Andá p'allá, bobo

Barça, entre el genio Cesc Gelabert y el Cirque du Soleil

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

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Hace diez años, a mi amigo Cesc Gelabert, uno de los más grandes coreógrafos y bailarines de España (bueno, para mí es el mejor, desde luego), se le ocurrió inventarse un espectáculo que tituló ‘Foot-ball’ y que consistía en llevar al Teatre Nacional de Catalunya “la dramaturgia del propio movimiento del fútbol”.

Cesc es, como yo, exalumno de los Sagrados Corazones y es, sobre todo, no solo un enorme aficionado y seguidor del Barça sino un tremendo entendido del fútbol, no ya como baile prodigioso cuando lo ejecuta el mejor de los Barça, en aquella ocasión, en manos de Messi, Iniesta, Xavi, Puyol y Valdés, sino también un gran futbolista. En serio, mi amigo podría haber sido profesional, pero si se lesionaba o le rompían una pierna debía abandonar su idea de ser, lo que fue, un gran bailarín y un enorme coreógrafo.

Aquel espectáculo fue muy divertido, vistoso y original. Anoche, viendo jugar, a ratos, a este Barça, que, por cierto, perdió a Dani Olmo (alguien tenía que caer en este esperpéntico partido a destiempo y metido con calzador en el calendario ya, de por sí, loco del todo), me acordé de aquellas tardes que pasé con Cesc, no diré que preparando su proyecto (yo solo soy un buen amigo), sino escuchando las similitudes que encontraba entre el fútbol (del Barça) y el baile.

Pedri inicia una jugada de ataque en el Barça-Osasuna en Montjuïc.

Pedri inicia una jugada de ataque en el Barça-Osasuna en Montjuïc. / Jordi Cotrina

“Para controlar la pelota”, me contaba Cesc mientras levantaba una de sus piernas hasta rozar casi el techo y se sostenía, recto como un junco, apoyado sobre la otra, “se debe tener una pierna libre, lo que supone la misma expresión técnica que debe realizar un bailarín para expresar una emoción con la música”.

Así bailan ellos

La verdad es que el Barça siempre ha estado plagado de bailarines. Quiero decir de futbolistas, especialmente muchos canteranos, que se mueven por el campo y, sobre todo, controlan el balón como si fuesen saltarines, virtuoso de los pies, que es lo que son. Tú ves a Pedri girando sobre sí mismo en media baldosa, con el balón en los pies, o al tremendo Lamine Yamal, que ya es mejor pasador, asistente, que goleador, o Dani Olmo entrando en el área como cuchillo en mantequilla, o a Balde cruzándose el campo en plan Messi, o a De Jong mandando parar (el bailarín, a veces, también congela su movimiento para que disfrutemos de él) y piensas que, ahora que está instalado en Barcelona el Cirque du Soleil, deberían sus genios ver cualquier video de este Barça, pues tal vez se les ocurra otro estupendo ‘Foot-ball’.

Yo, a nivel de impacto, veo relación entre lo de hace diez años y lo de ahora. Cierto, lo de ahora aún va camino de títulos grandes, sí, pero, estéticamente, como propuesta de espectáculo, como baile sincronizado y lujoso, son (casi) idénticos, aunque aquel Pep Guardiola tuviese más pinta de coreógrafo que este fornido pero mimoso Hansi Flick, el hombre que cada día le salva el sillón a Joan Laporta.

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