La final de la Champions
Caos en el estadio: fiasco francés y de la UEFA
La final entre el Real Madrid y el Liverpool empezó con 37 minutos de retraso por el cao insólitos en los alrededores del Stade de France
Desde la tragedia de Heysel no se producía una demora de este tipo en una final de la máxima competición europea
Enric Bonet
El Liverpool y el Real Madrid protagonizaron este sábado la final de la demora. Los numerosos incidentes para acceder al Stade de France, incluidas avalanchas de aficionados, provocaron que el partido empezara 37 minutos más tarde de lo previsto. El caos en los alrededores del estadio retrasó el inicio del encuentro. Y el único gol que decidió una final intensa, pero menos espectacular de lo esperado, también se demoró.
Los jugadores del Real Madrid y el Liverpool esperaron hasta las 21:37 horas el pitido inicial del árbitro. Uno de los acontecimientos deportivos con una mayor audiencia televisiva en el mundo sufrió un retraso de más de media hora. Desde la tragedia de Heysel (Bélgica) en 1985, en que murieron 39 aficionados (la mayoría de ellos italianos) tras una avalancha, una final de la Champions no empezaba con tanta demora. A diferencia del trágico duelo entre la Juventus y el Liverpool, esta vez no se produjeron víctimas mortales, aunque hubo momentos caóticos en el Stade de France de Saint-Denis, situado en la periferia norte de París.
Entradas falsas
Hubo larguísimas y lentas colas de aficionados para entrar al estadio, causadas por la presencia de seguidores del Liverpool con entradas falsas compradas en la reventa. A eso se le sumó una organización deficiente de la UEFA y de los agentes de seguridad franceses. Estos múltiples factores contribuyeron a que subiera la tensión.
La situación desembocó en dos avalanchas de aficionados ingleses que terminaron rompiendo el primer cordón de seguridad alrededor del estadio. Lo que desembocó en intentos para colarse en el recinto, incluso saltando vallas. Un caos que no solo retrasó el inicio del partido, sino que también comportó víctimas colaterales. Por ejemplo, aficionados del Liverpool que, a pesar de disponer de su billete, no solo se quedaron fuera del estadio, sino que también fueron gaseados por la policía.
Este embrollo marcó las horas previas, y los incidentes continuaron mientras transcurría el partido. Centenares de personas, franceses muchos de ellos, deambularon justo al lado del estadio, una zona en principio reservada para los espectadores. Se produjeron cargas de la policía contra aficionados ingleses, tanto en los alrededores del Stade de France como cerca de la zona para fans del Liverpool, instalada cerca del Bois de Vincennes, en el sureste de París.
Polémica repartición de entradas
Pobre imagen la dada por la organización presidida por Aleksander Ceferin, pero también por Francia, que debe organizar los Juegos Olímpicos de 2024. Antes del partido, ya había suscitado críticas la repartición de entradas. El Liverpool y el Madrid solo recibieron unos 22.000 billetes cada uno para sus aficionados, a pesar de que el Stade de France acogió a más de 80.000 espectadores. Esta situación favoreció el desembarco en París de unos 60.000 ingleses, muchos de ellos sin entrada.
Si fueron los aficionados del Liverpool los que tuvieron más dificultades para acceder al estadio, en el campo los jugadores merengues parecieron ponerse las pilas con bastantes minutos de un retraso suplementario. Las dificultades del Madrid, forzadas por la intensidad y el dominio “red”, comportaron que los goles se hicieran esperar. El conjunto madrileño apenas disparó durante la primera parte.
Pero en una de sus primeras ocasiones, pasado el descanso, Vinicius abrió el marcador en el minuto 60. El solitario gol del habilidoso brasileño decidió un encuentro menos brillante de lo esperado. Una final entre dos conjuntos con muchos quilates de tradición futbolística, pero que pasará tristemente a la historia por los incidentes ocurridos.
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