La explosión del fútbol femenino

Generación Alexia: las revoluciones del Barça femenino (dentro y fuera del campo)

Tras esta nueva fascinación hay algo más que calidad futbolística: comportamientos diferentes y una forma menos tóxica de entender la competición

Generación Alexia

Generación Alexia

Rafael Tapounet

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Si quieren saber hacia dónde va la sociedad, miren cómo se mueve el dinero. Cuando no habían pasado ni 24 horas desde el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeonas que enfrentó el pasado 30 de marzo al FC Barcelona y el Real Madrid en un Camp Nou repleto con 91.553 espectadores, la empresa estadounidense Gloria (creadora de una aplicación que permite conectar a los jóvenes talentos con clubes de fútbol mediante tecnología de vídeo) hizo pública una oferta de 10 millones de euros para adquirir los derechos de 'naming' de la futura Liga Profesional española de fútbol femenino. Gloria, compañía creada y dirigida por una mujer, no está sola en su apuesta; también el fondo de inversión Muse Capital, fundado por la italiana Assia Grazioli, ha anunciado una aportación de 40 millones para ayudar a profesionalizar definitivamente el fútbol femenino en España. No es dinero destinado a beneficencia. Aquí han olido negocio.

Y hay más. Pese al pintoresco empeño de todos aquellos que siguen defendiendo que el récord de asistencia a un partido de fútbol femenino registrado en el Camp Nou fue un incidente puntual de carácter más folclórico que deportivo, la realidad ha seguido ofreciendo contundentes ejemplos de la pujanza del balompié practicado por mujeres. Las entradas para el encuentro de semifinales de la Liga de Campeonas entre el Barça y el Wolfsburg en el coliseo azulgrana volaron en un par de días. Las localidades para asistir a la final de la Euro que se jugará el 31 de julio en el estadio de Wembley se agotaron en una hora. El rotativo inglés 'The Guardian' ha puesto en marcha una 'newsletter' semanal dedicada exclusivamente al fútbol femenino. Y luego está lo de Sant Jordi.

'Vicky Losada, capitana', escrito por el periodista Andrés Corpas; 'Totes unides fem força!', de Aitana Bonmatí (en colaboración con Cristian Martín); 'Barça Femení: Història des dels orígens fins el triplet', de Manel Tomàs; 'Dones de futbol', de Natàlia Arroyo Clavell; la serie infantil 'Alexia Superfutbolista'… Son algunos de los títulos consagrados al fútbol femenino que el próximo sábado 23 de abril tendrán probablemente un lugar entre los libros destacados de la jornada. Si hablamos estrictamente de novedades, superan en número a los de temática futbolística en clave masculina. Esto no es un espejismo. Es un fenómeno muy real.

El equipo que fundó Nettie Honeyball, el British Ladies Football Club, en 1894.

El equipo que fundó Nettie Honeyball, el British Ladies Football Club, en 1894. / Archivo

Apartadas hace un siglo

Llegados a este punto, no está de más recordar que cuando hace justamente un siglo las autoridades futbolísticas inglesas decidieron apartar a las mujeres de la práctica del balompié, los partidos de fútbol femenino atraían con regularidad a decenas de miles de espectadores (53.000 en un encuentro jugado el 26 de diciembre de 1920 en el Goodison Park de Liverpool entre las formidables Dick, Kerr Ladies y el St. Helen’s Ladies).

Cuando las autoridades futbolísticas inglesas apartaron hace un siglo a las mujeres, los partidos atraían con regularidad a decenas de miles de espectadores

Amparándose en un discurso que presentaba la práctica del fútbol como una amenaza para la misión reproductora que la sociedad de la época asignaba a la mujer, la federación inglesa prohibió en 1922 a los clubs afiliados a ella que prestaran sus instalaciones a equipos femeninos, un veto que ahuyentó rápidamente a los patrocinadores y a los medios de comunicación. Sin campos, sin financiación y sin cobertura periodística, el fútbol femenino pasó de ser un deporte de masas a ser un acto de resistencia practicado en la clandestinidad. No es que dejara de interesar; es que lo condenaron a la invisibilidad. 

