrido Ernesto Valverde.

Nada es como antes, menos la imprevisibilidad del fútbol.

Quienes analizan al portentoso Barça de Flick se recrean en los argumentos que explican la ilusión de la triple corona (Liga, Champions y Copa del Rey, más allá de la Supercopa de Arabia conquistada en diciembre que sirve como aderezo a todo lo demás). Pero a mes y medio de que se cierre la persiana a la temporada y con las piernas cada vez más cansadas, la ilusión y el convencimiento de formar parte de una misión colectiva sirven como inhibidora de todo contratiempo. Ahí queda el éxtasis con el que se celebró el triunfo en Butarque gracias al milagroso 'tackle' de Iñigo Martínez. O como esa lesión que ha dejado a Alejandro Balde fuera de combate durante las tres próximas semanas incrusta a un joven Gerard Martín cada vez más convencido de sus posibilidades. Todo, sin dejar a un lado las sospechas que pueda generar la acumulación de partidos de futbolistas como Koundé o Lamine Yamal, intocables en la orilla derecha, o el cuidado extremo que exigen las fibras de Dani Olmo, que podría jugar este martes unos minutos en su eterno proceso de caída y recuperación.

La mecha

Sueña el Dortmund con activar la mecha de la eliminatoria pese a la pobrísima imagen dejada en Montjuïc -noche en la que Adeyemi prefirio estirar de las trenzas a Koundé antes de intentar regatearle-, y por mucho que su posición en la Bundesliga (octavos, fuera de los puestos europeos y a 27 puntos del líder, el Bayern) hablen de su inconstancia. Ni siquiera tiene páginas a las que recurrir en su historia. El mayor margen que han remontado en su estadio en competiciones europeas ha sido un 2-0 en contra (y sólo una), cuando tumbó al Rangers en los penaltis en la extinta Copa de la UEFA de la temporada 1999-2000. Nunca se sobrepusieron a un 3-0 (frente al Real Madrid en los cuartos de la Champions de la campaña 2013-14 y contra el Tottenham en los octavos de la 18-19). El 4-0 que trae el Barça al Signal Iduna Park, por tanto, asoma como un muro aparentemente infranqueable. Pero cómo olvidar aquel equipo de Luis Enrique que encontró el milagro en el botín de Sergi Roberto después de simular su muerte en el Parque de los Príncipes de París (4-0 y 6-1).

Los futbolistas del Barça, este martes sobre el césped del Signal Iduna Park.

Los futbolistas del Barça, este martes sobre el césped del Signal Iduna Park. / Ap

Nada de eso quiere escuchar ni leer Hansi Flick, motivado como está con un presente que ha llevado al barcelonismo a una atalaya emocional, pero que también tiene en la cabeza que se enfrenta al finalista de la pasada Champions. Un rival que, además, mostró síntomas de mejoría el pasado fin de semana con su empate en Múnich. Pero claro, Flick ha ganado al Dortmund las siete veces que lo ha tenido delante, convirtiéndose en uno de sus mayores azotes, con un balance goleador a favor de 22 a 8.

No extraña que el presidente Joan Laporta, el gran responsable de su contratación, esté deseando plantarle la renovación frente a sus narices y así ensalzar una obra de gobierno sostenida desde el camerino.