El cañón de Asensio frena la hemorragia del Real Madrid

El Real Madrid tiene problemas de gol, de gestión de plantilla, de cansancio... Pero Marco Asensio cortó la hemorragia blanca con un zapatazo a un cuarto de hora del final ante un Granada que se limitó a achicar agua y terminó pagando su falta de ambición. Un triunfo de los madridistas tan merecido como sufrido.

Sentenciados

Ancelotti ha sentenciado a Hazard, Bale y Jovic. Solo así se explica que el día que no estaban Benzema (lesionado), y Vinicius (sancionado por tarjetas), dejase a los tres atacantes en el banquillo y apostase por Isco de 9 falso. Algo inquietante teniendo en cuenta que venían de sumar 4 de los últimos 9 puntos en Liga. Así salió el Madrid contra un aseado Granada en un partido con una primera parte espesa que funcionó a arreones. La oportunidad más peligrosa de los blancos fue un remate de Neva en propia meta. Tuvieron ocasiones los nazaríes también, pero se llegó con un empate sin goles tras un asedio loca sin delanteros en el campo. 

Carletto dejó en la ducha en el descanso a un desubicado Camavinga por Valverde y el equipo subió un punto la intensidad. El Real Madrid seguía cuchareando, sin pinchar ni cortar en ataque, pero embotellando al Granada en su área. No siendo Rodrygo ni parecido a Vinicius, y con Isco asociándose con todo el que caía cerca suya, no le llegaba a los blancos para abrir el marcador. Se animaban los madridistas a pisar área con apariciones inesperadas de Alaba, Carvajal, Militao, Modric... Maximiano crecía bajo palos a disparos de Isco y Asensio. Y entonces Ancelotti sucumbió a la lógica y dio entrada a Hazard y Jovic por Isco y Rodrygo. Bale ni calentó.

Pasaban los minutos y el Real Madrid seguía pagando las ausencias de Benzema y Vinicius. El técnico italiano no encontraba respuestas en su banquillo. Hasta que un balón recuperado por Militao al borde del área rival fue recogido por Asensio, que sacó el bazuca para abrir el marcador y desatascar a los locales. Respiraba aliviado Carletto. El sexto gol del mallorquín rescataba a un equipo al que ya no le llega con el voluntarismo ofensivo.