ESPANYOL-MADRID (1-0)
El Espanyol aniquila al Madrid con su propia medicina: un contrataque en el minuto 85
Los dos laterales, El Hilali y Romero, culminan una impetuosa salida blanquiazul para huir de la zona de descenso asestando a los blancos la tercera derrota liguera

Los jugadores del Espanyol celebran el gol de Romero contra el Madrid en Cornellà. / Efe


Joan Domènech
Joan DomènechPeriodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Con la medicina que suele suministrar castigó el Espanyol al Madrid. Con un contraataque decidido, fugaz, que pilla por sorpresa a la defensa rival. Perfectamente trazado con una intercepción en el costado izquierdo (a Modric, recién entrado, el más fino de los suyos), con una progresión de Antoniu Roca, fresco y valiente, una apertura a la banda donde aparece el desvergonzado El Hilali, el lateral derecho, y un centro pasado que remata Carlos Romero, el lateral izquierdo.
Un gol ejemplar, maravilloso, casi impropio de un equipo que se debate en el descenso y que esa alegría, buscada, provocada, nada gratuita, le permitió emerger de la zona roja de peligro, alimentando las ilusiones de la salvación el día que venía el rival más temible. Le aturdió con una inyección tardía en el minuto 85, característica de un Madrid esta vez escaso de ideas, obcecado en entrar por el centro, atascado y que, en última instancia, chocaba como rebotaban los balones en las manos y los brazos de Joan García.
Rüdiger cae al cuarto de hora
Perdió el Madrid el tercer partido de la Liga (al heroico Espanyol le antecedieron el Barça y el Athletic), perdió tres puntos con los que contaba y perdió a Antonio Rüdiger. El central, finalmente, reventó. Al cuarto de hora. Había comparecido con un aparatoso vendaje que daba a intuir que se aguantaba con hilos el central alemán, el futbolista más utilizado por Ancelotti. Ni un descanso ha podido darle, por el alud de bajas defensivas (Militao, Alaba…) y ni ha querido darle por su desconfianza en otros jugadores, tales como Vallejo (10 minutos frente al Alavés en toda la temporada) o Asencio, al que rescató desde el banquillo. Alaba no se quitó el chándal. Ni Vallejo, por supuesto. La gestión de Ancelotti volvió a quedar en entredicho.
Será una baja sensible para los futuros tiempos, no para sostener al equipo ante el Espanyol. Roberto era un islote rodeado de futbolistas naranjas, una referencia lejana para salir desde atrás. El cuadro blanquiazul se consagró a estar concentrado y ordenado, virtudes muy útiles para evitar los errores defensivos.

Mbappé se echa las manos a la cabeza cuando el árbitro Muñiz Ruiz, al fondo, señala el final del partido. / Valentí Enrich
Fichajes titulares
Se cerró estupendamente el Espanyol, que sólo toleró en el primer tiempo un disparo de Bellingham que detuvo fácilmente Joan García. Más apuros pasó Courtois para detener uno de Jofre Carreras. Ese pobre bagaje colectivo explicaba perfectamente el empate inicial. La victoria iba a exigirle un esfuerzo mayor por mucho que el Espanyol esté en posición de descenso. El drama blanquiazul reside en su espantosa debilidad fuera de casa (dos puntos obtenidos), pero no afloja al abrigo de los suyos, que se han echado al lado del equipo para salvarle en vistas de que el presidente no da señales de vida. Al menos, ha autorizado dos refuerzos, Urko y Roberto, que formaron como titulares, prueba de la fe que tiene en ellos Manolo González.

Kylian Mbappe es atendido en el césped tras una entrada de Romero. / AFP7 vía Europa Press
Los brazos de Joan Garcia
Los ataques de ambos equipos fueron contenidos, de muy escaso atrevimiento y, por tanto, frente a defensas pobladas. Los recursos madridistas, sin embargo, son cuantiosos. Estuvo espeso Vinicius en su regreso, pero Rodrygo supo forzar faltas al borde del área que se convertían en oportunidades. Bellingham apretó otra vez a Joan Garcia, que sacó un brazo para desviar el fusilamiento de Mbappé a su rechace.
Tres remates en hora y pico obligaban al Madrid a espabilar. Y espabiló. Ante la evidencia de que el juego se limitaba a la parcela propia, González retiró a Puado para dar entrada a Calero. La conformidad con el punto conservado. Pero el valor que han infundido a sus hombres, el sentimiento de orgullo y la obligación de entregarse, desbordaron sus previsiones. Romero se había salvado de una posible expulsión (vio la amarilla) y se sentía tan vivo que saltó enloquecido a buscar el tesoro más valioso: ganar al campeón.
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