RECUERDOS DE UNA MALA INVERSIÓN

Los cerdos que arruinaron a Cruyff

El holandés, que este lunes cumpliría 75 años, quería dejar el fútbol a los 31. Pero cuando toda su fortuna se evaporó en 1978 por una fallida inversión en la cría de cerdos debió seguir jugando. Este es un viaje a la granja porcina que aún permanece en Foradada, en la provincia de Lleida.

Cruyff

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Edwin Winkels

El payés, camisa a cuadros, zapatos robustos, una horca en la mano, desatiende un momento la limpieza de su terreno y se acerca a la estrecha carretera que proviene de Artesa de Segre. "Ahí -señala-, hacia la izquierda. Entre esos dos montículos, pasado el monasterio, a orillas del Segre. Ahí sigue. Dese aquí no se ve, pero no tiene pérdida. La granja es muy grande, como todas las granjas aquí".

Josep Vilella vuelve a señalar la carretera. “Eran seis u ocho coches, no recuerdo ya. Cruyff venía con toda una escolta". El payés tiene 75 años, los mismos que hubiese cumplido Cruyff este lunes. Sus recuerdos de la visita del holandés datan de 1978. “Pero aquí nadie lo ha olvidado. Venía el gran Cruyff, desde Barcelona y todo… Era un acontecimiento".

Fue un viaje en coche de unos 140 kilómetros desde Barcelona por, en aquellos tiempos, una carretera de un carril por sentido. Dos kilómetros al norte de Foradada (la Noguera) se encuentra el castillo de Montsonís, muy bien conservado. Debajo, el santuario de la Mare de Déu del Salgar. Detrás se abre una llanura verdecon las naves bajas y alargadas de una granja de cerdos.

Hora de invertir

El nombre oficial es Granja La Rourera. Pero en los mapas de la comarca figura aún como Granja Grupeco. Grupeco era el nombre del holding en que Johan Cruyff, jugador del Barça desde 1973, Michel Basilevitch, exmodelo, y el empresario Gabriel Giménez Pardo habían reunido varias empresas. La más importante: Ganadera Catalana, que iba a construir en Foradadauna granja de cerdos moderna.

“Estábamos encantados con una inversión tan grande. Las tierras rurales siempre hemos sido minusvalorados, pese a que somos fundamentales para la vida, la alimentación de la gente de la ciudad. Así que cuando vienen de Barcelona para inyectar dinero en la comarca, bienvenido sea", dice Carme Díaz, que regenta La Botiga de Montsonís.

Josep Vilella, payés.

/ Edwin Winkels

La idea fue de Basilevitch, un francés de padres bielorrusos que había entablado amistad con Johan y Danny Cruyff. Se hizo con la confianza de la pareja y ocupó el lugar de Cor Coster, el padre de Danny, como representante de Johan. Cruyff estaba decidido de dejar el fútbol después de terminar su contrato con el Barça, en el verano de 1978, pese a que solo tenía 31 años. Basilevitch le convenció de la necesidad de no dejar en el banco todo el dinero que había ganado con el Ajax y el Barcelona; era hora de invertir su fortuna. En hortalizas, en palmeras, en un proyecto inmobiliario en Ibiza pero, la mayor parte, en una granja de cerdos.

En su autobiografía de 2016, Cruyff describe su disparate empresarial: “Uno de tus conocidos te dice una cosa y le sigues el rollo, sin tener el más mínimo conocimiento. Además se trata, y eso es lo más estúpido, de una cosa con la que no tienes ninguna afinidad. Y otros se aprovechan de eso. Porque donde hay dinero, salen las ratas. Invertí en una granja de cerdos. ¡¿Cómo se me ocurrió…?!”. Para Cruyff siempre fue el mayor error de su vida.

Cuentas a cero

Fue Coster que, en una visita a Barcelona, descubrió que las cuentas bancarias de su yerno estaban casi a cero, una cantidad, en pesetas, de unos 4,5 millones de euros se había evaporado. Todos sus ahorros. Coster culpó a Basilevitch, que lo negó; nunca hubo ninguna querella de Cruyff contra su antiguo socio.

Años después, en 1996, Basilevitch señaló en El Mundo Deportivo a otro presunto culpable del fracaso, Xavier Aguilar, el tesorero del Barça. “Es una de las personas que más hizo por arruinar a Cruyff en el 78”, dijo el francés.

