Andà p'alla, bobo
Anda que si el partido de anoche lo juegan Xavi, Koeman, Setién o Valverde...

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·


Emilio Pérez de Rozas
Emilio Pérez de RozasPeriodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Renato Fabrizio Tapia parece un cualquiera y no lo es, no. Renato Fabrizio Tapia es un futbolista peruano que está acostumbrado a pelear en el barro, disputar partidos en los que le va la vida, a él y a los suyos, encuentros en los que él, el primero, no da un balón por perdido.
Por eso anoche, después de otro gran, enorme y tremendo encuentro (sin recompensa) que Tapia y sus compañeros del Leganés jugaron contra el Barça, equipo que ha sido incapaz de meterle un gol en 180 minutos (el de anoche, lo marcó uno de sus defensas en propia puerta), lanzó un aviso a navegantes: “Esto va de muerte. Esto va de sangre. El rival que crea que va a venir a Butarque a pasearse, a jugar bonito, que sepa que se va a encontrar un rival que va a pelear con sangre y por todo”.
No sé si Hansi Flick ha jugado partidos así en Alemania, no lo sé. Tampoco sé si creía que se iba a encontrar un equipo, no solo tan capaz, tan bien construido, tan determinante y, sobre todo, tan unido, como para hacerle sufrir tanto. Nunca jamás el técnico alemán, que no digo que vaya de sobradito, no, que va, miró la hora en el minuto 55 de juego. Anoche, lo hizo. Como tampoco, nunca, jamás, cuando el balón salió fuera (a favor del ‘Lega’), Hansi cogió el esférico y se lo escondió a la espalda. ¡Miau!, Flick pasó miedo anoche. Con razón. No veía llegado el momento de acabar.

Hansi Flick saltó al césped a felicitar a sus jugadores al final. / Javi Ferrándiz / SPO
El Leganés le ganó en Montjuïc. El Leganés no mereció perder anoche ¡vaya que no! El Leganés, que ya salió injustamente derrotado del Santiago Bernabéu, ha jugado 180 minutos contra el único equipo del mundo que gana (por promedio) sus partidos por tres o cuatro goles de ventaja y ese equipo, el mismísimo, reluciente y elogiado Barça, no ha sido capaz de meterle un solo tanto en todo ese tiempo.
El partido, perdón, el resultado de anoche en Butarque, que mantiene, no solo de líder al Barça sino de principal favorito para ganar el título, merece y aglutina todos y cada uno de los tópicos de este deporte, llamado fútbol, que vive, a menudo, de la injusticia.
El modesto Leganés ha sido el único equipo que ha jugado dos partidos, 180 minutos, contra el Barça de Hansi Flick y no ha encajado un solo gol de los azulgrana. El de anoche se lo metieron ellos en propia puerta. Nadie ha logrado semejante gesta.
Era el partido donde los que se llenan la boca con el verbo jugar bonito, tiki-taka y ADN blaugrana no tuvieron más remedio que decir, lo típico y tópico de “cuando quieres ser campeón también debes ganar estos partidos”. Como diría Luis Aragonés “por lo civil o por lo criminal”. En eso estaba pensando Tapia cuando avisaba a sus próximos visitantes.
El partido de anoche lo juega Xavi Hernández y se arma la de Dios es Cristo. O Ronald Koeman. O Quique Setien. O el ‘Tata’ Martino. O el mismísimo Ernesto Valverde. Pero lo jugó el ‘mesías’ Hansi Flick y se le perdona. Ésta y tantas veces como quiera porque, días antes, había hecho disfrutar a la ‘gent blaugrana’ con una paliza de Champions al Dortmund.

Iñigo Martínez festeja el triunfo del Barça en Butarque junto a Gavi. / Efe / Sergio Pérez
Fue uno de esos partidos que juega y gana (y criticamos) el Real Madrid, donde Courtois siempre es el mejor de los blancos. Pues bien, el mejor de los azulgranas anoche no fue Lamine Yamal, que está pidiendo descanso a gritos (¿Dortmund?, no creo, no), fue el veterano (y fumador) Szczesny. O, por ejemplo, Iñigo Martínez, que le quitó, de la mismísima bota, un golazo, el empate, a Munir. “Cuando me lanzo al suelo y arrebato ese balón, evitando el remate o el gol, es como si hubiese metido un gol, por descontado”, señaló el central.
Eso fue el Barça anoche: ambición, concentración, mentalidad, profesionalidad, dedicación, compromiso, pelea, despliegue y complicidad. Poco tiki-taka, menos ADN y cero ‘jogo bonito’. Se trataba de ganar. Por lo civil o por lo criminal, ya saben. De meter presión al Real Madrid, que hoy, en Vitoria, participará en otra guerra (y perdón por los términos belicistas), que veremos si gana, veremos.
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