Ignorancia y misoginia

Tuvo que pasar medio siglo para que la situación empezara a cambiar. Solo a finales de los años 60 y principios de los 70, las diversas federaciones europeas se avinieron a reconocer la existencia del fútbol femenino. En España, eso no ocurrió hasta 1980. Una década antes, el 25 de diciembre de 1970, el Camp Nou había acogido un partido de prueba entre un equipo del Barça sin reconocimiento oficial y la Unió Esportiva Centelles.

"El respetable lo pasó en grande (...) gracias a los fallos presenciados", dice una crónica que recogía un encuentro entre el Barça y la Unió Esportiva Centelles de 1970

La ignorancia disfrazada de misoginia (¿o es a la inversa?) dio lugar a párrafos como el siguiente en las crónicas que de aquel evento publicó la prensa local: "El respetable lo pasó en grande, pero no en función al juego exhibido [sic], sino a los fallos presenciados y a la convicción de que las féminas pueden dedicar sus ratos de ocio a la práctica del balonmano, del baloncesto o del jockey sobre patines o hierba si quieren formar en la disciplina deportiva del club, porque, decididamente, eso del fútbol o balompié no se ha hecho para su sexo".

Aitana Bonmati se hace una selfie con los seguidores al final del partido

Aitana Bonmati se hace una selfie con los seguidores al final del partido / REUTERS/Albert Gea

"Ellas han sostenido el barcelonismo"

Pues bien, en los últimos años, ha sido justamente el juego exhibido por equipos como el FC Barcelona el principal banderín de enganche del fútbol practicado por mujeres. Así lo ha reconocido alguien tan autorizado como el entrenador del primer equipo masculino del club azulgrana, Xavi Hernández. "La propuesta de juego [del Barça femenino] es muy buena –asegura el técnico de Terrassa–. Para nosotros son un ejemplo. En estos últimos años, ellas han sostenido al barcelonismo porque han mantenido el modelo de juego de lo que creo que debe ser el Barça". No hay condescendencia en sus palabras, solo sincero reconocimiento.

La calidad del juego tampoco lo explica todo; tras esta nueva fascinación hay algo más: unos comportamientos diferentes, una forma de entender la competición más sana

Pero la calidad del juego tampoco lo explica todo. Detrás de esta nueva fascinación por el fútbol femenino hay algo más. Unos comportamientos diferentes. Una manera de entender la competición más sana y menos tóxica. Un compromiso. Unos valores (si es que este término no ha dejado de tener sentido a fuerza de ser usado como estrategia de marketing). 

Conjunto de intangibles

Gestos e imágenes que hoy resulta imposible ver en el cínico e hiperprofesionalizado mundo del fútbol masculino: las jugadoras del Real Madrid aplaudiendo a la afición barcelonista después de caer eliminadas en el Camp Nou; las futbolistas del Barça manteando a una jugadora del equipo rival al término de un encuentro; la ganadora del Balón de Oro atendiendo con la mejor de las disposiciones a todo aquel que se acerca a pedirle un autógrafo o una foto; una estrella absoluta (la noruega Ada Hegerberg) renunciando a jugar un Mundial a fin de denunciar la desigualdad entre hombres y mujeres que subyace en las políticas de la federación de su país…

Ese rico conjunto de intangibles está despertando cada vez más el interés no solamente de los aficionados sino también de las marcas comerciales, porque lo único que necesitaba el producto para venderse bien era que alguien se tomara la molestia de enseñarlo. Ahora el reto será aprovechar esa nueva visibilidad y la llegada del dinero para crecer sin perder la conexión con la gente. Para que, lejos de los contratos delirantes, los egos desmesurados, los palcos vip, las explosiones de violencia y las tramas corruptas, el fútbol verdaderamente popular se siga escribiendo con F. De femenino.

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