ENCUENTRO ENTRE ENEMIGOS

De la Morena y García, cara a cara: "Éramos dos gilipollas locos que habíamos perdido la cabeza"

José Ramón de la Morena y José María García, rivales que llegaron a insultarse, a odiarse, a dañarse, han mantenido una charla en la que han compartido vivencias y, sobre todo, recuperado una relación que fue muy dañina para ambos y para muchos compañeros de profesión.

José Ramón de la Morena y José María García se despiden, emocionados, tras casi una hora de conversación.

José Ramón de la Morena y José María García se despiden, emocionados, tras casi una hora de conversación. / EL PERIÓDICO

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Era, es, una película bélica, de aventuras y un puntito, o un muchito, de filosofía no barata. El director es francés, Arthur Haradi. El film se titula ‘Onoda, 10.000 noches en la jungla’ y relata la vida, la historia, la peripecia, del todo punto increíble pero cierta, del soldado japonés Hiro Onoda, que, el 16 de diciembre de 1944, fue enviado a la isla de Lubang, en Filipinas, para comenzar una guerrilla contra los americanos, que se disponían a invadir la isla.

Entre las muchas órdenes que recibió Onoda de sus superiores, una se le quedó grabada a fuego en su mente: “No puedes rendirte nunca”. Onoda se lo tomó al pie de la letra y estuvo 29 años creyendo que la guerra no había acabado, viviendo oculto para no ser apresado por el enemigo. En todo ese tiempo, Onoda recibió múltiples señales que le indicaban que su misión, no solo había concluido (como la Guerra) sino que ya no tenía sentido, que había terminado. Onoda se pasó casi 30 años escondido en la selva, resistiendo a un enemigo que hacía mucho tiempo que ya no existía.

Periodistas soldados

Acabo de ver y escuchar, atentamente, el podcast ‘Resonancia de Corazón con…” de José Ramón de la Morena con José María García y lo primero en lo que he pensado al acabar la charla de casi una hora, no es solo en la respuesta del ‘Butano’ sobre la definición de lo que eran cuando eran famosos, populares e influyentes -“éramos dos gilipollas locos que habíamos perdido la cabeza”- sino en el buenismo que ahora ofrecen dos de los personajes de la historia de España, perdón, de la España radiofónica, de la España deportiva, que se odiaban.

Y, por descontado, inmediatamente, yo, que he colaborado con los dos de una forma tangencial, paralela, sin que pueda decir que pertenecí a sus equipos, he pensado en los soldados, en los diversos Onoda que tenían cada uno de ellos. Y pienso, aunque la lista sea muchísimo más larga por descontado, en Carlos Bustillo, que ha sido de los primeros en pasar por la Resonancia de Corazón, el brutal y transparente Alfonso Azuara (“no hubo una guerra contra García, hubo una lucha contra la dictadura de García, que hablaba pegándole patadas al diccionario y al Código Penal”), Roberto Gómez o David Alonso, en el equipo de De la Morena o Pipi Estrada, Cristina Gallo, Pepín Cabrales y Fernando Soria.

Ahora que los jefes se han hecho amigos, ahora que los jefes, que intercambiaron insultos muy gordos, mantienen una charla amistosa, distendida, académica, ¿qué hacemos con los soldados que tenían y que se partieron la cara por ellos, llegando a enemistarse?

Qué hacemos ahora con esos soldados, muchos de los cuales se enemistaron y, tal vez, ni siquiera tuvieron necesidad ni intención de volver a hablarse, viendo cómo sus jefes hablan “de manera civilizada y hasta entrañable”, como dice De la Morena en su podcast, después de haber oído a García decir reiteradamente en antena “en todos los pueblos hay un tonto y De la Morena es el tonto de Brunete” o a DLM responder con un “García es un delincuente, el pistolero de la noche, acostumbrado a extorsionar, manipular y chantajear”.

No es fácil, ni sencillo, ni siquiera tiene demasiado sentido tratar de blanquear tantos días, tantas noches, tantos años de odio, de enfrentamiento, de insultos y putadas. Y mucho menos intentar hacerlo charlando sobre la hora que llegaban ambos a sus casas, a altísimas horas de la madrugada y sobre, si al llegar, esquivaban o no el frigorífico para no engordar, “porque a esa hora hubieses vaciado la nevera”.

Todo empezó en 1990

Hay quien explica que cuando García abandonó la SER, De la Morena llevaba un mes en esa emisora. Hay quien explica, quien relata, que fue De la Morena quien ayudó al ‘Butano’ a bajar sus enseres hasta el coche y le llevó más de una caja de cartón hasta la calle. Y hay quien explica, quien cuenta, que alguien importante de aquella importante emisora le dijo a García antes de que arrancase su coche: “Este que te acompaña ahora será quien tome, algún día, tu relevo y se siente en tu silla”.

