REMONTADA A SIMEONE

La contracrónica del Atlético-Barça: donde las dan, las toman

La crónica: El Barça culmina una rebelión de campeonato ante un Atlético que se desintegra

Las claves del Atlético-Barça: Lewandowski y Ferran, los 'nueves' de la tormenta

La plantilla azulgrana celebra el cuarto gol, con Raphinha dirigiéndose a la hinchada azulgrana.

La plantilla azulgrana celebra el cuarto gol, con Raphinha dirigiéndose a la hinchada azulgrana. / Valentí Enrich / SPO

Joan Domènech

Joan Domènech

Barcelona
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Había pruebas de la indestructible resistencia del Barça desde que comenzó el año. El feliz 2025, prácticamente impoluto, todavía continúa. El grupo azulgrana rascó y rascó para borrar la mancha roja que parecía emborronar el año después de 17 partidos, 14 de ellos con victoria, hasta transformarla en color verde, en una insólita mutación cromática.

Dos goles tenían en contra los azulgranas frente a un Atlético que no le habían remontado dos goles desde el 2007. Cuatro goles marcaron ante el paradigma del equipo defensivo y competitivo en un campo en el que juegan hasta los recogepelotas para esconder la bola cuando gana el Atleti para tirar cuantas haga falta cuando pierde.

De Burgos Bengoechea amonesta a Lamine Yamal por haberse sacado la camiseta tras el gol.

De Burgos Bengoechea amonesta a Lamine Yamal por haberse sacado la camiseta tras el gol. / Valentí Enrich / SPO

Un golpe sobre la mesa

"Si ganábamos era un golpe sobre la mesa, saliendo de aquí líderes y con un partido menos", reconocía Lamine Yamal, reclamado ante los micrófonos de Dazn. Se presentó tarde, después de celebrar un rato la gesta en el vestuario. "Queríamos disfrutar un rato juntos, que nos vamos a la selección", explicó.

Marcó de rebote, lo que no le importó nada. Su gol culminaba, que no acababa, la remontada, tras los dos goles de Lewandowski y Ferran. "Sentíamos rabia e impotencia, y hemos dado lo mejor de nosotros mismos", confesó del pensamiento que anidaba en las filas culés. Lamine Yamal marcó ante el Benfica en la Champions y al Atlético en la Liga: su último tanto había sido en el 0-4 del Bernabéu.

"Si ganábamos era un golpe sobre la mesa, saliendo de aquí líderes y con un partido menos"

Lamine Yamal

— Delantero del Barça

Ferran Torres, después de marcar su segundo gol, el 2-4.

Ferran Torres, después de marcar su segundo gol, el 2-4. / Valentí Enrich / SPO

El Cholo, anonadado y mudo

Si la derrota que amenazaba con el 2-0 podía producirse en el peor momento, porque era de aquellas de las que duran más tiempo. Dos semanas mascándola, mientras durase el paréntesis de las selecciones, hasta la reanudación de la Liga. Este lunes los 19 internacionales azulgranas estarán en el cielo, volando y disfrutando de una gesta. Otra: nadie le había levantado dos goles a Diego Simeone en 662 partidos. El histriónico Cholo, de pronto, dejó de saltar por la banda y de lanzar aspavientos con los brazos, animando, protestando, llamando la atención.

Anonadado y mudo se quedó. Derrotado. Disfrutaba con el 2-0 en el minuto 70, sin sospechar que iba a desencadenarse una tormenta. Un huracán. Cuatro goles en contra hasta el minuto 98 en el que lo alargó De Burgos Bengoetxea, en una versión acelerada del donde las dan, las toman. De Barcelona salió con una victoria (1-2) sin merecerla en diciembre, la primera de su carrera en el banquillo rojiblanco; en febrero se llevó un empate también inmerecido, igualando un 3-1 y un 4-2 en contra. El Barça no sólo igualó la renta adversa, sino que la superó con cuatro goles, mientras la plantilla del Madrid y sus millones de aficionados contemplaban la obra de Hansi Flick. A la tercera batió a Simeone.

Jan Oblak, batido con el cuarto gol.

Jan Oblak, batido con el cuarto gol. / Juan Medina / REUTERS

Un estadio incandescente

Incandescente estaba todavía el Metropolitano cuando compareció el Barça. Quedaban rescoldos de indignación y de pasión tras el paso del Madrid el pasado miércoles y llevarse la eliminatoria de la Champions con la polémica que suele acompañarle de amuleto. La llegada del Barça amenazaba con alejarle de la Liga y el colchonerismo se aunó para evitar la segunda tragedia.

El volcán arrojó lava por todos los costados con los goles rojiblancos. El de Julián Álvarez, al filo del descanso, en el único remate local del periodo inicial en una combinación entre Griezmann y Giuliano. Y el de Alekxander Sorloth que nunca falla, siempre inspirado ante los azulgrana, ya fuera vistiendo la camiseta de la Real Sociedad, del Villarreal o del Atlético con el sexto gol consecutivo. Media hora después, la irrupción había terminado. Solo salía humo del Metropolitano.