AJEDREZ

Karpov, pieza de museo

Cuatro amantes del ajedrez podrán decir que firmaron en Barcelona tablas con el excampeón del mundo. Símbolo que trasciende el tablero, cuyos duelos con Kasparov generaron una fiebre por este deporte, ofreció una partida simultánea en el Museu Marítim.

Anatoli Karpov.

Anatoli Karpov. / FERRAN NADEU

Roger Pascual

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Anatoli Karpov es el símbolo de la antigua hegemonía soviética del ajedrez y un deportista cuya figura trasciende el tablero. Se coronó campeón del mundo en 1975 y estuvo en el trono una década. Sus duelos con Gary Kasparov despertaron una fiebre por el ajedrez similar a la que se vuelve a vivir por el efecto Gambito de dama. Mientras Ian Nepomniachtchi tiraba ante Magnus Carlsen casi todas las opciones de que Rusia tenga un campeón 15 años después, a sus 70 años Karpov se ha enfrentado a 19 rivales en una simultánea en el Museo Marítimo de Barcelona. Cuatro de ellos podrán decir que firmaron tablas con un mito viviente, una pieza de museo del ajedrez.

El excampeón abrió la multipartida contra la alcaldesa de Esplugues y diputada de la Diputació de Barcelona, Pilar Díaz, colega de profesión. Y es que Karpov, que lucía en la solapa un pin de la bandera rusa, es diputado en la Duma por el partido de Vladimir Putin. Las luchas con Gary Kasparov han pasado del tablero a la política, ya que su antiguo rival es uno de las voces más críticas con el presidente ruso.

Bailando con Luz de Gas

Karpov hacía bailar una pieza que había matado mientras pensaba la siguiente jugada contra el dueño de Luz de Gas, Fede Sardà. En la mesa de al lado esperaba Reydama, un youtuber que tiene medio millón de suscriptores. Una muestra más del renovado interés que despierta este deporte. En verano Karpov abrió en Platja d’Aro una de las 400 academias que llevan su nombre por todo el mundo. Ahora ha vuelto a Catalunya como invitado en la segunda edición del Llobregat Open Chess Tournament, que acaba este miércoles y en el que han participado 165 jugadores de 40 países diferentes.

Miguel Illescas organizó la simultánea y reconocía que había hecho una selección más dura de las habituales en las simultáneas. Miguel Ángel Ruperez, uno de los monitores de la escuela de ajedrez del gran maestro internacional español, firmó tablas con Karpov tras cuatro horas de juego. «Fue una experiencia increíble. Simplemente verle ya era impresionante, imagínate jugar contra él y encima hacer tablas», reconocía. Después de haber aprendido a jugar viendo a Karpov y enseñar en la escuela el estilo tan personal del ruso poder decir que no había perdido contra su ídolo era un sueño. «Estoy en un momento de felicidad absoluta», afirmaba. 

A la carrera

Pese a haber perdido, también rezumaba felicidad el pequeño Gonzalo Marín, que correteaba por la sala como haría cualquier otro niño de ocho años. Karpov le había dispensado unas palabras de felicitación después de haber sido el penúltimo en caer tras más de cinco horas. «Muy bien, una partida muy difícil», le dijo el ruso. Después de estar cinco horas y media de pie, a sus 70 años salió corriendo casi tan rápido como Gonzalo.  

Un error de Nepo da casi el Mundial a Carlsen

Un error increíble del aspirante ruso Ian Nepomniachtchi en la jugada 27 de la novena partida regaló un alfil y la victoria al campeón del mundo, Magnus Carlsen, que con tres puntos de ventaja (6-3) a falta de cinco juegos asestó un golpe casi definitivo al encuentro de Dubai.

Después de pensar durante cinco minutos, Nepo se dejó atrapar el alfil de casillas blancas. Carlsen, que, con gestos expresivos, no daba crédito a sus ojos, demoró tres minutos su respuesta obvia, una vez descartada la posibilidad de que el regalo entrañara alguna trampa.

El ruso tardó 20 minutos en regresar al tablero, y cuando Carlsen, de brazos cruzados, esperaba, tal vez, la rendición inmediata de su adversario, el ruso decidió prolongar su agonía, aunque su rostro proclamaba su desolación.En un final con pieza de menos, sólo la posibilidad de un error de Carlsen en los apuros de tiempo alimentaba las remotas esperanzas de salvación para el ruso, que abandonó en la jugada 39. 

Nepo, que se había cortado su moño característico como si quisiera dejar atrás al Nepo derrotado, ratificó que sigue acusando el golpe moral de la maratoniana sexta partida, en la que terminó perdiendo, aunque tuvo opciones de victoria. cabo de casi ocho horas y 136 movimientos, la más larga en la historia de los Mundiales.

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