RETRATO DEL SELECCIONADOR

España, en la piel de Luis Enrique

Luis Enrique, a su llegada a Doha.

Luis Enrique, a su llegada a Doha. / Afp

Marcos López

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Moderno y atrevido siempre fue Luis Enrique. Algo más que un seleccionador. Ejerce de profesor de una pandilla de jóvenes a los que este Mundial les pilla aún en plena adolescencia (Gavi, Pedri, Ansu, Nico Williams, Yeremi Pino, el recién llamado Balde…).

Profesor, tutor, maestro y hasta psicólogo, además de streamer en sus horas libres en Qatar. "Me encanta Padrique, lo leo mucho", ha dicho en su primera aparición ante "166.000 seguidores y como cada uno diga que soy su padre se me va a acabar la semanada". Y se lo está pasando bomba en cada una de esas múltiples funciones que lleva ejerciendo el asturiano desde que volvió a la selección tras la muerte de su hija Xana.

"Me encanta Padrique, lo leo mucho. Hay ahora 166.000 seguidores y como cada uno diga que soy su padre se me va a acabar la semanada"

— Luis Enrique, seleccionador español

Está expansivo, empático, auténtico y transparente, tal vez como se le había visto antes. Ni siquiera en el Barça B, prólogo de una singular y triunfal carrera en los banquillos, donde ya instauró las bases ideológicas y tácticas de su hoja de ruta que le llevó a pasar por Roma, Celta y el Camp Nou antes de tomarse un año sabático, previo a su convulso aterrizaje en la selección, mirada con malos ojos por el Madrid futbolístico y, sobre todo, periodístico.

Se le ve como un ‘okupa’ al frente de ‘La Roja’, una selección que se ha convertido en un patrimonio tras el triplete histórico (Eurocopa-2008, Mundial-2010 y Eurocopa-2012), que supuso una anomalía en un país tradicionalmente perdedor y depresivo. Todo lo contrario que enarbola Luis Enrique, un técnico que ha llevado a una nueva dimensión a una España anónimamente esperanzadora situándola incluso por encima de las expectativas reales.

Un estilo innovador

Moderno, atrevido e innovador siempre fue Luis Enrique. Pantallas gigantes para transmitir en directo el entrenamiento, con correciones sobre la marcha, andamio para otear desde el aire a sus jugadores, a los que susurra en la oreja con walkies talkies conectados con los GPS que llevan cada jugador.

"No tienen que hacer nada, les saldrá papá por detrás", sostiene el asturiano, a quien el uso de la tecnología (no existe seleccionador de los 32 equipos presentes ya en Doha capaz de hacer un streaming en directo para comunicarse "sin filtros" con los aficionados) oculta, sin embargo, su mayor tesoro. ¿Cual es?

Su conexión, casi fanática, con el futbolista, capaz de colarse en su mente hasta transformarlo en una pequeña réplica de lo que fue Luis Enrique como jugador. Basta ver a Gavi pelear cada balón como si fuera el último de su vida. Atrevido, valiente, agresivo, con un infinito espíritu ganador que le hacía superar barreras que parecían inalcanzables.

Luis Enrique, a la llegada de la selección española a Doha.

Luis Enrique, a la llegada de la selección española a Doha. / Afp

Por eso, ese fino delantero nacido en Mareo, la academia histórica del Sporting, triunfó en el Madrid y luego en el Barça, donde se convirtió en pieza esencial de cualquier entrenador, siendo hasta lateral con Van Gaal. Todo eso anida en el cuerpo de deportista, esculpido con pasión y paciencia, que proyecta el técnico.

Es cuestión de piel. Su piel protege, arropa y cuida a los 26 futbolistas. Ahí radica su mayor fortaleza, acostumbrado a sortear dramas familiares que habrían acabado con cualquiera. "Esto es un juego de niños con algunas cosas que me ha tocado vivir", recordó el técnico sumergido en alguna de las tormentas que han sacudido a su selección.

Energía infinita

Tormentas de arena que duran cero segundos en su mente, más empático que nunca, más cercano que antes como si quisiera demostrar que esa dualidad ("hay dos Luis Enrique", sostenían en torno al que se veía y se ve ante la prensa y el que realmente es) tiene fecha de caducidad.

"Esta idea del streaming salió de mi hijo porque él sigue a muchos streamers. Por cierto, un saludo a Emmanuel Amunike"

— Luis Enrique, seleccionador español

"Esta idea del streaming salió de mi hijo porque él sigue a muchos streamers. Por cierto, un saludo a Emmanuel Amunike", ha dicho Luis Enrique, que lucía una camiseta con el Naranjito, la mascota del Mundial de España-1982. en su primera aparición en el canal de Twitch, donde ha admitido que se ha vivido el "día más duro en la selección con la marcha de José, una gran persona y un gran jugador".

Ejerce de técnico, seleccionador, maestro, profesor, tutor y hasta de psicólogo

Ha ido camino de Doha feliz, con la energía de siempre (parece que tiene un depósito sin fin), saboreando cada momento, capaz de aplaudir incluso a los periodistas jordanos que cerraron su tanda de preguntas tras el 1-3 del amistoso con una ovación. El mismo técnico fanático de una idea táctica. Lleva el 4-3-3 hasta el infinito y más allá.

"Sería ridículo cambiar ahora", proclamó el seleccionador. "No soy nada egocéntrico", sostuvo. Tiene razón. No lo es. Ni tampoco quiere serlo. Posee una idea y la inocula a sus jugadores con un entusiasmo que le hace ser algo más que el líder de España.

Luis Enrique, en el primer entrenamiento de la selección española en Doha.

Luis Enrique, en el primer entrenamiento de la selección española en Doha. / Efe

Es técnico, seleccionador, maestro, psicólogo, inteligente como fue en la gestión de la derrota en la semifinal de la Eurocopa en la tanda de penaltis ante Italia, que fue luego campeona. "Hay que empezar a gestionar la derrota, felicitar al rival y enseñar a los niños que no se llora", dijo sobre el césped de Wembley, sin lamento alguno. “Ganar solo gana uno y, por lo tanto, lo que queda es levantarse para aprender de la derrota".

20 de sus 26 ‘luis enriquitos’ no han jugado nunca un Mundial lo que convierte a España en una selección novata e inexperta

Tantas veces se ha levantado él que lleva de pie años y años construyendo una selección tan novata y debutante (20 de sus 26 ‘luis enriquitos’ no han jugado nunca un Mundial) que quizá la recompensa final caiga en manos de otro entrenador. Poco le importa a él porque su triunfo es modernizar, evolucionar y mejorar una idea de fútbol basada en el atrevimiento (jugar a 40 metros de tu portero) sostenida por una personalidad de hierro. Y una piel que le cose a su gente. A su tribu. 

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