EL CREADOR DE LA CRIATURA
Aspar: "David aprendió muy rápido a dominar el riesgo"
Es de los pocos que no necesita presentación. Señoras y señores, ante ustedes, Jorge Martínez Aspar', cuatro veces campeón del mundo y el hacedor de un montón de milagros. Por ejemplo, David Alonso Gómez, nuevo campeón de Moto3.
Emilio Pérez de Rozas
Emilio Pérez de RozasPeriodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Contémoslo bien alto, el nuevo campeón de Moto3, este prodigioso David Alonso, de Madrid y colombiano a la vez, es el último prodigio descubierto por el gran maestro de los maestros, Jorge Martínez ‘Aspar’, ganador de cuatro títulos mundiales y poseedor del complejo más impresionante que existe, en Valencia, para mecer a los niños y jóvenes que quieren ser campeones.
“He repasado algunos papeles que tengo, no muchos, y he descubierto que el 38% de los pilotos de la actual parrilla de Moto3 ha pasado por mis manos; el 30% de pilotos de Moto2 ha estado conmigo en algún momento de su carrera y el 32% de los pilotos de MotoGP, un año u otro, ha corrido conmigo. Yo mismo me he asustado. Me parece increíble: uno de cada tres pilotos del actual Mundial empezó conmigo”, cuenta, así, de un tirón el bueno de Aspar, feliz, más que loco, de haber colocado a otro de sus niños en el camino a la gloria más absoluta, MotoGP, claro.
Cuando le preguntas cómo se consigue fabricar hasta siete campeones del mundo en su casa, lo cuenta (casi) sencillo: “Con mucho trabajo, con más paciencia, con una buena organización, criterios inamovibles, fijos, sensatos, profesionales y, sobre todo, con un equipo que te ayude, no solo a descubrir el talento, sino mejorarlo, entrenarlo, prepararlo para los momentos más duros. En 2016, junto a Nico Terol, campeón del mundo de 125cc en 2011, creé mi propia escuela, esa que, ahora, se convertirá en academia y en un complejo impresionante para seguir trabajando en esta dirección, con niños de 11, 12 y 13 años”.
"El otro día lo estuve contando: uno de cada tres pilotos de las tres parrillas del Mundial, de las tres categorías, ha pasado por mis manos, ha trabajado conmigo. Es un orgullo, la verdad".
Aspar explica que lo primero que mira en un niño de 11 años es su valentía, ese talento fácil que tiene, que se le ve al manejar la moto, derrapar, pilotar, esa determinación, que la tiene y muy acentuada, de caerse, levantarse y seguir corriendo. Todo eso se ve fácil, según los ojos privilegiados de Aspar, claro. Tan fácil no debe ser, porque si lo fuera, lo descubriría todo el mundo y no es así.
Y, después, qué ocurre después. “El siguiente paso es hablar con él, teniendo en cuenta, por supuesto, que se trata de un niño, lo que no debes olvidar nunca. En ese instante, todo cambia, pues te sorprenderías de cómo hablan algunos de ellos, su picardía, su manera de expresarse, su desparpajo. David es, en ese sentido, primoroso, prodigioso, yo diría, en serio, que casi único. Es una mezcla de inteligencia y picardía.
Y, claro, en toda creación, siempre hay un momento decisivo ¿qué es?: “El momento de conocer a su familia. Especialmente sus padres. ¡Ojito a los padres! Cómo piensan, qué idea tienen de nuestro deporte y, desde luego, qué proyecto de vida tienen para ese niño que, si ya está en tus manos, es porque algo tiene. Y ese es el punto más delicado porque nuestro deporte es muy caro y comporta un gran riesgo.
A Aspar nunca le han molestado ‘los pilotos con padres’. ¿Por qué?, porque lo primero que hace es convencerles de que su momento ha pasado. “Tienen que saber que su hijo entra en un mundo donde mandan los profesionales. Si aceptan ese papel, el de ayudar, el de estar sin intervenir, el de reforzar lo que hacemos, por mí encantado de que nos acompañen en la experiencia, en el aprendizaje”.
Aspar explica que todos los pilotos tienen tres fases o edades. De los 8 a los 20 años, por ejemplo, son todo pasión y riesgo. Es cuando apenas piensas. Cuando apenas reflexionas sobre el riesgo, cuando eres o tratas de ser todo velocidad. Luego, de los 20 a los 28, empiezan a cumular experiencia, a entender su deporte y el pilotaje, perdiendo parte de esa agresividad. Y, finalmente, a partir de los 30, son todo técnica, menos agresividad, y te defiendes o atacas con la técnica.
"Todo tiene un proceso. Cuando un niño empieza a correr, todo es pasión, velocidad; luego, entran en la fase de adquirir experiencia y, al final, acaban atacando y defendiéndose con técnica"
El padre de un montón de campeones no cree que a la familia y al piloto se les deba recordar que el motociclismo tiene un punto, un mucho, de riesgo de peligro. “Lo que yo suelo decirles es: '¿Te gusta esto? ¿Quieres dedicarte a esto? ¡Disfruta! ¡Pásatelo bien! ¡Busca el riesgo, mide el riesgo, domina el riesgo!' Eso es lo más difícil de este deporte: los niños deben aprender a dominar el riesgo. Y puedo asegurarte una cosa: David Alonso aprendió muy rápido, mucho, a dominar el riesgo. Ahora ya sabe dónde y cuando hay riesgo. Eso es lo que ha hecho grande, inmenso, único, campeón a Marc Márquez: pilotar siempre sobre la línea del riesgo, bordeando el límite, en la orilla de la caída”.
Aspar es de los que piensa que los jóvenes de ahora lo quieren todo ¡ya mismo! Cogen el móvil y tienen lo que quieren al momento. Todo. “Los entiendo, no los critico. Pero, en el deporte, no solo en las motos, todo cuesta mucho. Demasiado. Hoy en día es muy difícil, mucho, encontrar jóvenes con hambre y cuando digo hambre, me refiero a sacrificarse por alcanzar una meta, luchar, pelear y, en nuestro caso, aprender cayéndose. Esto ha cambiado mucho, demasiado. Hay niños que, con 14 años, llegan con padre y representante. Y a mí eso me asusta. No sé, primero habrá que ganar ¿no?”
Eso, ganar, ganar y ganar, hasta 11 veces este año, en 16 grandes premios, es lo que ha hecho (y aún le queda margen, mucho margen, para más triunfos) David Alonso Gómez, el último (o penúltimo) descubrimiento de Jorge Martínez ‘Aspar’, el que más sabe de esto: descubrir talentos infantiles, enseñarles y tutelar su vuelo. Alonso ya ha empezado a volar muy alto. “Nadie sabe hasta donde puede llegar un prodigio como David, de verdad, ni siquiera yo soy capaz de calcular eso”.
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