INDUSTRIA DEL DEPORTE

Las ideas de Boehly, ¿tan mal?

Chelsea FC presser

Chelsea FC presser / EFE / ANTONIO BAT

Marc Menchén

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El dueño del Chelsea FC ha copado mucho de los titulares esta semana. Todd Boehly es un multimillonario estadounidense que conoce perfectamente la industria del deporte y el entretenimiento, pero quizás aún le falta sensibilidad para entender que a este lado del Atlántico el fútbol no es sólo ocio. Y quizás por eso le han caído palos desde todos los ámbitos por proponer un All Star de la Premier League. Como producto no tengo dudas de que sería un éxito comercial, pero vayamos al fondo de la polémica y al racional que hay detrás de esta propuesta.

La primera crítica surgió de Jurgen Klopp, entrenador del Liverpool FC, que se refirió a lo apretado del calendario. “Cuando encuentre fecha para eso, puede llamarme”, dijo el técnico alemán. Los futbolistas llevan tiempo reclamando una revisión de todas estas propuestas y, sobre todo, que se busquen fórmulas para rebajar la intensidad de un curso en el que pueden llegar a jugar hasta 60 partidos entre ligas, copas, torneos internacionales y de selecciones. Todo ello, con apenas tres o cuatro semanas libres en verano.

Y ahí está el qué. Muy probablemente en la cabeza de Boehly, accionista de los LA Dodgers de la MLB y las LA Sparks de la WNBA, no entra que, periódicamente, los futbolistas a los que paga millones cada semana cambien de empleador para ponerse a las órdenes del combinado nacional. Básicamente, porque no sale a cuenta: se exponen a lesiones, se pierden fechas para hacer negocio directo por otras vías y se cede una parte del pastel por patrocinio y televisión a las federaciones que, de no estar, podría recaer en ligas nacionales y, por lo tanto, en los clubes.

FIFA pagará un total de 209 millones de dólares a todos los equipos que han cedido jugadores para el Mundial de Qatar 2022; nada para los que los hayan cedido en los clasificatorios a diferencia de UEFA, que en 2020-2024 dará 240 millones. Hecho el reparto en 2018, el que más cobró fue el Manchester City, con apenas cinco millones de dólares. Es decir, que apenas se llevan un 8% de todo lo que genera el negocio de las selecciones, cuando es un producto que depende de sus jugadores y del que nada consiguen en términos de marca.

Con el ruido de la Superliga de fondo, lo que está claro es que todas estas ideas que hoy suenan extrañas formarán parte de las negociaciones del calendario a partir de 2027. Porque lo que no cambia es que los clubes y sus dueños, que soportan todo el riesgo de la inversión, van a querer cada vez más control y poder en la cadena de valor.

Los cajones de Florentino Pérez

El Real Madrid volvió a esquivar un año más las pérdidas. En 2021-2022 ganó 12,9 millones de euros y saldrá de la pandemia habiendo acumulado unas ganancias de casi 14 millones y con las obras del Santiago Bernabéu prácticamente terminadas. Para el nuevo curso, ya confiando en una recuperación de ingresos aunque aún por debajo de la época pre-Covid. Dicho de otro modo, probablemente el club blanco es el que más reforzado sale de entre los gigantes europeos tras la peor crisis de la historia moderna del fútbol.

La razón no es otra que sus competidores, incluido el Barça, salen con mayor endeudamiento que antes por las pérdidas que sí han sufrido por la Covid-19. Y a eso se le añade que un periodo, el de las obras del estadio, en el que habría sufrido una caída de ingresos frente al resto, no haya sido tal. Florentino Pérez aprovechó la clausura impuesta de estadios para trasladar las operaciones a la Ciudad Deportiva y acelerar las obras de un estadio que se reinaugurará en 2023-2024.

La duda que queda es cómo ha jugado los 360 millones que consiguió vendiendo a Legends y Sixth Street el 30% de la gestora del Bernabéu. ¿Reducción de deuda? ¿Tapar un posible agujero en 2021-2022 como ha hecho el Barça? El club dice que ha realizado provisiones, pero no por qué cuantía. Y todo apunta que Florentino ha creado colchones por si un año van mal dadas, cuadrar las cuentas.