Esquí alpino
Los Pirineos se activan internacionalmente con la Copa de Europa de esquí en Andorra
La prueba es la antesala a proyectos de futuro como el Mundial de 2027 o la candidatura de los Juegos 2030
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
La propia definición del deporte lo dice todo. No se habla de esquí pirenaico, sino de esquí alpino cuando se cita la disciplina deportiva que agrupa diversas modalidades como el descenso, el supergigante, el gigante o el eslalon. Y, desde siempre, la cordillera de los Alpes ha sido la dominante a la hora de programar cualquier competición internacional que supusiera deslizarse sobre la nieve con unas tablas para dejar claro quién era el más rápido como hombre o mujer a la hora de deslizarse y buscar la pancarta de llegada.
Sin embargo, esta situación va cambiando poco a poco en una cordillera pirenaica que acostumbre a activarse deportivamente mucho más en su vertiente sur que en su cara norte, con unas estaciones francesas que se dedican exclusivamente a la actividad turística. No sucede igual con las iniciativas de las estaciones catalanas y andorranas. Y es, precisamente, lo que está ocurriendo esta semana en las pistas de Andorra con la disputa de las finales de la Copa de Europa, que se celebran en pistas de Soldeu y El Tarter, dentro del dominio esquiable de Grandvalira.
Y, precisamente, prueba de esta reivindicación deportiva en los Pirineos se personaliza en la figura de dos esquiadores; uno es catalán, Quim Salarich, y el otro andorrano, Joan Verdú. Salarich y Verdú son principalmente estrellas en la Copa de Europa, que se podría considerar como la hermana menor de la Copa del Mundo, competición en la que Verdú ya ha puesto la mirada para 2023 después de proclamarse campeón de gigante europeo y de haber conseguido en los Juegos de Pekín con su novena plaza, rozando el diploma olímpico, la mejor clasificación de un esquiador andorrano en una cita olímpica invernal. "Ganar la Copa de Europa ha sido una burrada porque era algo que siempre había perseguido. Y, además, hacerlo en casa y con los míos, ha sido algo muy especial y emotivo", declaró el esquiador andorrano en El Tarter después de acabar la prueba de gigante en tercera posición.
Quim Salarich, por su parte, ya se puede considerar también como el mejor esquiador catalán de la historia después de las magníficas posiciones que ha logrado esta temporada en la Copa del Mundo, penalizado siempre por la circunstancia de salir en posiciones retrasadas cuando la nieve ya ha sido castigada por las bajadas de competidores con más puntos y mejor clasificados en la general de la competición. Salarich se ha ganado el derecho a participar este domingo en las finales de la Copa del Mundo que se disputan en la estación de Courchevel. En Soldeu cerró su actuación en la Copa del Mundo con un segundo puesto y una séptima plaza en la general final. Salarich, además, es el mejor esquiador español de los últimos 50 años, un deporte blanco que sigue mirando los éxitos de Paquito Fernández Ochoa.
La Copa de Europa, en el impulso internacional de los Pirineos, ha sido la antesala a futuros proyectos de la cordillera, sobre todo centralizados en la candidatura para organizar los Juegos de Invierno de 2030, pero que pasan también por la aspiración andorrana a acoger en 2027 el Campeonato del Mundo de esquí alpino.