El rival del conjunto gerundense

El Logroñés, un matagigantes con denominación de origen

La Unión Deportiva, contrincante del Girona en la Copa, es el principal equipo de la capital riojana, una ciudad de 150.000 habitantes que sigue recordando las gestas de Primera con viejas glorias como Abadía y Pedro, hoy comerciantes a las puertas de la famosa calle Laurel.

Agustín 'Tato' Abadía, en su establecimiento de Logroño.

Agustín 'Tato' Abadía, en su establecimiento de Logroño. / SERGI LOPEA-EGEA

Sergi López-Egea

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Agustín Abadía, eterno bigote, al que por error una periodista puso como apodo ‘Tato’, con el que se quedó, se pregunta al igual que cientos de vecinos de Logroño: ¿cómo puede ser que una ciudad de 150.000 habitantes no tenga un equipo en una de las tres principales categorías del fútbol español? La Unión Deportiva y la Sociedad Deportiva, ambas compartiendo el nombre del glorioso Logroñés, pelean en la denominada Segunda Federación, un lío para los más profanos. Visten con los históricos colores rojiblancos del eterno Club Deportivo. La Unión Deportiva, más socios, más seguidores, más llenos en el no menos histórico estadio de Las Gaunas, el campo que siempre cantó los goles con mayor fervor, está llamada a proezas aún mayores que jugar contra todo un Girona, el primer visitante de Champions, una eliminatoria de la Copa del Rey.

Logroño es la capital del Rioja, solo faltaría, hasta en fiestas fluye agua con el color del vino en una de las principales fuentes de la ciudad. Un Logroño que crece, aunque ahora recorten carriles bici, a orillas del Ebro y que tiene una calle que se denomina Laurel, conocida en el mundo entero, donde un sábado por la noche se pueden reunir más de mil personas buscando la tapa y la copa de crianza en los 80 bares que hay en apenas 200 metros.

El Logroñés celebra en el vestuario la última victoria en la Liga.

El Logroñés celebra en el vestuario la última victoria en la Liga. / UNIÓN DEPORTIVA LOGROÑÉS

A las puertas de la calle Laurel resalta un establecimiento que se denomina La Casa de los Quesos y allí, junto al mostrador, siempre está una de esas personas que, cuando se entra al local, sirve para que uno se pregunte eso “de qué me suena esta cara”. Agustín Abadía, el mismo que hasta atiende en catalán a sus clientes que cambian el Mediterráneo por la cercanía de los viñedos un fin de semana, fue el alma del histórico Club Deportivo Logroñés, que militó en Primera antes de su desaparición por deudas entre 1987 y 1997, la década prodigiosa, en el viejo y desaparecido estadio de las Gaunas, hoy uno de los mejores campos de la cuarta división del fútbol con 16.000 espectadores, los que se quedaron con las ganas del ascenso un desgraciado domingo de junio de 2024 ante el Marbella, en el peor partido de la temporada.

Abadía compartió vestuario con su amigo Miguel Ángel Lotina, que sigue pasando temporadas en Logroño, con el obligado almuerzo mensual, para recordar los tiempos en los que Barça, Madrid, Atlético, donde también jugó, eran los asiduos visitantes de las Gaunas, más allá de la Copa y el Girona. Abadía también se fue al Compostela. Medio lesionado contempló desde el banquillo aquel solemne gol de Ronaldo con el Barça cuando se merendó a medio equipo gallego el 12 de octubre de 1996. “Me pasé toda la temporada lesionado. Creían que tenía un problema de pubis y al final fue una hernia que solucione en sólo 15 días, pero ya en el mes de mayo”. Ahora recita las maravillas de cualquier queso con la fortaleza de cuando no daba un balón por perdido.

Pedro, exjugador del Logroñés, el Atlético, y el Sevilla junto a su futería en Logroño.

Pedro, exjugador del Logroñés, el Atlético, y el Sevilla junto a su futería en Logroño. / Sergi López-Egea

A pocos metros de su negocio se encuentra el mercado San Blas, otra vía de comunicación a la calle Laurel. A las afueras, allí donde Abadía manda a cualquier cliente que se identifique como simpatizando del Atlético, se encuentra la frutería Pedro, con el producto hortícola premium de la ciudad. Y Pedro González, otro mito del Logroñés, atiende a los clientes junto a su familia. Pedro apenas estuvo una temporada en el club de la ciudad, adonde llegó procedente del Burgos. Pero fue un orgullo para el conjunto riojano cuando fichó por el Atlético. Por años que pasen jamás olvidará su gol de falta directa al Barça en el Calderón. Fue el 30 de octubre de 1993, con Johan Cruyff en el banquillo azulgrana. “Romário nos marcó tres goles antes del descanso. Pero pudo hacernos 20. También estaban en el campo Guardiola, Koeman y Laudrup. Jugaban de maravilla, pero en la segunda parte nos pusimos las pilas, los remontamos y acabamos ganando por 4-3. Yo metí el 2-3 de falta directa, que era mi especialidad”.

El equipo de fútbol 8 femenino de la cantera de la Unión Deportiva Logroñés.

El equipo de fútbol 8 femenino de la cantera de la Unión Deportiva Logroñés. / Sergi López-Egea

Hoy la Unión Deportiva reúne a la mejor cantera de la Rioja, 250 chavales de todas las edades, chicas y chicos, que crecen en la que está considerada como la séptima mejor ciudad deportiva de la geografía española. Son futbolistas que nutren una estructura de Primera División, a la espera de que resurja el mito del viejo Logroñés de Abadía, Lotina y Pedro, entre otros. “Tenemos a 245 jugadores de ambos sexos. Buscamos la calidad y los valores con 50 entrenadores y 14 equipos entre hombres y mujeres”, cuenta Eduardo Valdovinos, el director de cantera. Entre ellos están Marc Fernández que jugó en el Girona y Pol Arnau, hijo del inolvidable portero azulgrana.