El Mundial inunda los colegios con 500 millones de cromos

Qatar desde mi sofá 2

Qatar desde mi sofá 2 / Archivo

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Ni yo lo sabía y no es porque él lo tuviese muy oculto, que va, pero resulta que el colega Sergi Mas posee una de las colecciones más bestias de álbumes de cromos de futbolistas que existen en Catalunya. Y la tiene guardada como oro en paño. Dicen que más de uno se los ha facilitado, no para que los guarde, no, como regalo, algún que otro amigo como el televisivo Xavi Torres pero, bueno, la verdad es que los 70 álbumes que tiene, de todas las épocas, Ligas, Eurocopas y Mundiales, son atesorados por el niño Sergi, sin duda ayudado por papá Mas, el grande.

Viene esto a cuento, porque el Mundial de Qatar, que es la primera gran competición que se celebra después de la pandemia del Covid-19, auténtica ruina también para los coleccionistas, para los niños y niñas (dicen que pronto saldrá la primera colección de cromos de la Liga femenina, dicen) que se apasionan por las estampitas de los futbolistas, ha roto todos los récords habidos y por haber, no tanto en la edición, venta y aglomeración de colecciones, sino también en la atracción por este tipo de coleccionismo, que data de decenas y decenas de años.

Sergi Mas, junto a varios de sus 70 álbumes de cromos de fútbol.

Sergi Mas, junto a varios de sus 70 álbumes de cromos de fútbol. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

“Yo empiezo a volverme loco en los 70, aunque mi auténtica pasión creció en los 80 y 90”, explica Sergi Mas ante decenas de decenas de álbumes, insisto, casi todos acabados. “Los cromos fueron una manera de empezar a construir mi mundo personal y profesional. Creo que fue”, sigue Sergi, partiéndose de risa, “pasión, deporte, cromos, fútbol, ‘Don Balón’, sonido, televisión y entretenimiento. Yo era intuir un cromo, casi un sobre, y saber qué futbolistas me iban a salir. Ahora, bajan del autobús los jugadores de la Real Sociedad y no conozco a nadie”.

En los recreos vuelve a sonar la cantinela de "sile", "nole", SILE tengo, NOLE tengo, antes de cambiar los cromos

Mas, cuentan, era el rey del intercambio, de lo que se ha dado en llamar el ‘sile, nole’, que no es otra cosa que la abreviatura de lo que los niños comentan entre ellos cuando se ponen a cambiar cromos ¿verdad?: “SILE tengo, NOLE tengo”. Pero Sergi lo hacía en las calles de Horta, no se fiaba de los compañeros del cole, no quería intercambia cromos en el ‘recre’. “No sé, tenía miedo a que me los ‘pispasen’. La calle me daba más confianza”.

Lo cierto es que la superación (aunque el virus sigue entre nosotros) de la pandemia, especialmente el final de las prohibiciones en las escuelas, coincidió con el inicio de una nueva Liga y, sobre todo, la preparación de un gran Mundial. Y ahí empezó, de nuevo, la locura del coleccionista y las ganas de niños, papás, tíos y padrinos de tener su propio album.

El cromo de Messi

Lluís Torrent, Director General de Panini España y, por tanto, la persona que más sabe de cromos (no sé si de fútbol) del mundo, se resiste a dar una cifra pero, al final, nos la regala: “Este año hemos puesto en el mercado 100 millones de sobres, que, a razón de cinco cromos por sobre, son 500 millones de cromos”.

Torrent explica que, durante la pandemia, se paró todo. “Cómo iban a coleccionar cromos los niños en clase, cómo iban a intercambiar sus cromos, como iban a formar corrillos en el patio para verlos, tocarlos y negociar si tenía prohibido, como era normal, claro, prestarse las cosas, si hasta los lápices y las gomas de borrar estaban marcadas con sus nombres para que un niño no utilizase la del otro. Fue muy duro para el negocio, para el juego, el entretenimiento, el hobby y la diversión se paró. Bueno, como casi todo”.

Cuando se reanudó la afición, la locura, se dispararon las ventas, la ilusión. Y, cómo no, el lio se formó ¡y de qué manera! con el cromo de Leo Messi, en Argentina. ¿Por qué?, por dos razones: una, porque se trata de la última Copa del Mundo que juega Messi y, por tanto, de su último cromo; y dos, porque Argentina se ha vuelto loca, loca, por la albiceleste y, además, ellos no ven a Messi en su competición, no tienen colección casera con cromos de Leo y, por tanto, tener la estampita de Messi con Argentina era todo un récord, un prestigio.

El tan perseguido y buscado cromo del Leo Messi mundialista, abajo a la derecha.

El tan perseguido y buscado cromo del Leo Messi mundialista, abajo a la derecha. / EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

El escándalo, sin que tuviese nada que ver Panini, todo lo contrario, fue de tal calado, que el Gobierno argentino se vio obligado, hace pocos meses, a organizar una reunión entre un representante gubernativo, un representante de los kiosqueros y un ejecutivo de Panini. Todo, porque los hinchas creían que Panini les engañaba y editaba menos cromos de Messi que de los otros jugadores. “Nada de eso ¡ni hablar!”, explicó el representante de Panini, “eso no se ha hecho nunca, ¡jamá!, ni se hará”.

El Gobierno argentino tuvo que organizar una reunión con sus kiosqueros y Panini para demostrarles que se hacían los mismos cromos de Messi que de todos los demás jugadores

El problema era (es) tan sencillo como que Argentina ha prohibido todo tipo de importaciones, también de cromos, y solo se pueden vender los cromos que se imprimen en su país. Pero hay un problema añadido más grave y es que, en Argentina, hay muy pocas máquinas (cuatro) de ensobrar y, por tanto, la limitación sobres es un hecho más que real. “Yo, hace unas semanas, conversé con un periodista de ‘El País’, que no tiene nada que ver con Deportes, que me dijo que, por probar, había comprado un sobre de nuestra colección del Mundial, ¡uno!, y nada más abrirlo, el primer cromo que le salió fue el de Leo Messi”. Y es que es pura suerte, casualidad.

La selección española del Mundial de Qatar, en cromos de Panini.

La selección española del Mundial de Qatar, en cromos de Panini. / EL PERIÓDICO DE CATALUNYA

Torrent y Mas, sí, comparten la parte más social, no ya del coleccionismo sino del hecho de que los niños (“bueno, los niños y los padres, los tíos y los padrinos, que son los que compran los sobres”) hagan colecciones de cromos de fútbol. “Les obliga a ser ordenados, les obliga a aprender a llevar un control de los que tienen y los que les faltan, de ordenar los ‘repes’, de hacer listas de los que persiguen, aprender a gestionar el dinerito que sus padres le dan para la merienda, el desayuno y los cromos, aprenden a negociar, tantos cromos por uno y, un detalle, un cromo, por ejemplo, el de Leo Messi, puede convertir al niño tímido, al niño menos protagonista de la clase, incluso al que le tienen cierta manía, en el rey del patio, del recreo, de la clase, pues el ‘fulanito tiene a Messi’ se corre como la pólvora por el cole”.

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