LA COMPARECENCIA
Laporta acusa "al entorno" de los males del Barça
El presidente del Barça insiste en que las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor son válidas y acusa a la oposición de alinearse con los enemigos del club

EFE


Joan Domènech
Joan DomènechPeriodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Las comparecencias de Joan Laporta son extraordinarias, por escasas, y las que se producen generan una enorme expectación: en los medios de comunicación e incluso entre miembros del club que apenas tienen acceso a él. El escándalo de las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor -escándalo por las sonoras repercusiones que ha suscitado- ha empujado a Joan Laporta a comparecer para dar explicaciones a los socios azulgranas. Y a los socios les ha asegurado que el club va como la seda. Que se ha recuperado económicamente, que ahora dispone de la regla 1.1 para poder fichar con normalidad "y ha dejado de estar intervenido por LaLiga" y que toda la mala imagen que rodea a la entidad es producto de la malicia "del entorno".
El entorno. Igual que hace 30 años cuando Josep Lluís Núñez acusaba a personas, fuerzas e instituciones de criticar y erosionar con el objetivo de desestabilizar al Barcelona y a su presidente, Laporta reafirmó la existencia de "un falso relato apocalíptico" que se efectúa de los hechos "por desconocimiento o mala fe o ambas cosas". Involucró en esa campaña a gente de fuera y "de dentro del barcelonismo".

Joan Laporta / JOSEP LAGO / AFP
Bilis y odio
"Pobre el Barça si cae en manos de según qué personas", dijo, antes de resaltar que "algunos miembros de la oposición han tenido la oportunidad de oro de demostrar que aman al Barça y la han desaprovechado". Como su predecesor Núñez, como todos aquellos que azuzan agitando la existencia de enemigos, Laporta no dio ningún nombre de quienes "han dejado mucha bilis y han destilado odio". Interpelado por personas concretas, rehuyó la alusión directa. Solo les recriminó que se unieran "a quienes intentan perjudicar y desestabilizar al club y al equipo".
Pero el Barça funciona, asegura Laporta. Se ha recuperado y goza de "una tesorería robusta" sin que el potencial deportivo del equipo se debilite pese a que está enfrascado en la construcción de "un estadio nuevo, no es solo chapa y pintura". A todos les invitó a que se unan para disfrutar de "un equipo tan competitivo y tan joven" como es el de Hansi Flick. El triunfo de la Supercopa reforzó la intervención de Laporta, prevista de antemano. "Volvemos a ser una referencia mundial en el mundo del fútbol", proclamó con entusiasmo.

Laporta levanta la Supercopa tras ganar al Madrid (2-5) en la final de Yeda. / Afp
"Mucho tendrán que trabajar los desestabilizadores de fuera y también los de dentro para tumbarnos. Mucho más tendrán que trabajar"
"Han intentado liquidarnos y no han podido tampoco esta vez", presumía el dirigente de la capacidad de resistencia del club y de sí mismo. Laporta dijo estar tan acostumbrado a recibir críticas que "traspasan todos los códigos deontológicos" que ha llegado a normalizarlas, pero anunció que no va a permitir "que se utilicen los ataques al presidente para atacar al club o desestabilizar al equipo".
Un instante en el que a Laporta se le quebró la voz, seguramente al revisar la importancia que había tenido el aplastamiento al Madrid en la final en este momento puntual, que ha calificado de "trascendental" en la historia del Barça. "Mucho tendrán que trabajar los desestabilizadores de fuera y también los de dentro para tumbarnos. Mucho más tendrán que trabajar", les emplazaba Laporta, que se sentía tan reforzado que, al final de la larga intervención expresó que estaba "disfrutando" al ejercer por segunda vez de presidente.

Florentino Pérez, presidente del Madrid, y Joan Laporta, del Barça, en la ceremonia de entrega de medallas tras la final de la Supercopa de España. / Efe / Alberto Estévez
El presidente azulgrana negó los incidentes que se le atribuyen sobre golpes e insultos a dirigentes federativos en el palco del estadio de Yeda. "Es mentira", subrayó, después de reconocer que se mostró vehemente "fruto de una euforia contenida con algo de indignación por cómo se había producido" tras lograr las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor, que detalló. También aceptó haber dicho cuatro cosas bien dichas a Rafael Louzán, presidente de la RFEF.
En tiempo y forma, precisó Laporta, eludiendo que todo se produjo en el último momento y para lo cual se necesitó la venta de 475 asientos vips -"la gestión del alquiler temporal de esas localidades", concretó- a una empresa de Qatar (75) y otra de Emiratos Árabes (400). El ingreso de Nike no había sido suficiente a ojos de LaLiga, que desde el día 27 de diciembre y hasta el día 31 iba pidiendo documentación adicional al Barcelona, seguramente escamada por el fiasco de la venta de Barça Vision dos años antes con la venta a los inversores árabes. Tampoco se dieron los nombres.
La inscripción de Olmo y Víctor, sin embargo, era provisional desde el verano. Laporta explicó que se les pudo incluir en el espacio que dejaba la lesión de Andreas Christensen, y que la posterior de Ter Stegen tampoco amplió el marco propicio por cuanto hubo que incluir a Wojciech Szczesny. Christensen va a recibir el alta médica esta semana.

Iñigo Martínez y Lamine Yamal festejan con Dani Olmo la conquista de la Supercopa de España sobre el Madrid en Yeda (2-5). / FCBARCELONA
La piedra en el zapato
Laporta presumió en septiembre de que el Barça podía haber accedido a la regla 1:1 si hubiera querido y lo repitió. "No firmamos con Nike porque creíamos que podíamos mejorar el contrato y así ha sido: hemos ganado 300 millones más", aseguró, remarcando que no hay ninguno mejor en la industria del fútbol. El dirigente quiso justificar el pago de los servicios de un intermediario (su amigo Darren Dein) que se ha embolsado, presuntamente, de 40 millones de euros como mínimo para acercar posturas entre dos marcas asociadas pero que no eran tan amigas.
"El contrato era una piedra en el zapato", confesó Laporta, que al volver al club en 2021 observó con sorpresa que las condiciones era muy similares a las existentes en 2010, sobre todo en la remuneración económica.
"Teníamos una estrategia de negociación y tuvimos que cambiarla", desvelaba el presidente del Barça, ya que se involucró también al departamento jurídico e institucional, además del comercial. Las disensiones acabaron en los juzgados con demandas cruzadas y la aparición de otra marca que elevó la tensión. "La desconfianza que se creó había que recuperarla y convinimos en buscar un mediador que acercara posturas". Con Dein llegaron las perdices del final feliz.
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