LOPERA, EL INVITADO SORPRESA

Noche de terror en Sevilla: 20 años de la mítica fiesta de Halloween del Betis

La plantilla verdiblanca organizó "una cena de equipo" en la casa de Benjamín en la noche de Todos los Santos del 2001 que se acabó yendo de las manos

Lopera se enteró, sacó de la cama a Juande Ramos, el entrenador, e irrumpió en la fiesta mientras algunos como Denílson trataban de huir por el balcón

Benjamín, Joaquín, Denílson y Lopera, protagonistas de un Halloween inolvidable.

Benjamín, Joaquín, Denílson y Lopera, protagonistas de un Halloween inolvidable. / El Periódico

José María Expósito

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Es la fiesta de Halloween más famosa jamás celebrada en España y sus organizadores ni siquiera sabían que era Halloween. Hace justo 20 años, el Betis regaló una de las anécdotas más inolvidables del fútbol español al organizar una cena de equipo en el chalet de Benjamín Zarandona que se les fue de las manos. Tanto que acabó con el presidente, Manuel Ruiz de Lopera, sacando de la cama al entrenador, Juande Ramos, para hacer una visita sorpresa a un guateque en el que Denílson estuvo a punto de inventar el ‘balconing’. Así de terrorífico fue aquel Halloween para la plantilla verdiblanca.

Los precedentes: "discotecas clandestinas" y "señoritas desnudas"

El Betis vivía un momento dulce. Un año antes, en el verano de 2000, tras bajar a Segunda, los jugadores acusaron al club de no pagarles y amenazaron con un plante en plena pretemporada. El desafío desembocó en una rueda de prensa de Lopera en la que el presidente les acusó de ir a "discotecas clandestinas", de emborracharse y pegar a un aficionado del Betis y hasta de "dejar a dos señoritas desnudas" en un hotel.

Pero aquello era agua pasada. En ese otoño de 2001 todo iba sobre ruedas. El club acababa de regresar a Primera División, y empezó la temporada 2001-02 como un tiro. Hasta el Madrid galáctico, con Zinedine Zidane recién llegado, hincó la rodilla en el Villamarín (que entonces llevaba el nombre de Lopera), con Denílson como estrella y con un jovencísimo Joaquín despuntando. El Betis llegó a ser líder en la séptima jornada, aunque en octubre empezó a perder fuelle. Lopera sospechaba por qué.

El Betis de la temporada 2001-2002, con Denílson, Joaquín, Capi y Benjamín, entre otros.

El Betis de la temporada 2001-2002, con Denílson, Joaquín, Capi y Benjamín, entre otros. / Archivo

La cena que acabó en fiesta multitudinaria

Se la conoce como la fiesta de Halloween, pero allí no había calabazas ni disfraces (aunque alguno se lo habría puesto). Para los jugadores sencillamente era un miércoles víspera de festivo. Hasta el domingo el equipo no tenia que recibir al Zaragoza, así que era un día propicio para alargar la jornada. También se da por hecho que la fiesta la organizó Benjamín, aunque él siempre objeta que la cena fue una idea de todos, pero era el único que podía ofrecer su casa para celebrarla.

"Estaba previsto que vinieran unas 40 personas, pero se fue corriendo la voz y...", recuerda Benjamín de una época en la que aún no había redes sociales. Calcula que pudieron llegar a juntarse 100 personas. Joaquín lo cifra en 200. Lo que nadie discute es que había más invitadas que invitados. 

Pasada la medianoche, Benjamín salió a la puerta "a comprobar cómo estaba la cosa" y seguía entrando gente. Pero lo que más llamó la atención fue un coche aparcado frente a su casa: "No sabía si estaban haciendo algo o metiéndose algo". Pero el vehículo le resultaba familiar. Se acercó a investigar y vio cómo se abría la puerta. "Buenas noches, Benjamín", le dijo una voz aflautada. Lopera salió del coche junto a Juande, el director deportivo y el gerente del club, para espanto del futbolista ecuatoguineano: "Me volví blanco".

La irrupción de Lopera y los intentos de huida

"No le dejes entrar, es allanamiento de morada", le decía algún compañero a Benjamín, que no tuvo valor para cerrar el paso al presidente. Al contrario, encabezó a la inesperada comitiva, que fue tomando nota de lo que allí sucedía. Las colillas quemando los sofás no fue lo que más le llamó la atención.