Aguilar fue en los setenta el adjunto al director Javier de la Rosa en el prestigioso Banco Garriga Nogués, la filial en Catalunya de Banesto. Basilevitch: “Fueron ellos dos que nos engañaron a Cruyff y a mi metiéndonos en aquel negocio de cerdos. Siempre recordaré como Aguilar, delante de De la Rosa, nos concedió en efectivo, billete sobre billete, un crédito de 15 millones de pesetas.”

Johan Cruyff, el día de su debut como jugador del Barça, contra el Granada.


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Aguilar fue fundador del holding Grupeco y lo traspasó a Cruyff y Basilevitch. Tenía apenas 30 años, igual que De la Rosa. Unos años después, De la Rosa sería despedido por Banesto por su gestión dudosa del Banco Garriga Nogués, justicia investigó el inmenso agujero económico que dejó; un anticipo de lo que repetiría después en otras empresas.

Banesto era uno de los acreedores de Grupeco cuando el holding se desplomó como un castillo de naipes justo cuando la granja se había terminado de construir y las pocilgas esperaban a los 3000 cerdos. El payés Josep Vilella lo compara con lo que, a mediados del siglo pasado, le pasó al Barón de Albí. Aquel noble, Carles de Montoliu, residía en el castillo de Montsonís, y muchas hectáreas de tierra eran de su propiedad. “Todo el mundo aquí trabajaba para él”, recuerda Vilella. “Cuando llegó la mecanización, el barón decidió que fueran los tractores que harían todo el trabajo. Pero los conductores de los tractores no sabían cómo labrar la tierra, y las cosechas se estropearon. Algo parecido le ocurrió a Cruyff; sabía muchísimo de fútbol, era un genio, pero de cerdos, nada de nada”.

"Le metieron un penalti por la escuadra"

Jaume Abellana es con su empresa Premier Pigs unos de los mayores empresarios de la industria porcina de Lleida y Aragón. Vivió de cerca lo que pasó en 1978. “Para mantener el lenguaje futbolístico —dice— a Cruyff le hicieron un caño y después le metieron un gol de penalti por la escuadra". ¿Lo que quiere decir con eso? "La gente ve a aparecer un inversor muy grande, desde Barcelona, con mucho dinero. Entonces se empiezan a fijar otros precios".

Un ejemplo: alguien de la comarca pagaba, por ejemplo, 100.000 pesetas para un trabajo, un terreno, una gestión, lo que sea. Pero a un forastero de la lejana ciudad le cobrarían el doble o el triple para el mismo trabajo, terreno o gestión. Constructores, paletas, carpinteros, fontaneros… Muchos facturaban de repente otros precios cuando los millones de Cruyff se esparcieron como maná sobre la zona. Se cuenta en la comarca que más de uno se pudo construir un chalet con las ganancias, aunque otros se quedaron con facturas impagadas: una decena de empresarios de Artesa de Segre reclamaron en 1986, cuando Cruyff regresó a Barcelona como entrenador, el pago de dinero que aún les debía.

Desde Grupeco, con el despacho en el Passeig de Gràcia, apenas había control de lo que pasaba en Lleida. Continuamente llegaban peticiones desde la Noguera de que se necesitaba más dinero. Hasta que las cuentas quedaron vacías. Fue el momento en que Cor Coster descubrió la desastrosa administración. Acabar con esto, le dijo a su yerno.

Comprador sorpresa

“El propio Cruyff jamás ha podido ver ningún cerdo en su granja”, dice Abellana, que es desde 2014 el propietario de la ‘granja de Cruyff’. Mientras que el holandés, obligado por la bancarrota, decidió continuar su carrera futbolística en Estados Unidos para volver a ganar dinero, Basilevitch intentó vender la granja en 1979, pero ningún comprador quería hacerse con una deuda de 2,5 millones de euros.

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Finalmente, se subastaron las instalaciones para poder pagar a los acreedores. El comprador fue una sorpresa: el Grupo Zeta, la recién fundada empresa de comunicación, se hizo con el negocio de cerdos pese a que, igual que Cruyff, no tenía conocimiento alguno del sector. No funcionó, y tras un par de décadas de abandono dejó la gestión en manos de una cooperativa en Artesa.

Johan Cruyff nunca más volvió a ver su granja. Y desde hace algunos años también se ha extraviado el último rastro de su presencia en Foradada. En el castillo de Montsonís había una foto del barón, que falleció el año pasado, posando con el famoso futbolista. Desde que el castillo se abrió al público, nunca ha desaparecido nada de todas las cosas valiosas, entre ellas muchos cuadros. A excepción de aquella foto de Cruyff.

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