GOLF

¿Puede Trump convertirse en el gran pacificador del golf mundial?

Trump, en una partida de golf.

Trump, en una partida de golf. / REUTERS

Albert Guasch

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Donald Trump posee 18 complejos de golf en todo el mundo, la mayoría en EEUU, y juega con profusión. Se le contabilizaron 307 partidas durante su primer mandato. De todos los presidentes norteamericanos, gremio de por sí muy aficionado al deporte de los birdies y los bogeys, exhibe posiblemente el swing más feo, pero a la vez el más efectivo, pues ningún inquilino de la Casa Blanca ha bajado tanto su handicap como él, a 2,7 según los últimos datos (el segundo mejor golfista ha sido Joe Biden).

Ahora, aparte de comprar hoteles con greens y jugar mucho, quiere convertirse en el gran pacificador -término que le encaja raro- del mundo del golf, dividido con acritud desde la sonora irrupción del circuito saudí LIV y todos sus petrodólares hace tres años. Por culpa de esta ruptura, muchas estrellas destacadas siguen excluidas de los torneos del PGA Tour.

El propio PGA, el DP World Tour (circuito europeo) y el LIV llevan meses negociando la reunificación de los circuitos sorteando todo tipo de obstáculos, el primero el resquemor mutuo (en particular desde la huida de Jon Rahm por 500 millones al engranaje saudí) y el segundo el del Departamento de Justicia y sus leyes antimonopolio. Fuera de órbita Biden y con Trump colocando a sus fieles en todas partes, la entente parece cercana.

Rahm, como el día, con un inicio 'gris' en el Abierto Británico

Rahm, como el día, con un inicio 'gris' en el Abierto Británico / REUTERS

Así lo desveló el propio PGA en un comunicado emitido este jueves, en el que hizo constar que el "acuerdo final" está próximo gracias al "liderazgo" y la participación decisiva en las negociaciones del presidente de EEUU. "Sabemos que los aficionados al golf esperan con ansias una resolución de las negociaciones y queremos agradecer al presidente Trump su interés y su apoyo continuado al golf. Le pedimos al presidente que se involucrara por el bien del golf, el bien del país y de todos los países afectados", dice la nota firmada por el comisionado Jay Monahan y los representantes de jugadores Tiger Woods y Adam Scott. Una nota que llegó después de una reunión en la Casa Blanca entre Trump y Monahan. Woods no pudo asistir por el fallecimiento de su madre.

Complicidad absoluta

La complicidad entre Monahan y Trump se percibió poco después de las últimas elecciones, cuando ambos jugaron una ronda en Florida. Monahan le necesita en la parte burocrática y en la diplomática. Es decir, para que el Departamento de Justicia sea menos estricto con la regulación 'antitrust' y para engrasar las negociaciones con LIV, dados los vínculos comerciales entre el mandatario y Arabia Saudí. No en vano el circuito saudí organiza torneos en campos que son propiedad de Trump en Nueva Jersey, Florida y Washington, D.C.

LIV Golf echó a andar en 2022 y sedujo con cambios en el juego y, sobre todo, mucho dinero, a grandes estrellas del golf mundial que abandonaron los cuadros de torneos tradicionales, entre otros el mentado Rahm, Sergio García, Brooks Koepka, Phil Mickelson o Bryson DeChambeau. Este último apareció en campaña junto a Trump con la gorra roja del Make America Great Again.

No solo el comunicado del PGA demuestra que el camino para la reunificación se va pavimentando. El miércoles, la Asociación Estadounidense de Golf anunció para esta temporada luz verde para que los jugadores del LIV puedan disputar el US Open, si no tienen el derecho ya ganado, convirtiéndose así en el primer torneo del Grand Slam en brindar una exención.

Ahora falta conocer los términos del acuerdo, si se acaba produciendo. Qué tanto por ciento del PGA se quedará el fondo saudí que financia el LIV. Y quién presidirá el circuito reunificado. Puede darse por descontada una escena de Trump pavoneándose y el resto, arrojándole piropos. Dijo en campaña que en 15 minutos arreglaría la llamada guerra civil del golf. El pacificador en jefe nos lo recordará. Fijo.