La industria del deporte

¿Por qué quieren vender los dueños de la Premier?

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SOCCER-ENGLAND-MUN/RONALDO / Phil Noble / Reuters

Marc Menchén

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El Manchester United está en venta. El Liverpool FC está sondeando la entrada de nuevos inversores ante tanta petición. Al Chelsea FC no le quedó más remedio que buscar otro dueño tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Y uno se pregunta. Si tan buena y rica es la Premier League, ¿por qué precisamente ahora se está produciendo la venta de algunos de sus buques insignia? Hay respuestas múltiples, pero un poderoso argumento es que, pese a lo que muchos piensan, ganar dinero como propietario sólo es posible en el 90% de los casos con la venta posterior del club? Comprar, revalorizar, vender. Como con los futbolistas.

Hay casos, como el del Chelsea, en el que seguramente Roman Abramovich no tenía ninguna intención de vender, pero las circunstancias le obligaron. ¿Cuándo hubiera sido buen momento para desprenderse de los blues? Probablemente, una vez hubiese podido completar la remodelación de Stamford Bridge y la transición de un modelo deportivo que operaba a pérdida a otro más sostenible. De hecho, en la operación con el grupo de Todd Boehly, casi la mitad del dinero no era pago directo, sino compromiso de inversión el estadio.

El caso del United es distinto. Los Glazer llegaron en 2005 y nunca han acabado de encajar. Los aficionados no perdonan que la compra se financiara endeudando de forma considerable al club -es muy habitual hacerlo así en el mundo de la inversión-, pero sobre todo que han sido 17 años de inconsistencia sobre el césped que los ha alejado de los títulos. Eso sí, continúa siendo uno de los cinco clubes de fútbol que más factura en todo el mundo.

No sufran por ellos, a los múltiplos de valoración que se manejan estos días, es probable que la familia estadounidense más que quintuplique lo que en su día pagó por la mayoría de los Red Devils. Si Boehly comprometió 4.250 millones de libras (casi 5.000 millones de euros) por el Chelsea, podemos dar por hecho que el United se moverá en unas cifras como mínimo similares, sino superiores. Factura más, es una marca más global y seguida, históricamente no ha dependido de los traspasos y Old Trafford es de su propiedad.

Y ahí podemos entender por qué Fenway quiere explorar una venta parcial del Liverpool FC. Una marca global a la que se le ha recuperado la grandeza deportiva que ha tocado techo. ¿Techo por qué? Porque la madurez comercial es alta, la tele ha alcanzado su pico de ingresos y el estadio está lleno y poco margen de ampliar aforo. Y la Superliga, que podría haber sido un nuevo trampolín para estos clubes, se ha roto. Vaya, que es más probable vender caro hoy que mañana.

¿Un Mundial en España o en Arabia Saudí?

No hay duda de que un Mundial en España y Portugal -ahora también Ucrania- sería un auténtico revulsivo para la modernización de los estadios de LaLiga y un escaparate turístico para el país. Sin embargo, la historia -y la Fifa- demuestran que no siempre la opción lógica es la que acaba imponiéndose. Arabia Saudí ha emergido como uno de los grandes rivales de la candidatura ibérica por la adjudicación del Mundial de 2030, que por rotación tocaría en Europa o Latinoamérica.

El país del Golfo ha demostrado tener recursos suficientes para pagar esta fiesta del fútbol y el ente presidido por Gianni Infantino que es capaz de abrazar cualesquiera principios con tal de ingresar más. La imagen de los monarcas de Qatar y Arabia Saudí rodeando el jefe de la Fifa en el partido inaugural debería inquietar a más de uno en la Rfef, que paradójicamente promueve el país como destino deportivo con la Supercopa de España a cambio de 40 millones de euros anuales.

Veremos cómo se desenvuelve la votación de las candidaturas, pues esto también es política y asegurar los votos de Asia, África o Centroamérica tiene el mismo valor que tener el respaldo de toda Europa.