EL TEMPLO DEL MOTOR

Locos por la velocidad se citan a diario en el viejo Nurburgring

El mítico y popular circuito alemán sirve de llamada a miles de aficionados a las carreras e, incluso, pilotos frustrados, que alquilan la pista para imitar a Lewis Hamilton

Los 'fans' de la velocidad llegan a entrar con sus coches y hasta furgonetas para dar una vuelta al trazado de 20,8 kilómetros y sentir la sensación de ser piloto de carreras

Nurburgring

Nurburgring / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Emilio Pérez de Rozas

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Podría decirse, sin temor a equivocarnos, que es el lugar del mundo donde se encuentran más ‘quemados’ por metro cuadrado. Casi por centímetro cuadrado. Pero no solo ‘quemados’ por y de la velocidad, no, no, sino auténticos aficionados al mundo de la velocidad, al mundo de las carreras, al mundo de la conducción, perdón, perdón, del pilotaje, al mundo de la preparación de los coches de carreras y, sí, por qué no reconocerlo, también hay gente del mundo del ‘postureo’, del tuneo, de los coches deportivos, de los coches preparados, mejorados, creados para correr o correr algo más, vale, sí, mucho más, que cuando salen de la fábrica.

Aquí, en Nurburgring, uno de los circuitos más míticos del mundo, el viejo trazado de 20,8 kilómetros sinuosos, sube, baja, de 154 curvas, donde han corrido los más populares y míticos pilotos de todos los tiempos y, por supuesto, donde han competido todas, todas, las marcas importantes e impresionantes del mundo de la velocidad, se citan cada día, ¡cada día!, cientos de aficionado que vienen o bien a correr con su propio coche, o bien a alquilar uno preparado para disfrutar en la pista, o bien a ver, como simple y apasionado aficionado, a su familiar y/o amigo pasarlo bien, derrapar, sufrir y hasta salirse de la pista desde las improvisadas gradas.

Un conductor se sube al coche alquilado para dar vueltas al circuito de Nurburgring.

Un conductor se sube al coche alquilado para dar vueltas al circuito de Nurburgring. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Todo en Nurburgring está pensado para que el visitante disfrute del olor a competición que aún se respira en esa zona, pese a que las carreras, ahora, en ese mítico y viejo trazado son ya lo de menos. “Lo grande de Nurburgring es, por supuesto, meterse en el circuito y apretar, lo máximo posible, en los 20,8 kilómetros de recorrido, derrapar o trazar con la habilidad que puedas, sepas o te enseñen, en las 154 curvas del trazado”, cuenta Jorge, que viene de Valencia, pero que prefiere mantenerse en el anonimato “porque no todos los míos saben que estoy aquí”.

Para Jorge, no solo es apretar a tope durante unos minutos en el circuito y correr a su nivel, ni más ni menos, correr como no puede correr en su día a día, “sino también está disfrutar el ambiente de Nurburgring y sus alrededores, sus gentes, sus tiendas, sus garajes, sus preparadores, la organización, el pueblo de Adenau, donde todo, todo, está pensado para los amantes del motor, de la conducción, del pilotaje, de los coches, de las carreras y eso te crea un cosquilleo especial a lo largo de los dos o tres días que pasas allí”.

Un fabuloso y veloz Mercedes deportivo, en Nurburgring.

Un fabuloso y veloz Mercedes deportivo, en Nurburgring. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Nurburgring ofrece, a determinadas horas del día, pues hay jornadas y horas en que la pista está alquilada por fábricas y preparadores de alta competición para probar sus prototipos, la posibilidad de rodar con tu coche por euros la vuelta y, por supuesto, el recinto está rodeado de empresas, garajes, preparadores que te ofrecen los mejores y más competitivos modelos de calle, preparados para correr, por alquileres altos, sí, dependiendo de la gama y, por supuesto, dejando un importante depósito ‘porsiaca’, por si acaso chocas.

Correr prudentemente

“Es evidente que una vez dentro del circuito tienes que ir con tacto y el comportamiento de los pilotos es, sencillamente, exquisito”, explica Mateo, otro español, de Santander, que ha venido a disfrutar de su jornada preferida en la primera parte de sus vacaciones. “Todo el mundo trata de ir a tope, pero en ‘su’ tope, pues hay que tener en cuenta que te encuentras todo tipo de conductores, incluso tres amigos que se han metido con su furgoneta. Y todos, todos, cumplen las reglas más elementales del sentido común: no picarse, separarse a la derecha para dejar pasar, mirar el retrovisor y saber cuando alguien viene mucho más deprisa que tú…el truco, la gracia, la experiencia es ir rápido, pero lo más rápido que tú sabes o puedas, no tratar de hacer animaladas, simplemente porque estas dentro de un circuito”.

Dos coches, en uno de los tramos más bonitos del viejo Nurburgring.

Dos coches, en uno de los tramos más bonitos del viejo Nurburgring. / EMILIO PÉREZ DE ROZAS

Si sufres un accidente, la broma te puede salir por un ‘pastón’. Ya ni te cuento si alguien se atreve a alquilar un Porsche GT3 RS, dejando un depósito de 18.000 euros y pagando, en caso de destrozó, 150.000 euros. “El circuito”, cuenta Jorge, “tiene sus comisarios de pista, que observan que todo sea correcto y, por supuesto, te multan si haces algo inadecuado. Y, si sufres un accidente, tienes que pagar la grúa, la hora de los comisarios, los desperfectos que has causado en el trazado, los daños del coche…y, también, claro, las horas en que has inmovilizado todo el circuito. Total, mejor no te sales”.

Hay gente en la zona, trabajadores de todo tipo, que pagan un pase permanente, no sé si son unos 1.000 euros al año y, finalizada su jornada laboral, entran con su coche particular y dan una vuelta por este mítico trazado. Es como tener un circuito propio en el jardín. O casi. 

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