"Entramos en la primera habitación y allí había chicas haciendo ejercicio físico sin ropa ninguna", recordó tiempo después con guasa Lopera, con el 'delito' ya prescrito. Pero aquella noche no hubo bromas, sino terror. Subió al segundo piso, donde estaba la mayoría de los jugadores en situación un poco menos comprometida. "Estábamos en la gloria y entonces veo venir a Benjamín con la cara desencajada", recuerda Joaquín.

El gaditano se divertía junto a Varela y Capi, otro de los canteranos de aquel equipo, que tampoco olvida aquella escena. "Estábamos en la terracita del chalé cuando Benjamín irrumpió preguntando: '¿Quién ha invitado al presidente?'". No le creyó, hasta que le vio aparecer, con la mano en el pecho tocando la estampita del Cristo del Gran Poder de la que nunca se separaba. "Subía por aquellas escaleras y parecía iluminado", recuerda Capi.

Las invitadas alucinaban y hasta se hacían fotos con los recién llegados: "Pues sí que es importante la fiesta que vienen hasta el presidente y el entrenador". Juande sostiene que él ni siquiera sabía donde iba. "El presidente, que en algunas cosas era peculiar, me llamó y me dijo que le acompañara, pero no sabía adónde".

Algunos jugadores trataban de esconderse detrás de las cortinas, otros de vestirse. Denílson intentaba saltar por el balcón, valorando si era peor una caída desde un primer piso o enfrentarse a Lopera. "Que no me paga, Joaquín, que no me paga", le decía el asustado brasileño al hoy capitán y leyenda bética. "Saltaban con una habilidad que yo dije: "Juande, estos van a macar goles de cabeza saltando cuatro metros'”, bromeaba después el presidente.

Manuel Ruiz de Lopera y Juande Ramos.

Manuel Ruiz de Lopera y Juande Ramos. / Archivo

El paseíllo del presidente y las lágrimas de un jugador

No había escapatoria posible. Una vez consiguieron convencer a todo el mundo de que la fiesta había acabado, Lopera reunió a los jugadores en el salón del primer piso, y, con un tono de voz distinto al del sargento de artillería Hartman en 'La chaqueta metálica', pero seguramente infundiendo el mismo terror, pasó cuentas uno a uno.

"Hombre, si está aquí el niño... Otro expediente más... Muy pronto estás empezando tú", le dijo a un Joaquín de apenas 20 años, que 15 días antes ya había sido expedientado por otra salida nocturna. "También está usted aquí, Capi… No me lo esperaba de usted", le dijo al mediapunta de Camas. "Ahora entiendo tu bajo rendimiento", le afeó a Benjamín. Y a Denílson, efectivamente, le amenazó con la cartera: "Tu contrato de imagen se va a complicar… Y la selección también".

Pero quien peor lo pasó fue un jugador al que nadie quiere identificar, pero por el que recibió hasta el entrenador: "¿Este es el tripulante del barco al que quieres que renueve?”. El futbolista acabó llorando y besando su anillo de casado. "Un día que he salido y me han pillado”, aseguran que maldecía entre lágrimas. 

"La suerte que tuvimos es que estábamos todos. Si hay tres, hoy estaría poniendo cafés en el bar de mi padre", recuerda Joaquín.

La reacción: seis partidos invicto y a la UEFA

Aquella misma noche se decretó entrenamiento para el día siguiente. Tres días después, el Betis perdió en casa con el Zaragoza, pero el equipo enderezó el rumbo. Enlazó seis partidos sin perder y para Navidad Lopera ya bromeaba con organizar "un coro de campanilleros" con Benjamín al frente. La temporada acabó con el Betis clasificado para la Copa de la UEFA, todo un hito para un equipo recién ascendido.

Benjamín acabó enterándose de quién le había dado el chivatazo a Lopera, quien siempre dijo que le había llamado un vecino. Fue alguien del club, según le informó un preso de una cárcel a la que fue a dar una charla, pero nunca ha querido desvelar su nombre. Lo que tiene claro el exfutbolista es una cosa: "Aquella noche, el único que estaba en su casa era yo".