EL RIVAL DEL BARÇA

Dimitri Rybolovlev, propietario del Mónaco: un potentado ruso que compró la isla de Onassis, una casa a Trump y vendió el cuadro más caro de la historia

El magnate construyó su fortuna a partir de los fertilizantes y la minería en tiempos de anarquía de Yeltsin; ahora estudia la venta del club del Principado

Dimitri Rybolovlev, con Alberto de Mónaco.

Dimitri Rybolovlev, con Alberto de Mónaco.

Albert Guasch

Albert Guasch

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Joan Laporta se sentará en el palco del estadio Luis II al lado de un presidente, el del Mónaco, cuya biografía debe conocer. Siempre ha parecido sentir fascinación por los personajes de fortuna frondosa y vida suntuosa. Es el caso del ruso Dmitri Rybolovlev, propietario del club del Principado desde el 2011, al que elevó de la indiferencia a la relevancia europea en pocas temporadas.

Fondos al Mónaco no le faltaron. Rybolovlev invirtió casi 400 millones en sus primeros años al frente del club. Según Football Leaks, procedían de un montaje financiero, con sociedades domiciliadas en paraísos fiscales, para eludir las reglas de fair play de la UEFA. El club lo negó de forma rotunda.

Además, a lo largo de los años el Mónaco ha fichado bien y ha vendido mejor: Kylian Mbappé, Bernardo Silva, Tchouameni o James Rodríguez han llenado la caja de caudales de la entidad que se enfrentará este jueves al Barça.

Pero eso no es lo más llamativo ni lo más interesante de la vida de Rybolóvlev, cuya trayectoria, a la vista de lo encontrado en un buen puñado de artículos, podría entretener, bien contada, a los participantes de la comida de directivas.

Podría empezar por explicarles que nació hace 57 años en Perm (Rusia), que estudió medicina y que es millonario desde los 29 con todos los ingredientes típicos de los oligarcas de la época de Boris Yeltsin, cuando reinó la anarquía económica: compra a precio de derribo de empresas estatales, buenas conexiones políticas, la muerte de un empleado (pasó por ello 11 meses en una congestionada cárcel rusa con cargos de los que acabó absuelto) y la absorción de sus negocios por un buen pastizal por parte de cómplices de Vladimir Putin.

Se estima que la factura de la venta de Uralkali, el mayor productor de fertilizantes de potasio de Rusia, alcanzó los 6.500 millones de dólares en el 2010. También recaudó por las minas situadas a los pies de los montes Urales. A ello hay que sumar lo que ya tenía. ¿Qué hacer con tanto dinero?

Compras fastuosas

Aquí podría contar a la delegación barcelonista que decidió mudarse por seguridad con su familia a Suiza. En Mónaco se compró el club de fútbol, modesto entonces, y que consiguió que se proclamara campeón de la liga francesa en el 2017, con Mbappé de estrella. Y que a ese palco en que se sentará Laporta ha sido frecuentado por su amigo Alberto de Mónaco.

¿Qué más se compró? Una mansión en el Principado valorada en 300 millones. Un ático en Manhattan por 88 millones, entonces, en 2011, la transacción inmobiliaria más cara de Nueva York. Una casa que le vendió Donald Trump por valor de 95 millones en Palm Beach, que luego él troceó en tres y sacó un considerable beneficio.

Como dicta el manual del potentado ruso, se hizo con un avión privado, un par de lujosos yates, más propiedades inmobiliarias (en Saint Tropez, en Hawai...) y, por qué no, una isla, en concreto la isla Skorpios, que pertenecía a la familia Onassis. Y una vasta colección de obras de arte valorada en cientos de millones de dólares.

Rybolovlev y su ya exmujer, Elena, en un partido del Mónaco.

Rybolovlev, en un partido del Mónaco. / AGENCIAS

En mayo del 2014 protagonizó uno de los divorcios más sonados de la historia. Un tribunal suizo le ordenó desembolsar a su exesposa, con la que tuvo dos hijas, 4.500 millones de dólares, la mitad de su dinero. Rybolovlev recurrió. Al final tuvo que pagarle 570 millones.

Club en venta

Y quizá no le apetece relatar que fue detenido en el 2018 por un escándalo de corrupción en Mónaco vinculado a sus negocios en el mundo del arte. Ni que a principios de este año perdió en Nueva York un juicio de perfil alto contra Sotheby's. Acusó a la casa de subastas de confabularse con su marchante de confianza para inflar los precios de los cuadros que compró, unas 37 obras de arte en 10 años en los que se gastó unos 2.000 millones. 

Entre ellos, el Salvator Mundi, de Da Vinci. Le costó 127 millones de dólares. Años después lo vendió al príncipe heredero de Arabia Saudí en una subasta en Nueva York por 450 millones, la obra de arte más cara de la historia.

Y tampoco le puede apetecer hablar de que EEUU le incluyó en el 2018 en una lista de empresarios amigos de Putin, pero ha encontrado defensores en Europa que le exoneran de esos lazos. Lleva muchos años ya fuera del círculo de poder de Rusia, argumentan fuentes del AS Mónaco a EL PERIÓDICO y, por tanto, ya no volvió a figurar después en este tipo de listas. Y, de hecho, añaden las mismas fuentes, ha donado fondos para ayudar a víctimas de Ucrania de la invasión rusa.

A lo mejor, ya en los postres, les puede aclarar a los directivos visitantes si finalmente se quiere desprender del Mónaco. Contrató un banco de inversión a principios de este año para auscultar la posibilidad de vender el club. De momento sigue siendo suyo. Y se sentará este jueves al lado de Laporta.