GIRONA-VALENCIA (1-1)

Stuani salva al Girona otra vez con un golazo que evita una grave derrota

Espanyol y Girona firman tablas en una batalla de estilos

El Girona rompe parcialmente su mala racha con un empate contra el Celta en Montilivi

Cristhian Stuani corre a celebrar el gol del empate ante el Valencia.

Cristhian Stuani corre a celebrar el gol del empate ante el Valencia. / David Borrat / EFE

Joan Domènech

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Barcelona
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Debería estar confeccionado ya el presupuesto y el diseño de la estatua de Cristhian Stuani que debe instalarse en Montivili. El gol ante el Valencia, uno más de los ciento y pico que ha marcado de rojiblanco, apenas sirvió para empatar, resultado decepcionante, otro, tratándose de la visita del Valencia. Pero tuvo un enorme valor, que todavía no se puede cuantificar. Sí puede asegurarse que fue un golazo, con un potente y lejano cabezazo que superó por arriba a Mamardashvili.

Evitó, a falta de análisis más profundos, que el Girona se metiera en un grave problema con la derrota que empezaba a perfilarse. Stuani neutralizó, nada más entrar en el campo, el 0-1 que acababa de marcar Diego López seis minutos antes. Dio aire al grupo, insufló esperanzas en la grada y el Girona recuperó el punto del inicio. El equipo acumula la sexta jornada seguida sin ganar, la tercera empatando, y cada día que pasa tiene que inclinarse más para mirar hacia abajo, donde se halla un abismo dolorosamente conocido.

Solo acertó Stuani, que revolucionó al equipo con su aparición y consolidó su condición de máximo anotador jugando ratos, siempre saliendo desde el banquillo. Brindó el tanto a Bryan Gil, lesionado, de quien enseñó la camiseta. El momento cumbre del partido desde el prisma gerundense. El arreón final no se tradujo en nuevos remates. Ni Miovski ni Danjuma dieron una a derechas, tampoco Tsygankov, desconocido.

Arnau Martinez se lamenta tras una parada de Mamardhasvili a un cabezazo suyo.

Arnau Martinez se lamenta tras una parada de Mamardhasvili a un cabezazo suyo. / AFP7 vía Europa Press / AFP7 vía Europa Press

Organización defensiva

Brilló más el valencianista Sadiq, que se atribuyó el primer disparo que obligó a Gazzaniga a una gran intervención; en realidad, fue el segundo, después de uno de Miovski que casi sale de Montilivi. Estar en fuera de juego le exculpó de un error monumental. Fue el único balón que le cayó en los pies, lo que indicó dos realidades unidas: las dificultades del Girona para hilvanar juego y la buena organización defensiva del Valencia.

Una buena organización basada en la acumulación de hombres, con cinco atrás y cuatro delante, y Sadiq abandonado. El Girona tuvo el balón, cedido gustosamente por el Valencia, que por escarnios anteriores no se atreve a nada. No era el día, pues, para que los de Míchel recuperaran las buenas sensaciones futbolísticas, que ya se han perdido por el abrupto camino de esta temporada.

Umar Sadiq y Paulo Gazzaniga discuten durante el partido.

Umar Sadiq y Paulo Gazzaniga discuten durante el partido. / AFP7 vía Europa Press / AFP7 vía Europa Press

Reaparece Munuera Montero

Diakhaby estuvo a punto de marcarse un autogol en el primer tiempo. Ni ese cabezazo de Krejci en un balón parado iba bien dirigido. A estas alturas, Míchel ya sólo pide resultados, eficacia. Repitió el mismo once del lunes ante el Espanyol con la excepción de Danjuma, que entró por el lesionado Bryan Gil. Echó mano relativamente pronto de Stuani en el segundo tiempo comprobada la ineficacia de Miovski, que desperdiciaba otra oportunidad de reivindicar su categoría. Arnau, con un cabezazo que exigió una felina reacción de Mamardashvili, afeó su participación.

Pitaba Munuera Montero, que reaparecía tras su polémica exclusión después de expulsar a Jude Bellingham en el Osasuna-Madrid por el menosprecio del futbolista. Fue seguido con expectación. El árbitro andaluz no vio nada en ninguna de las dos áreas.

Diego López celebra el primer gol del equipo valencianista en Montilivi.

Diego López celebra el primer gol del equipo valencianista en Montilivi. / David Borrat / EFE

Stuani estaba preparado en la banda, junto con Romeu, y marcó el Valencia con una colada de Foulquier por la derecha que aprovechó Diego López llegando al segundo palo. Entró cabreado el capitán, que se colocó el brazalete y se dispuso a acometer la misión que nadie le ha encomendado y él siempre cumple: solucionar problemas.