Carrascazos

El Barça no sabe perder, por Lluís Carrasco

El Barça culmina una rebelión de campeonato ante un Atlético que se desintegra

La contracrónica del Atlético-Barça: donde las dan, las toman

Flick habla con Lamine durante el partido ante el Atlético de este domingo.

Flick habla con Lamine durante el partido ante el Atlético de este domingo. / AFP7 vía Europa Press

Lluís Carrasco

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Hace semanas que el Barça no sabe perder, pero es que, de hecho, los rivales parece que tampoco le saben ganar. El Barça, hoy, es sinónimo de solvencia, de rigor y por encima de todo, de victoria. Ya no hace falta ser culé para percibir que este equipo se ha confabulado y ha pactado con el destino salir airoso incluso cuando las cosas se tuercen. Esta temporada, hemos jugado contra el Atlético de Madrid en tres ocasiones, en la primera, aun siendo netamente superiores y merecer una victoria holgada, se perdió. La diosa fortuna fue esquiva con un equipo en auténtica progresión que en el partido de la primera vuelta vio como los colchoneros se llevaban los 3 puntos sin ofrecer casi nada para tanto botín. Cosas del futbol, ¿Verdad? El segundo envite fue más reciente, hace tan solo unos días, y tras ir perdiendo 0-2, y en casa, supieron reaccionar con descaro y brillantez para pasar a dominar un marcador que colocaron con 4-2. Al final, y contra todo sentido futbolístico, los de Simeone consiguieron revertir la realidad, en un epílogo enloquecido y dejando un inesperado e infrecuente 4-4 en el luminoso.

¿Qué pasó el domingo en la tercera disputa entre ambos, ya en la vuelta liguera, y de nuevo en terreno atlético? Pues que la chaladura a la que nos está acostumbrando este enfrentamiento, firmó un nuevo final inaudito: A la tercera fue la vencida, y como si de un grupo en formación se tratara (que, en realidad, de eso se trata) el nuevo e imberbe Barça de Flick, en su partido menos preciso y precioso ante ellos, dio un sonoro puñetazo de testarudez y sobriedad sobre la mesa, como para demostrar al mundo entero que aprenden de los errores, y aprenden rápido, pasando de partidos brillantes en fondo y forma con derrota o empate final, a partidos extraños, incómodos, parcos de futbol, pero con cita sorprendente e innegociable con el triunfo.

Y ahí andamos, en un 2025 donde no sabemos perder. Ni sabemos, ni queremos aprender a hacerlo. Ya lo decía el gran Eugenio: Virgencita, déjanos como estamos…