LEAGUE 1

Los 'ultras' se enquistan en el fútbol francés

La sucesión de episodios violentos marca los primeros meses de la temporada en la Ligue 1

Los ultras del Niza han regresado este fin de semana a las gradas después de dos meses de sanción

Aficionados enfrentándose a los jugadores durante el duelo entre el Niza y el Marsella

Aficionados enfrentándose a los jugadores durante el duelo entre el Niza y el Marsella / ERIC GAILARD

Enric Bonet

Enric Bonet

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Pelea entre aficionados y jugadores en el Niza-Marsella, invasión de campo en el derbi norteño Lens-Lille o más recientemente el lanzamiento de objetos contra los jugadores visitantes en el clásico por excelencia del fútbol francés, el Marsella-PSG. Los primeros meses de la nueva temporada de la Ligue 1 —marcada por el aterrizaje en la competición de Lionel Messi— se han visto salpicados por una oleada de incidentes en los estadios.

El deseado retorno de los espectadores tras las restricciones sanitarias ha quedado ofuscado por la violencia de los ultras. Pese adoptar duras medidas, las autoridades no logran solucionar este fenómeno enquistado. La jornada de este pasado fin de semana estuvo marcada por el retorno de los ultras del Niza a su estadio después de más de dos meses alejados por la batalla campal durante el partido con el OM.

“En Francia no había habido tantos incidentes de este tipo en un periodo tan corto”, reconoce en declaraciones a EL PERIÓDICO el historiador Sébastien Louis, autor del libro Ultras, les autres protagonistes du football. Según este experto en la cuestión, la sucesión en los últimos meses de episodios violentos en el fútbol galo está directamente relacionada con la pandemia. En concreto, al malestar ocasionados por las restricciones para frenar el covid-19. “Los estadios no dejan de ser un espejo de nuestras sociedades y se notan estos efectos psicológicos y sociales. El público está más tenso”, asegura Louis.

“Problemas para garantizar la seguridad”

Después de que prácticamente no se hubieran celebrado partidos con público desde marzo de 2020, la nueva temporada ha servido para que grupos de ultras rindieran cuentas pendientes con sus homónimos de equipos rivales. “Ha habido el efecto de los derbis”, afirma el sociólogo Patrick Mignon, sobre el hecho de que muchos de estos incidentes tuvieron lugar en partidos entre equipos con máximas rivalidades regionales.

“En Francia no había habido tantos incidentes de este tipo en un periodo tan corto”

— Sebastien Louis, historiador y autor del libro 'Ultras, les autres protagonistes du football'

Según este experto en la sociología del deporte, la pandemia no solo ha afectado al comportamiento de los aficionados, sino también en que “los clubs no estaban preparados al retorno de los ultras”. “Muchos de ellos han tenido problemas para garantizar la seguridad en los estadios, debido a la falta de personal preparado, acentuada por la necesidad de destinar una parte de los agentes a controlar que todos los aficionados disponen de su pasaporte sanitario”, obligatorio para entrar en cualquier recinto deportivo en el país vecino, explica Louis. Durante el paro por el coronavirus, muchos empleados en la seguridad en los estadios se reconvirtieron a otras profesiones.

Relacionado con la falta de espectadores

Además de la pandemia, esta oleada de incidentes está relacionada con otro de los males del fútbol francés: la falta de espectadores en los estadios. “En muchos clubs los ultras fueron los más constantes en las gradas y eso favoreció que se sintieran como los aficionados más legítimos”, sostiene Mignon. Esta tendencia, según este sociólogo, desembocó en que las directivas de numerosos clubs “instrumentalizaron a los ultras y los mimaron”, mientras que otros los expulsaron de sus campos, como sucedió con el PSG.

“El problema de fondo del fútbol francés es que no ha sabido encontrar una política respecto a sus aficionados”, afirma el autor del libro Ultras les autres protagonistes du football, quien equipara la situación de Francia con la de Italia, donde los estadios vacíos coinciden con los episodios violentos. En cambio, en otros países como Inglaterra o España lograron atajar este fenómeno a través de una política tajante de expulsión de los ultras, mientras que en Alemania se apostó por la vía del diálogo para mantener a estos grupos de animación, pero alejándolos de sus elementos más indeseables.

“La filosofía debe ser firmeza, diálogo y acompañamiento”, aseguró a L’Équipe Thibaut Delaunay, presidente de la División Nacional de Lucha contra el Hooliganismo, un organismo vinculado al Ministerio del Interior. Ante la multiplicación de incidentes, las autoridades han anunciado la creación de “una célula de coordinación de seguridad” y de las figuras de jueces especializados en el deporte y de policías expertos en el seguimiento de los ultras. Unas medidas incipientes para solucionar un problema incrustado en el deporte rey en Francia (y no solo en ese país), pero ahora acentuado por la pandemia.

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