El Barça maltrata al Athletic

Dos años después de su despido volvía Ernesto Valverde al Camp Nou y el Barça volvió a maltratarle. La primera vez procedió con un despido insólito, con el equipo líder de la Liga, y la segunda recibiéndole con una tunda de goles. Si entonces fue Josep Maria Bartomeu el ejecutor de la destitución, ahora le estropeó el regreso Ousmane Dembélé, el delantero por el que apostó para sustituir a Neymar. 

Aquel Dembélé desaparecido, del que no pudo disfrutar plenamente por las lesiones, le enseñó todo lo que es capaz de hacer. Perdió el primer balón, es verdad, pero marcó un gol, dio tres asistencias y destrozó a Yuri, al que desbordó de todas las maneras posibles, maltratándole como a Valverde.

El Barça fue más demoledor que el jueves: los tres goles llegaron en solo 22 minutos.

Obligado a brillar

Dembélé debía corresponder así a Xavi al ser devuelto al once titular por la devoción que siente el entrenador hacia él. Desaparecieron Ansu Fati y Ferran, que brillaron ante el Villarreal, y Raphinha continuó en el banquillo. Le eligió a él y Dembélé refrendó la apuesta de su entrenador, que alargó hasta los 21 años la racha del Athletic palmando en el Camp Nou. Solo ha rascado un empate en las últimas 18 visitas.

Tuvo que tocar Xavi aquello que funciona, o funcionó el jueves, por aquello del cansancio de algunos jugadores y el Barça no fue el mismo. Sí muy parecido porque protagonizó otro arrebato demoledor concentrando tres goles en 22 minutos, casi la mitad de tiempo que el jueves ante el Villarreal (fue en 38 minutos).

Con cuatro centrocampistas

Varió porque necesitó muy poca elaboración en el juego, pese a que se juntaron los cuatro centrocampistas en el campo. Gavi y De Jong escoltaron a Busquets y Pedri ejerció de extremo izquierdo. El Barça pudo permitirse que el canario interviniera poco en el periodo inicial y Xavi le retiró con el partido resuelto. Antes no se atrevió. Le sustituyó por Ansu, un delantero de verdad.  

El cambio del Barça, en realidad, se produjo a partir de la marcha de Gavi. Perdió el hilo por unos momentos, y perdió el pegamento que unía las tres líneas. El todoterreno Gavi tan pronto bajaba a ayudar a la defensa ofreciendo una línea de pase como presionaba en ataque y viceversa: defendía como un jabato y tiraba pases verticales. Era el socio capitalista que patrocinó las alegrías de Sergi Roberto y Dembélé.

El verdadero cambio

La aparición de Kessié por el pequeño guerrero Gavi desordenó al Barça. Kessié no supo jugar de interior o no interpretó a Xavi. Jugó por delante de los centrocampistas, metiéndose por el centro, como si fuera un segundo punta que ha de recoger los balones que descargase Lewandowski. Y el juego no discurría así, por más que hubiera muchos espacios y el Barça se creyera en una verbena. A los goleadores Roberto y Dembélé les faltó el punto de apoyo del que habían disfrutado.

No necesitó nada de ayuda Alejandro Balde, que se bastó él solito para contener a Nico Williams, en uno de los duelos individuales que hubo de la decena que ordenó Valverde. El emparejamiento individual facilitó la tarea de los azulgranas. Su superior capacidad técnica les permitía burlar a su par en cada momento, ya que era una lucha a campo abierto, y el Camp Nou es un latifundio. El Barça (y cualquier equipo ofensivo) sufre por la falta de espacios, y anoche sobraban con ese Athletic que quiso jugar de tú a tú y pagó cara su osadía.

No era previsible que Dembélé conectara un cabezazo soberbio imponiéndose a Iñigo Martínez ni que le diera un pase finísimo a Sergi Roberto para que culminara su arrancada trasera –volvió a estar involucrado Iñigo desviando el balón, el pobre, cuando lleva encima el foco de ser pretendido por el Barça-. Sí que era de esperar el gol de Lewandowski, prácticamente igual que el del jueves, pero girando hacia la izquierda.

El prematuro epílogo sellado por el goleador, y la tardía respuesta del Athletic, que aún se espera, sellaba el marcador, roto ya el juego, que se estiró aún más de área a área, con unos y otros corriendo en busca de más goles. Se acabaron cuando se marchó Dembélé.  

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