Apunte
Un rato en el paraíso, por Jordi Puntí

Pedri, durante el 4-4 contra el Atlético en Montjuïc. / Jordi Cotrina


Jordi Puntí
Jordi PuntíEscritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Infierno, Paraíso y al final un empate que nos lleva al Purgatorio. El Barça reordenó ante el Atlético de Madrid la lectura de la Divina Comedia de Dante. En un partido capicúa, los diez minutos iniciales y los diez finales fueron para el Atlético, y en medio los 70 restantes nos ofrecieron una oda blaugrana: la insistencia, el dominio, el arrojo de la juventud, los genios, la combinación feliz de un talento colectivo que divierte y enseña.
“Dejad fuera toda esperanza”, parecía decir el 0-2 a favor de los colchoneros en el minuto seis de partido, como invitándonos a entrar en el Infierno. Pero los duelos contra el Atlético tienden a la desmesura, ya lo sabemos, y enfrente estaba un grupo salvaje —gracias, Javier Marías— que nunca iba a darse por vencido. Fueron cuatro goles y podrían haber sido más, pero en casa somos más de la forma que del contenido, del cómo que del qué. Lo que nos importa es como se consiguieron esos goles, la intensidad que atosigaba al Atlético: la rapidez de los pases y los desmarques, las recuperaciones inmediatas. La alegría con que los chicos se soltaron y empezaron a combinar con pases, caños, tacones y espuelas, pero sin adornarse como un verso barroco pero inútil, no, qué va: cosían las jugadas con todo el sentido de la efectividad.
Hubo un tiempo en que estos partidos los grabábamos en vídeo o en DVD para no olvidarlos, casi como un código tribal: conservar el estilo para que lo aprendan las futuras generaciones. En la era digital ya no hace falta, y quizás la mejor huella sean los grupos de Whatsapp, los diálogos con los amigos que nacen espontáneamente durante el partido. “Pedri, Pedri, Pedri, Pedri”, escribíamos el martes una y otra vez.
Con el 4-2 podría haber llegado el quinto, pero llegaron los cambios, el cansancio, y contra el Atlético ya se sabe. Si esto no fuera una eliminatoria de Copa, diría que el resultado es lo de menos y lo importante es que el fuego del juego es del Barça. Pero no es del todo cierto: este empate nos obliga a salir del Purgatorio para volver al Paraíso. Dante, querido, sé nuestro guía en el Metropolitano.
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