La industria del deporte

Barcelona está deportivamente de vuelta

 Las grandes competiciones vuelven a ver en la ciudad una opción viable y se ha producido una conjunción de intereses público-privados que transmiten confianza. 

El Palau Sant Jordi, en el Anillo Olímpico de Montjuïc, en Barcelona, obra de Isozaki.

El Palau Sant Jordi, en el Anillo Olímpico de Montjuïc, en Barcelona, obra de Isozaki. / JORDI COTRINA

Marc Menchén

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Barcelona nunca ha dejado de estar en el top of mind de la industria del deporte. Desde aquel 1992, en el que se celebraron unos Juegos Olímpicos sobre los que hay consenso en que fueron los más sostenibles de la historia, la capital catalana ha sido una apuesta fija. Sin embargo, los cambios de color político tras el ciclo electoral de 2015 marcaron un pause a esa confianza en que la alta competición podía ser un motor económico más de la ciudad que, por suerte, vemos que está de vuelta. Las grandes competiciones vuelven a ver en la ciudad una opción viable y se ha producido una conjunción de intereses público-privados que transmiten confianza. A quienes traen el espectáculo, y a quienes confiamos en que cada una de estas inversiones no se quede en el show.

La historia ha demostrado que cuando instituciones y empresas han ido de la mano, los resultados han sido claros. Los Juegos dejaron un legado para Barcelona que es difícil apreciar en las ciudades que recogieron la antorcha olímpica después. Y lo fue tanto en términos de infraestructuras, como de posicionamiento turístico, construcción de una marca reconocida y fomento de la práctica deportiva. Que hoy el 66,4% de los barceloneses practique deporte de forma regular también es uno de los éxitos que no se aprecian de forma inmediata, pero que alimentan el valor de atraer este tipo de grandes eventos.

Negocio y riqueza

Los Juegos dejaron una serie de instalaciones deportivas que han dado paso al crecimiento de clubs deportivos de alta competición, como se aprecia en la natación, pero también operadores de gimnasios que hoy van más allá de Barcelona. Es algo difícil de ver, y el deporte -al igual que la cultura- siempre tendrá el reto de justificar mucho más que cualquier otro sector su aportación en términos de negocio y riqueza para el territorio.

Pero, pongamos algunos datos sobre la mesa. La ciudad cuenta con dos clubs de LaLiga y dos de la ACB si nos referimos a la gran Barcelona metropolitana; tiene el cuartel general de la propia ACB y Euroliga; Dorna Sports, dueña de MotoGP, tiene aquí buena parte de sus operaciones y contamos con el Circuito de Barcelona-Catalunya; un torneo ATP y la Federación; Asobal; promotoras de deporte popular como Ironman o RPM Sports; cadenas de gimnasios como DiR, Claror o CET10, por no hablar de multinacionales como Nike, Technogym o Life Fitness que eligieron la ciudad para entrar en España. Juntas, todas ellas mueven más de 2.000 millones al año, y es algo que no habría que olvidar.

Los brotes verdes del mercado de fichajes

Con la pandemia, hubo un momento en el que pensamos que el mercado de fichajes iba a ir hacia una racionalización contrapuesta a la inflación que se vivió en 2019. Hasta que llegaron nuevos inversores a la Premier League. El cambio de propiedad en Newcastle y Chelsea FC, por el momento, ya ha empezado a dejarse notar. La FIFA estima que el mercado internacional de fichajes movió 6.500 millones de dólares en 2022, un 33% más en comparación con 2021 y devolviendo la inversión anual a unos niveles muy próximos a la de los años pre-covid. 

De hecho, el comportamiento de estos dos clubs, unido a la reestructuración deportiva que se vaticina en Manchester United y Liverpool FC, hace pensar que este 2023 ya se rompan todos los registros o, al menos, se igualen los 7.350 millones de dólares. Eso sí, con cada vez más operaciones -ahí sí se ha batido el récord de transacciones, con 2.843 movimientos en los que hubo compensación- y cada vez con más movimientos en operaciones cuyo valor está por debajo de los 5 millones.

Hoy, para mí el gran interrogante, es cómo va a definir la industria cuándo un jugador realmente vale más de 100 millones de euros; si eso será excepcional o será normalidad para las estrellas emergentes.