Mbappé ajusticia a 'su' Real Madrid

En el partido de las estrellas del gol emergió la figura inesperada de Courtois para rescatar al peor Real Madrid de la temporada. Dos manos salvadoras y un penalti detenido a Messi mantenían el empate en el partido, hasta que en el descuento apareció un jugador que está dos escalones por encima de los demás: Kylian Mbappé. El francés terminó derrotando a los que serán sus compañeros el año que viene.  

París Saint-Germain y Real Madrid son equipos asimétricos. Los galos gravitan alrededor de la verticalidad de su delantera, que se activa con los chispazos de un Mbappé que exhibe su exuberancia incontenible, o de este Messi que juega de quaterback desde la zona de tres cuartos. El Real Madrid, sin embargo, se arma alrededor de su centro del campo inoxidable en el que Modric y Kroos descifran el timing del partido para acelerar o ralentizar el juego esperando el momento de habilitar a Vinicius y Benzema para dar el zarpazo. Salieron los dos con una prioridad: no cometer ni un error en la salida del balón. Ancelotti proyectó un partido de 180 minutos, más aún valiendo los goles fuera lo mismo que los de casa. Pochettino quiso llenar las alforjas para la vuelta.

Estampidas de Mbappé

Kylian avisó a los cuatro minutos encadenando dos latigazos que desubicaron a Carvajal, pero su centro fue mal rematado por Di María, titular en lugar del renqueante Neymar. El balón era local y los blancos se pertrechaban en su área. Messi ganaba protagonismo y Benzema pedía juego directo para sacar el partido de ahí. Pero los blancos sufrían con la circulación por dentro de los volantes parisinos, especialmente cuando pasado el cuarto de hora un pase milimétrico de Messi dejaba a Mbappé solo ante Courtois, que salvaba milagrosamente el remate. Pesaban más los petrodólares de Al-Khelaifi que los ladrillos de Florentino.  

Carletto ajustó el dibujo para que Militao cayese a la ayuda de Carvajal ante las estampidas del bisonte Kylian. Algo que hizo la vida de la defensa blanca más plácida. Pero en ataque Vinicius seguía fuera de cobertura y Benzema, porque Modric y Kroos corrían persiguiendo a Verratti y Paredes, mientras Ancelotti pedía que fuese al revés. Los madridistas necesitaban aguantar el balón, proponer en medio, romper líneas tocando, hacer dudar a los parisinos, pisar área... Los minutos corrían a favor de los blancos, que veían cómo el chaparrón amainaba con la portería a cero. Pasada la media hora el Real Madrid dio un paso adelante en la presión, comenzó a tener la pelota y a revolotear como una mariposa alrededor del PSG. Solo faltaba que picase como una abeja. La última jugada del primer tiempo trajo consigo la única contra de los blancos, en la que Vinicius sacó un córner que provocó el primer remate blanco, por medio de un cabezazo de Casemiro. Al descanso ganaba el PSG claramente a los puntos. 

Comenzaba la segunda mitad con un disparo de Mbappé que salvaba Courtois con otra mano majestuosa. La pelota duraba aún menos en los pies madridistas que en la primera parte y eso acrecentaba la fe de los parisinos en la presión. El duelo se jugaba en el área blanco y Courtois sujetaba al equipo en un partido impropio de los madridistas. Lo mejor, lo único bueno quizás, era el marcador.

Courtois, salvador

A la hora de partido un autopase de Mbappé terminó con un penalti claro de Carvajal. Era la consecuencia lógica del asedio al que estaban siendo sometidos. Messi, que había marcado los dos que había tirado en la Champions, lanzó la falta máxima y Courtois lo detuvo. El Real Madrid, sometido como nunca, seguía sobreviviendo gracias a la actuación estelar del belga. Partido agónico con un héroe inesperado en medio de una constelación de  estrellas como Mbappé, Messi, Benzema, Neymar... Carletto reforzó la banda derecha madridista y Pochettino lanzó un órdago sacando a Neymar.

En los instantes finales Mbappé, Messi y Neymar pudieron desequilibrar el marcador, pero el Real Madrid soportaba estoicamente el asedio. El empate era un triunfo, un milagro, un resultado asombroso para la vuelta de este Madrid vulgar. Un equipo que no supo imponer sus galones, su anunciada jerarquía. Al mediocampo blanco le pesaron los años y confirmó lo que se sospechaba: la Liga no está a la altura de la aristocracia futbolística de la Champions. Y entonces, en el descuento, apareció Mbappé, que se fue de dos defensas y marcó el gol que derrotaba a los blancos. La justicia poética condenaba al Real Madrid y coronaba a Kylian.