Apunte
Árbitro toda la vida
En los últimos años, y más desde la introducción del VAR, los colegiados retirados han ganado un nuevo perfil público.

Iturralde González, en el 'Carrusel Canalla' de la Cadena SER. / @carrusel


Jordi Puntí
Jordi PuntíEscritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Algunas noches de insomnio, intento conciliar el sueño recordando nombres de viejos árbitros igual que otros cuentan ovejas: Urízar Azpitarte, Clos Gómez, Undiano Mallenco, Enríquez Negreira, Andújar Oliver, Brito Arceo... Mientras me voy durmiendo maldigo mi memoria: ¿por qué me acuerdo de todos esos nombres compuestos? Durante años pensé que los dos apellidos eran un truco para dar a los árbitros más autoridad, un toque marcial que reforzaba su papel de jueces. Ahora más bien parece un recurso mnemotécnico para que no les olvidemos.
Antaño, cuando colgaba el silbato, el árbitro caía en el anonimato. Tal vez abría un gimnasio, o una correduría de seguros, y como máximo el aficionado lo recordaba con aires de leyenda negra por sus pifias. En los últimos años, y más desde la introducción del VAR, los árbitros retirados han ganado un nuevo perfil público. Algunos, como Iturralde González, aparecen como comentaristas en la radio y se expresan con tal convicción que parecen querer corregir, desde el micrófono, los errores cometidos sobre el césped.
Mateu Lahoz y sus aspavientos
"Clarísima falta", dice uno que en su día pasó por alto un penalti. "No hay intención, el contacto es leve", sentencia otro que una vez expulsó a un delantero por una falta inexistente. Otros prefieren tocar poder y no hay día que no salgan en los medios, ya sea porque mandan o porque les gustaría mandar y critican a sus antiguos compañeros. Su personalidad en los despachos o en las tertulias refleja el mismo carácter que tenían en el césped. Pienso en Mateu Lahoz y sus aspavientos: ¿no es lógico que siga siendo vehemente incluso fuera del campo?
El aficionado, ese ser rencoroso de memoria prodigiosa, asiste atónito a este reciclaje personal. Cuando habría sido interesante que comentaran sus decisiones, al final de un partido, los árbitros se refugiaban en la prosa aburrida de las actas, y ahora que sus palabras tienen escasa influencia, pretenden sentar cátedra. Por cierto, el árbitro designado para el partido de esta noche entre Barça y Osasuna es Busquets Ferrer, del colegio balear. Con estos apellidos de memoria azulgrana, no se me olvidará.
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