PENÚLTIMO EN LA LIGA

Las claves del derrumbe del Espanyol: un club en combustión

El Girona destroza y hunde al Espanyol en Montilivi (4-1)

Máxima tensión y nervios en el Espanyol tras la goleada del Girona

Jofre y Cabrera, los jugadores del Espanyol, asisten impotentes al gol de Miovski, el delantero del Girona, en Montiliv

Jofre y Cabrera, los jugadores del Espanyol, asisten impotentes al gol de Miovski, el delantero del Girona, en Montiliv / Efe / Siu Wu

Marcos López

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La goleada recibida en Montilivi ha destapado todos los graves problemas deportivos e institucionales que atraviesa el Espanyol, situado ahora en la penúltima posición de la Liga, sometido a una enorme tensión que alcanza incluso a la propiedad ya que Chen Yansheng, el multimillonario que compró el club en enero de 2016, no pisa ni siquiera Barcelona.

El destrozo provocado por el Girona (4-1), con los cuatro goles en los primeros 27 minutos, ha descosido a la plantilla, que anda confusa y desorientada y al técnico: ya salen nombres como el de Sergio González para suceder a Manolo González.

Y hasta la propiedad se pone bajo sospecha. "¿Dónde está Mao?", preguntaban indignados los seguidores pericos a Fran Garagarza, director deportivo, en alusión al CEO de la entidad-, mientras la afición, desquiciada y harta, asiste al derrumbe del equipo. Los nervios aumentan en el club.

Rafael Bauza, el jugador del Espanyol, se lamenta durante el duelo contra el Girona en Montilivi.

Rafael Bauza, el jugador del Espanyol, se lamenta durante el duelo contra el Girona en Montilivi. / Afp

No levanta cabeza el Espanyol. Va encadenando derrota tras derrota cayendo hasta la zona más tenebrosa de la clasificación, flirteando con el descenso cuando apenas se llevan cuatro meses de competición. El equipo cae y nadie lo remedia. Suma solo una victoria en las ocho últimas jornadas. Una victoria y siete derrotas. No gana desde el pasado 5 de octubre cuando derrotó al Mallorca en Cornellà-El Prat (2-1).

Antes de ese día tres tropiezos (Madrid, Villarreal y Betis) y después de ese triunfo cuatro derrotas: Athletic, Sevilla, Barça y Girona. Se ha convertido, además, en un equipo transparente en el plano defensivo y estéril en ataque. Ha encajado 21 goles y tan solo ha marcado siete, cifras que delatan la monstruosa dimensión del problema que ahoga al conjunto blanquiazul.

El calendario hasta final de año le ofrece una posibilidad que, al mismo tiempo, podría convertirse en una venenosa trampa. El sábado 30 recibe en su estadio al Celta, luego viaja el lunes 9 de diciembre a Getafe, llega Osasuna a Cornellà-El Prat el sábado 14, mismo escenario para la visita del Valencia (miércoles 18), antes de cerrar el 2024 en Las Palmas (domingo 22). O sea, cinco encuentros que decidirán muchísimas cosas.

Manolo González, el técnico del Espanyol, da instrucciones a sus jugadores en el partido contra el Girona en Montilivi.

Manolo González, el técnico del Espanyol, da instrucciones a sus jugadores en el partido contra el Girona en Montilivi. / Efe / Siu Wu

Él, pese a la grave crisis deportiva que asola al Espanyol, no se plantea irse. No quiere Manolo González, un técnico llegado desde el fútbol de barrio a la elite, abandonar a la primera gran adversidad. Pero la derrota en Montilivi ya provocó que el debate sobre su continuidad sea de carácter público. Y en la sala de prensa del estadio del Girona le llegaron a preguntar, tras el 4-1 encajado, sobre si se ve durante mucho tiempo al frente del equipo.

"No lo sé. No te puedo contestar yo", fue lo primero que dijo Manolo González, quien recalcó que su futuro “no es lo que más me preocupa porque no es algo que se me haya pasado por la cabeza”. Pero en el club ya trabajan, por si acaso el equipo no se levanta de forma inmediata, en algunas soluciones, tipo Sergio González, exentrenador de Valladolid o Cádiz.

"Lo que me preocupa es que el equipo vuelva a ganar. Las otras cosas no dependen de mí”, reconoció el entrenador perico, angustiado porque no encuentra la solución a los problemas que han llevado a su equipo al penúltimo lugar de la Liga. Sabe donde está sentado. El banquillo del Espanyol es una trituradora donde desfilan técnicos de toda condición, sufriendo la inestabilidad, casi tradicional, de un club que ha visto a seis caras distintas en apenas tres años y medio: Vicente Moreno, el interino Luis Blanco, Diego Martínez, Luis García, Ramís y Manolo.

Antes de iniciarse el partido en Montilivi, Mao Ye, el CEO del club blanquiazul, avaló el trabajo del técnico. Luego, tras el 4-1, ni una sola palabra. ¿Será Manolo el sexto en caer ahora?

Rafa Marañón, exjugador y asesor del Espanyol, Mao, CEO del club blanquiazul, y Delfi Gelí, el presidente del Girona, en el palco de Montilivi

Rafa Marañón, exjugador y asesor del Espanyol, Mao, CEO del club blanquiazul, y Delfi Gelí, el presidente del Girona, en el palco de Montilivi / Marc Martí / Diari de Girona

“¿Dónde está Mao?”, preguntaba indignado un aficionado perico en Montilivi a Fran Garagarza, el director deportivo del club. No dio explicaciones el máximo responsable ejecutivo del club tras el 4-1 del Girona. Sí lo hizo, aunque fuera en privado y delante de una cámara de TV-3, el arquitecto del proyecto deportivo.

"Os pido perdón. Pedimos disculpas", decía Garagarza a esos aficionados indignados porque la propiedad ha ido dejando caer el proyecto –ni un solo fichaje en los tres últimos mercados-, descapitalizando a la plantilla, dejando así sin recursos a Manolo González

Chen Yansheng, el multimillonario chino que compró el Espanyol en enero de 2016, ha trazado una trayectoria errática en sus decisiones, incluyendo dos descensos a Segunda División, sin articular una estructura sólida. Rufete, Catoira y ahora Garagarza demuestran que la idea es cada vez más vólatil.

Tres directores deportivos en tres años y medio, al tiempo que el club se va desprendiendo de sus mejores activos de la plantilla (Braithwaite se marchó a Brasil este verano; Sergi Darder, César Montes y Pedrosa lo hicieron hace un año; David López y Raúl de Tomás hace dos) abandonan el vestuario de la ciudad deportiva Dani Jarque. Pero el problema no estaba en esas ventas, algunas muy buenas en el plano económico, sino en la elección errónea de sus sustitutos.

La propiedad manda, pero no está en la ciudad. Chen no pisa apenas Barcelona, por lo que todo queda delegado en la figura de Mao Ye, a quien la afición busca para pedir explicaciones porque la caída del equipo parece infinita. Explicaciones y, sobre todo, soluciones en un club que va a presentar unas pérdidas de casi 17 millones de euros de la pasada temporada, el doble de lo que tenía presupuestado, cerrando así su cuarta temporada consecutiva con números rojos.