El pataleo

El Barça del cambio

Sergio Busquets cede el micro tras su parlamento a Xavi durante los actos de celebración del título de liga en el Camp Nou

Sergio Busquets cede el micro tras su parlamento a Xavi durante los actos de celebración del título de liga en el Camp Nou / Jordi Cotrina

Josep Pedrerol

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Con el adiós de Busquets, reconocido ayer por los culés como lo que es, una leyenda del club y uno de los mejores centrocampistas de la historia, se certificó el punto final del mejor Barça de la historia. El del fútbol de toque y vertiginoso, el del sextete, un equipo admirado en todo el mundo. Sergio, siempre discreto pero fundamental, era el último superviviente de aquella plantilla inolvidable.

También se despidió del Barça Jordi Alba, que llegó algo más tarde, pero que siempre será recordado como un lateral izquierdo extraordinario. Ambos no pudieron ocultar la emoción, sobre todo Jordi, al emprender un nuevo camino. Normal, resulta complicado decir adiós a la que ha sido tu casa durante tantos años, pero Sergio y Jordi han sabido irse a tiempo, por la puerta grande, reconocidos por todos. Y no lo han tenido fácil.

A Alba quisieron venderle de mala manera, diciéndole incluso el club al que tenía que ir. Se resistió y siguió rindiendo a un gran nivel hasta que la irrupción de Balde acabó con su condición de indiscutible. La presencia de Busquets se ha ido dosificando y ha recibido palos (sobre todo tras las noches trágicas en Europa), pero nadie ha sido capaz de quitarle el puesto y ha terminado como empezó allá por 2008, siendo titular. Ahora, consciente de que el tiempo pasa y de que es mejor marcharse antes de que te echen, da un paso al lado a pesar de que Xavi quería que continuase. Le honra.

Ambos fueron grandes cómplices de Messi en el vestuario y en el campo y auténticos referentes para los más jóvenes. Con ellos se acaba una etapa escenificada con el adiós al Camp Nou. Se desmontan los asientos, se arranca el césped… Y se emprende el difícil cambio a Montjuïc. Llegan tiempos de incertidumbre para el club, no será fácil enganchar a los aficionados en una casa temporal y en otra zona de la ciudad. Para colmo, será muy difícil atraer a los aficionados con grandes fichajes. La crisis económica azota desde hace demasiado tiempo e impide remozar la plantilla con incorporaciones potentes. Es lo que hay.

Toca, que no es poco, confiar en La Masía más que nunca, el auténtico baluarte de la institución. Una fábrica de talentos que nutre al primer equipo con una eficacia extraordinaria. Ojalá los culés consigan ilusionarse de nuevo. La Liga de Xavi, sin duda, ayudará.

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