EL ANÁLISIS
Las claves del Barça-Alavés: Lewandowski devuelve el favor al Espanyol
La crónica: Pedri hace soñar al Barça con la Liga
Flick: "No vi al Madrid, me fui a dormir. Hemos dado una buena respuesta"

Lewandowski y Fwremín celebran el gol del delantero polaco que abría el marcador ante el Alavés. / Jordi Cotrina


Joan Domènech
Joan DomènechPeriodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Favor con favor se paga, y el Barça correspondió al Espanyol. Habían vencido los blanquiazules al Madrid la noche anterior, con lo que frenaban la trayectoria del líder y abrían la opción de que los azulgranas pudieran recortar tres puntos de la desventaja que tenían en la tabla. El Barça compensó a su vecino con el triunfo sobre el Alavés que revalorizaba el triunfo de Cornellà, ya que mantenía a los vitorianos en la plaza de descenso de la que había escapado el Espanyol.

Fermín, Raphinha e Iñigo Martínez festejan con Lewandowski el 1-0 del Barça al Alavés en Montjuïc. / Jordi Cotrina
Lewandowski cumple los 30
Los goles más valiosos son los decisivos para el signo del resultado, y el de Robert Lewandowski pasa a la colección de los más preciados porque reportó los tres puntos. Con uno bastó. Al Alavés le metió tres en Mendizorroza.
El gol que caracteriza a un especialista del área al intuir hacia dónde iría el balón rematado por Lamine Yamal. De la nada apareció Lewandowski junto al palo para evitar que ese remate saliera fuera. Así se desatascó un duelo que empezaba a cultivar la maldición de los cuatro partidos sin ganar con este horario (14 horas).
Ya son 30 los goles que suma Lewandowski, lanzado a batir sus registros anteriores con el Barça. Anotó 33 tantos en la Primera (22-23), 23 en la Liga; fueron 26 en el pasado curso, con 19 en el campeonato. El logrado ante el Alavés era el 18º de la Liga que le consolida al frente del Pichichi.

Lamine Yamal inicia una jugada de ataque durante el Barça-Alavés en Montjuïc. / Jordi Cotrina
Siete regates de Lamine Yamal
Valió la pena pagar la entrada sólo por la jugada que firmó Lamine Yamal. Adquirió valor por ser lo único decente de un duelo brusco, repeleto de interrupciones. Una jugada messiánica, en la que se zafó de siete adversarios en carrera, sin que nadie pudiera arrebatarle el balón; sin que pudieran tampoco derribarle para cortar su sinuoso avance hacia la portería.
Lamine recibió el cuero en la mitad de campo azulgrana, prácticamente delante del banquillo. Con el control orientado burló a Manu Sánchez y Conechny y emprendió una vertiginosa e imparable aventura en la que aparecían obstáculos. Saltó Guevara, también Blanco, repitió Conechny, que le seguía sin atraparle. Lo intentó Guridi y lo probó otra vez Guevara. Lamine vio abierto y libre a Raphinha y le envió el balón que con tanto esfuerzo había conservado. El tiro cruzado salió fuera.

Balde, en una jugada de ataque del Barça-Alavés de la primera mitad. / Jordi Cotrina
Cambios drásticos
Vio clara Flick la propuesta del Alavés. Seguramente lo viera cuando Mourinho y Guevara saltaron sincronizados a por un balón aéreo con Lewandowksi. Primero le golpeó uno y a continuación, el otro. El primer tiempo terminó con 12 faltas del Alavés y 5 del Barça, amonestado dos veces.
Faltaba ritmo y pase en el Barça y el técnico decretó dos cambios relevantes en el descanso. Sustituyó a Araujo, que había visto una amarilla, por Eric Garcia, y a Marc Casadó por Frenkie de Jong. Hombre por hombre pero con distintas características. Más pases y más ritmo. El equipo recuperó el hilo que había perdido en la abrupta primera mitad y se dedicó a jugar. Emergió entonces un sensacional Pedri para gobernar el duelo desde la calma y la paciencia.

Munuera Montero habla con Raphinha durante el partido. / Jordi Cotrina
Un arbitraje desigual
No era fácil por la actitud del Alavés. Las interrupciones fueron constantes. Con Eduardo Coudet ha incrementado el promedio de faltas habitual y lo superó en Montjuïc. Las faltas señaladas, cabe precisar, por Munuera Montero, un ejemplo de tolerancia con los reiterados agarrones de los futbolistas babazorros.
Ocho faltas pitó al Barça y 20 al Alavés. El Barça se llevó, en cambio, cinco tarjetas amarillas. Una de ellas por protestar. La de Raphinha, que se marchaba refunfuñando al ser sustituido porque Mouriño había increpado a Fermín cuando estaba tendido en el suelo tras una patada. Munuera lo ignoró pero acudió raudo a Raphinha cuando ya estaba caminando hacia el banquillo.
Quien mejor podría hablar del trato desigual fue Lamine Yamal, pateado y arañado por Manu Sánchez, que salió indemne del castigo al que sometió al azulgrana. En cambio, Lamine Yamal veía la amarilla en una entrada en la que rebañó el balón, segundos después de que Fermín también fuera amonestado.

Gavi abandona el terreno de juego lesionado al sufrir un golpe en la cabeza durante la primera parte del Barça-Alavés en Montjuïc. / Jordi Cotrina
14 minutos de Gavi
Duró poco en el campo Gavi. Solo 14 minutos. Se jugaron muchos menos. Ni la mitad. Y por la intervención directa del centrocampista, responsable de haber reducido el tiempo de juego. En primer lugar, por una falta de Gavi a Tenaglia en la disputa de un balón dividido que requirió la entrada de los médicos para atender al defensa del Alavés, lo que le valió la tarjeta. Era el minuto 6.
Nada más reanudarse el juego, en un balón aéreo, Gavi saltó y chocó con Conechny. Cabeza con cabeza. Cayeron al suelo conmocionados. Más de cinco minutos debieron ser atendidos. Entraron los médicos, otros asistentes con los aparatos de reanimación y finalmente las dos camillas motorizadas.
Gavi se levantó y caminó hacia la banda, pero Conechny salió en camilla. Gavi se resistía ser sustituido pese a que sus compañeros y los médicos habían hecho gestos para que se preparara un relevo. Fermín salió a calentar. El doctor Carles Miñarro intentó convencerlo; a continuación se acercó fue Hansi Flick, con gestos de cariño que insinuaban una explicación didáctica para retirarle.
El valeroso futbolista se marchó caminando a los vestuarios y de ahí hacia el hospital, para ser revisado y descartar una posible lesión. Es el protocolo cuando se producen traumatimos craneoencefálicos. Tras la visita de control regresó a casa.
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