Observadores de semejante pelea, que duró, como poco, 14 años, afirman que la guerra arrancó en el Mundial de fútbol de Italia-90, cuando De la Morena contrató, bajo mano y por varios millones de pesetas, a Luis Suárez, seleccionador español, que se comprometió a hablar solo con ‘Joserra’. García montó el número (normal, claro), protestó, provocó que De la Morena le llamase “Osama García”, se negase a rectificar y, al final, fue suspendido de empleo y sueldo.

José Ramón de la Morena y José María García, en el inicio de su charla.

José Ramón de la Morena y José María García, en el inicio de su charla. / EL PERIÓDICO

Es hermoso y hasta tierno, decir y escribir que “a veces, la rivalidad nos ciega, pero lo importante es saber cuándo es momento de cerrar heridas”. Pero, repito, qué hacemos ahora con los soldados, que asisten a la mayor carcajada de ‘Joserra’ cuando oye a García decir que, después de dejarse media vida en la radio y en la profesión, ahora “intento aprender a jugar, de una puta vez, al mus”.

Descamisado y trajeado

De la Morena, descamisado, con sus iniciales grabadas en la camisa, García, trajeado, impecable, elegantísimo. Cincuenta minutos hablando de ellos. Bueno, quien más habla es el ‘Butano’, porque es quien más historia tiene a sus 81 años y, sobre todo, el ejemplo a seguir. La intención del encuentro es, según parece, como reconoce De la Morena, “no sé si fuimos buenos ejemplos, pero, al menos, que esta conversación sí sirva de ejemplo”.

García no cree que fueran ejemplo de nada. O sí. “Hemos sido mal ejemplo, demasiado bueno no fuimos, no. Eso sí, trabajamos duro, tuvimos excesos, fuimos rebeldes con nuestras empresas, no nos dejamos manejar, pero algo bueno sí hemos dejado, sí”. Los dos reconocen que el poder lo tenían sus radios, no ellos, aunque DLM insiste en que él ha visto el poder que tenía García en todas partes, hasta pensar que había hablado con Franco. “No, no, yo con Franco no hablé nunca. Con el emérito, sí, que un día le contó a la reina, delante de mí, que yo era el culpable de que él tardase en dormirse”.

García insiste en que "la radio de ahora es una mierda, yo el otro día escuche a Juanma Castaño y es una mierda". "Perdona, José María, Juanma trabaja mucho", apunta DLM. "Sí, en la cocina".

Los dos, cómo no, reconocen que han hecho muy buena radio. “Nosotros divertimos a la gente”, dice García, que es quien más habla en el programa. “Nos jorobamos mutuamente, pero hicimos muy buena radio, no como la de ahora que no vale nada, que no es valiente, ni independiente, nadie va a los sitios, nadie investiga, nadie denuncia. El otro día escuché el programa de Juanma Castaño y es una mierda”. ¿Una mierda? “No, hombre, no, que Juanma trabaja mucho”, apunta De la Morena. “Será en la cocina”, añade García.

Hubo un momento gracioso, muy gracioso, cuando DLM le dice a García si su rivalidad se parece en algo a la de Motos y Broncano. “Eso es una broma, hombre, una broma, dos muñequitos comparado con aquello”. Y los dos, que en ningún momento de la charla, que dura 50 minutos, se echan en cara todo lo que se llegaron a decir, a escupir, a pelear, insisten en que trabajaron duro, muy duro, sin poder dedicarse a su familia, a sus hijos.

"Lo de Negreira, lo inventó antes el Real Madrid, de la mano de Raimundo Saporta y Santiago Bernabeu cuando contrataron de director general a Antonio Calderón, el hombre de los árbitros", explica García

“Es por eso que, ahora, me dedico a mis nietas, pero yo jamás aprendí a cambiar pañales, para qué”, dice García. “Yo, tampoco”, añade De la Morena, sin estar demasiado orgulloso de ello o no tanto como el Butano, que reconoce que lo primero de todo para triunfar es tener suerte, luego trabajar mucho, duro y ser valiente. “Nosotros hemos vivido los mejores años de la historia del deporte español y, encima, como ocurre en política, con los peores dirigentes”.

El Negreira del Madrid

García, que lo ha contado más de una vez, insistió en que él siempre prefirió comerse un buen bocadillo de sardinas “que son buenísimos” de pie, “que una lata de caviar, de rodillas”. Y, desde luego, lo que no tiene García es ganas de volver. “¿Yo? ¿a los 81 años? ¡pero qué dices! Yo ya solo tengo ganas de vivir pacíficamente, de que a los míos y a mis amigos no les pase nada y confiar que el cielo me proteja”.

Y, por cierto, García le contó a DLM que ‘lo de Negreira’, el primero en inventarlo fue el Real Madrid. “Mira, el Real Madrid fue y será grande porque fue el primer club que trabajó profesionalmente. Estaba Raimundo Saporta con Santiago Bernabéu y un día, Saporta le dijo a Bernabéu que necesitaban contratar a un director general porque aquello se había convertido ya en un club importante. Y fue cuando contrataron a Antonio Calderón... Era el hombre de los árbitros”.

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