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El desafío de María Salvo tras perder a su hermana en un Rally: un Ironman para Laura

La copiloto plantó cara al duelo y la depresión preparándose para completar este triatlón

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Begoña González

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“Nos quedaron muchas cosas pendientes cuando ella murió”. Así de directa y franca se expresa María Salvo (Valencia, 1995) sobre el accidente que le cambió la vida y acabó con la de su hermana pequeña, Laura Salvo, en el Rally Vidreiro, en Portugal en el año 2020. Han pasado ya tres años de aquel fatídico día en el que perdió a su hermana, amiga y rival en la carretera. Durante este tiempo, María se ha dedicado a ir tachando algunos de esos sueños de la lista de las dos y plantó cara a la depresión con uno en concreto: completar un Ironman.

“Cuando ocurrió el accidente, a las dos semanas volví a correr y poco después fui yo la que tuvo un accidente. No me di tiempo para reflexionar ni entender lo que había ocurrido porque aunque sabía que me estaba precipitando quería acabar lo que ella había empezado”, explica la joven copiloto.

Depresión y terapia

Unas semanas después, en Navidad, tocó fondo. “Fue muy duro. Un golpe de realidad. Y en ese momento empecé a ser consciente de todo lo que había ocurrido”, recuerda. “Caí en una depresión, me medicaron y acudí a terapia. Llevaba desde 2015 ligada al mundo del motor y eso me unía mucho a ella, pero también me recordaba todo el rato a ella. Dentro del coche no estaba bien y eso es peligroso en este deporte”, rememora. En ese momento, María tomó la difícil pero necesaria decisión de apartarse de las carreras y centrarse en su proceso de duelo.

"Quería acabar lo que ella había empezado”

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María Salvo durante el IRONMAN de Marbella. / @carlesiturbe

Romper la inercia

“De golpe tenía mucho tiempo libre. Entré en un bucle. Pensaba constantemente en ella, me lamentaba… No era capaz de romper la inercia”, asevera. “Dejé hasta de socializar, de ver a mis amigos. Me daba la sensación de que me trataban con pena, que dejaban de contarme sus problemas porque los veían insignificantes al lado del mío y sin querer, me aislé”, explica María. Fue entonces cuando decidió coger de nuevo las riendas de su vida y recuperar los sueños de las dos. “Muchas veces habíamos dicho lo típico de… ‘Cuando tengamos tiempo haremos un triatlón’ y decidí hacerlo por las dos”, afirma. Y lo hizo a lo grande, fue a por el Ironman de Barcelona.

Esta prueba consiste en una carrera de tres disciplinas en la que los atletas deben recorrer 3,86 km de natación en mar abierto, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie en un tiempo máximo de 17 horas. “Cuando decidí prepararme el Ironman no sabía ni por dónde empezar. De pequeña había jugado al fútbol y siempre había hecho deporte pero por ejemplo nunca había nadado en crol. No me ahogaba, pero no sabía nadar”, explica. María recuerda que junto a su hermana acostumbraba a correr por la montaña o hacer senderismo cerca del pueblo dónde vivían, en Valencia.

Nueve meses

“Empecé a entrenar unas cuatro horas diarias”, explica. “Dedicar tiempo al deporte y a entrenar me permitía liberar la mente unas horas al día. Me tenía la cabeza ocupada”, argumenta María. La preparación fue un periplo de nueve meses en los que los días buenos y los malos se iban encadenando. “Fue duro. No todos los días son buenos. Hay días que va genial y haces todo lo del planning. Llegas a casa y te sientes superpoderosa. Y hay otros días que no te sale nada y es inevitable que te cuestiones si realmente podrás o por qué estás haciéndolo”, expresa María.

Por aquél entonces, igual que ahora, María trabajaba como enfermera y hacía un tremendo encaje de bolillos para poder llegar a todo. “Hacía turnos de noches porque así encadenaba después varios días libres seguidos, pero en un día de trabajo llegaba a las 8 de trabajar dormía hasta las 14h y tras comer algo me iba a entrenar. Una vez terminado el entrenamiento, iba al trabajo otra vez”, recuerda la copiloto. Las 24 horas del día tenían un propósito para ella: llegar al Ironman.

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María Salvo durante un IRONMAN en Andorra. / @carlesiturbe

“El último mes antes de la carrera inevitablemente ya sabes que el trabajo está hecho y que no mejorarás por machacarte el último mes”, explica María. “No quería decepcionar a nadie”, zanja. No lo hizo. María completó su Ironman emocionada. Le resbalaban las lágrimas por las mejillas y tras cruzar la meta se fundió en un abrazo con su pareja por aquél entonces. Fue duro, pero lo hizo por ella, por ellas.

“Yo me demostré que podía y ahora mi voluntad es recuperar el equilibrio”, asegura María. Este año, la copiloto ha vuelto a los rallys y es la capitana del equipo femenino de ciclismo Hola Racc junto a quienes pedalea de forma habitual tras haberse enamorado de las dos ruedas durante la preparación para el triatlón. “Ya iba en bici antes, pero ahora mi intención es promocionar el equipo y el deporte femenino. Quiero aportar mi granito de arena”, asegura satisfecha. 

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