BENFICA-BARCELONA (0-1)
El Barça regala otra gesta en Lisboa: victoria con diez
Szczesny se agigantó en la portería, parándolo todo, y Raphinha volvió a ejecutar a los portugueses

Raphinha celebra el gol marcado para el Barça en Da Luz. / Reuters


Joan Domènech
Joan DomènechPeriodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Vibrante volvió a ser el Benfica-Barça. Menos apoteósico por la falta de goles, pero tan o más convulso por los acontecimientos que se sucedían, todos adversos para los azulgranas. Los soportaron y los superaron, hasta el punto de ganar un partido jugando con diez. En la Champions, en octavos de final, merece categoría de gesta.
Nombres de una labor coral
En una fantástica actuación coral, en la que Iñigo fue un valladar, De Jong se derrengó, Lewandowski se entregó como pocas veces y Pedri se multiplicó para que el Barça pareciera que jugaba con superioridad y no con uno menos, hubo dos nombres sobresalientes por encima de todos. Protagonistas también del primer Benfica-Barça de enero.
Wojciech Szczesny se agigantó en el escenario que estuvo a punto de devorarle. Su experiencia le permitió aguantar y redimirse, hasta cuajar una labor sensacional deteniendo todos los remates lisboetas (ocho paradas) y transmitiendo una serenidad a sus compañeros que no se paga con dinero, sino que se obtiene con años.

Pau Cubarsí derriba a Pavlidis y recibe la tarjeta roja en la primera mitad del Benfica-Barça en el Estadio Da Luz de Lisboa. / Afp / Patricia de Melo Moreira
Roja a Cubarsí
El veterano resistió todos los embistes y Raphinha volvió a ejecutar al Benfica. Otra vez. El solo. Con un tirazo extraordinario raso, envenenado, que heló al estadio, humeante por las bengalas y malhumorado por la frustración repetida.
El Barça cargó con el lastre de jugar con uno menos desde el minuto 22. Cubarsí fue expulsado siendo el último hombre al derribar a Pavlidis. No le paró la primera vez, cuando el griego metió tres goles, y lo paró mal en la segunda hasta el punto de marcharse a la calle. Uno de los riesgos que se contraen con la defensa adelantada. Al Barça le pasó algo parecido en el estreno de la Champions con Eric en Mónaco. Aquella pérdida costó la derrota pero ningún perjuicio posterior.

Raphinha festeja su gol, el 0-1 del Barça al Benfica en el Estadio Da Luz de Lisboa. / Afp / Filipe Amorim
Sólo cuatro faltas
Con cuatro faltas cometidas en el primer tiempo, el Barça se marchó al descanso con un central expulsado y uno amonestado (Araujo) después de que Iñigo recibiera un claro plantillazo de Barreiro. Un castigo inhumano que le infligió el árbitro Zwayer, compatriota de Flick y a quien no se le advirtió ningún signo de magnanimidad.
Ni al Barça se le adivinó miedo alguno. Con toda la segunda mitad por delante, el equipo se mentalizó para vivir en la agonía y resistir como fuera. Nadie de los azulgranas firmaba el empate porque surgían oportunidades por la pésima organización defensa de los lusos, como se confirmó. Raphinha pescó un mal pase de Silva a Carreras para interceptarlo y chutar tras un par de zancadas. Sin pensárselo mucho, nada. Había desperdiciado antes dos ocasiones por mirar a los demás y no mirar a la portería.

Iñigo Martínez protesta al colegiado alemán Félix Zwayer la expulsión de Pau Cubarsí en la primera mitad del Benfica-Barça en Lisboa. / Afp / Filipe Amorim
Los porteros paran
El Barça brilló por su aplomo y su concentración, reduciendo al mínimo los errores, pese a que había salido con la caraja inicial de nuevo. En segundos remató Aktürkoglu y al minuto lo hizo Barreiro. La diferencia radicó en que Szczesny, esta vez, empezó parando. También Trubin en una triple intervención a bocajarro con Olmo, Lewandowski y Lamine Yamal. Los porteros se hicieron perdonar pronto, y no tanto los demás con los espacios libres que concedían y los deficientes remates que se conectaban en situaciones francas. El polaco siguió parando y el ucraniano se comió el lejano pero envenenado tiro de Raphinha.

La plantilla azulgrana, jubilosa, al final del encuentro. / Valentí Enrich / SPO
Del Barça de enero al Barça de marzo hubo tres cambios en el inicio: Iñigo, lesionado entonces, entró por Araujo; Olmo, también de baja, relevó a Gavi, y De Jong, que se ha impuesto a Casadó. Dotaban las novedades de un perfil más ofensivo al equipo. Como si lo necesitara después de la experiencia anterior con el 4-5.
Todo saltó por lo aires pronto por la expulsión de Cubarsí, que obligó a una recomposición general. Flick redujo el centro del campo a un doble pivote (De Jong y Pedri) para resistir más de 70 minutos y todo el tiempo que se añadiera. Un sobreesfuerzo con el premio de una sensacional victoria.
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