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La revolución del ciclocomputador: mitad robot, mitad ciclista

El rendimiento y el progreso de los corredores profesionales, y también el de los cicloturistas, ha mejorado gracias a las pequeñas computadoras que llevan en las bicis y que les aportan todos los datos físicos y de seguridad que necesitan.

Una muestra de los datos del ciclocomputador después de un entrenamiento

Una muestra de los datos del ciclocomputador después de un entrenamiento / WAHOO ESPAÑA

Sergi López-Egea

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Mitad robot, mitad humano; así se podría calificar ahora al ciclista profesional y hasta al cicloturista avanzado que han visto cómo el rendimiento general y el progreso en todos los aspectos -incluso el descanso- han mejorado ostensiblemente estos últimos años gracias a la utilización masiva de los ciclocomputadores, unos pequeños aparatos, en formato similar a un móvil, que ubican en el manillar de las bicicletas y que les aportan todos los datos que necesitan tanto a nivel deportivo, comunicativo y de seguridad.

“Gracias a los ciclocomputadores los ciclistas profesionales ahora entrenan menos horas, van más rápido y rinden mucho más”, resume en una frase el excorredor profesional Óscar Pereiro, vencedor del Tour de 2006. “Recuerdo que nosotros íbamos con un cuentakilómetros que llevaba un imán que colocábamos en un radio y como máximo, a finales de los 90, ya conseguías disponer de la velocidad media, unida a la distancia y la velocidad real al acabar un entrenamiento o una competición”, recuerda Xavi Llovet, triatleta que fue olímpico en los Juegos de Atenas de 2004.

Comprobando el ciclocomputador ante una contrarreloj

Comprobando el ciclocomputador ante una contrarreloj / MOVISTAR TEAM

Los ciclocomputadores se han convertido en la auténtica revolución del ciclismo (o de deportes como el propio triatlón) y han transformado en verdaderos dioses de la carretera a jóvenes corredores que ya han crecido entregados a la técnica informática que les aporta estos aparatos; con Tadej Pogacar a la cabeza. “Tenemos tantos datos que es imprescindible la aportación de un profesional para poderlos interpretar ya que el corredor trabaja ahora en lo que podríamos denominar un campo multifactorial. Están permanentemente conectados, incluso cuando duermen, y nosotros podemos establecer las bases de un entrenamiento idóneo desde la calidad del sueño y con todos los cánones que nos da un ciclocomputador”, indica Iván Velasco, preparador físico del conjunto Movistar.

El ciclocomputador tiene tantas funciones que hasta es necesaria una correcta instrucción informática para usarlas todas y no equivocarse. El GPS incorporado sitúa al corredor en la zona que recorre con la bici, le permite disponer de mapas para no perderse, localizar un puerto concreto y seguir una ruta determinada de forma similar a los navegadores de los móviles o los incorporados a los vehículos a motor. Pero, en su caso, además, ellos pueden incorporar o guardar el camino realizado. Disponen también de los datos de temperatura, velocidad, altimetría y dirección del viento, la imprescindible medida de los vatios, esencial en los entrenamientos, cadencia de pedalada, pulsaciones y hasta puede controlar los valores de la glucosa. Mantiene a los corredores geolocalizados, con lo que aumenta la seguridad ante cualquier emergencia física o mecánica, hasta cubre las funciones de mensajería instantánea (WhatsApp o Telegram) y aviso de llamada para no tener que sacar el móvil de los bolsillos del ‘maillot’.

El ciclocomputador Coros, uno de los últimos incorporados al mercado

El ciclocomputador Coros, uno de los últimos incorporados al mercado / COROS

Después del entrenamiento o la carrera los datos suelen volcarse en algunas de las aplicaciones disponibles; de forma pública, generalmente a través de Strava (la comunidad más amplias con 135 millones de usuarios en 190 países que muestran los recorridos efectuados con todos los datos); o privados, con herramientas online como TrainingPeaks, que es, por ejemplo, la que usan en el conjunto Movistar entre los ciclistas y los preparados físicos.

“Los corredores suben a la nube los datos al terminar los entrenamientos y los preparadores los analizamos. Es una comunicación privada a la que tienen acceso también los directores deportivos, pero, en cambio, un ciclista no puede saber lo que realiza un compañero”, explica Velasco.

Los mapas, en el ciclocomputador

Los mapas, en el ciclocomputador / S.L-E.

De este modo, con toda esta información, los ciclistas ya alcanzan un grado óptimo de preparación al inicio de la temporada, con lo que las estrellas ya se lucen durante las carreras de invierno donde, salvo contadas excepciones hace unas décadas, la mayoría de las figuras esperaba hasta entrada la primavera para empezar a destacar. “Los ciclocomputadores nos ayudan a conocer más a nuestro cuerpo, incluso a los ‘jubilados’. Gracias a todos los datos de los que se dispone, un corredor puede alargar mucho más su pico de forma y entrenar menos; aunque siempre acompañado de una buena dieta”, comenta Pereiro.

El progreso

“El progreso ya ha entrado con fuerza tanto en el ciclismo como en el triatlón. Quizá se ha perdido un poco la magia de la improvisación. Pero para el deportista profesional es una enorme ventaja que el preparador físico pueda chequear el entrenamiento a distancia, sin moverse de casa, y saber sí has hecho o no una buena sesión, con la ventaja de poderla corregir”, afirma Llovet.

No son unos aparatos excesivamente caros, ya que se pueden encontrar en el mercado a partir de los 300 euros. Las marcas utilizadas por los equipos profesionales, normalmente patrocinados, son Garmin y Wahoo, dos empresas estadounidenses que se reparten a las principales figuras del ciclismo.