ATLETISMO

Sifan Hassan, una refugiada abonada a la épica

La corredora holandesa nacida en Etiopía gana el oro en 5.000 metros y aspira a llevarse también los títulos de 1.500 y 10.000

En la serie de 1.500 asombra al mundo al caerse, remontar lo imposible y acabar ganando su serie antes de la final de 5.000

Sifan Hassan, en su caída.

Sifan Hassan, en su caída. / REUTERS

Gerardo Prieto

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Sifan Hassan quiere triunfar en tres distancias en unos Juegos, 1.500, 5.000 y 10.000, lo nunca visto. La nueva aventura atlética de la menor no acompañada y refugiada en Eindhoven en 2008 con 15 años de edad, y nacionalizada holandesa en 2013, no tiene precedentes entre las mujeres. Sus cuatro plusmarcas mundiales y el hecho de haber logrado los títulos de 1.500 y 10.000 en el Mundial de Doha 2019, una combinación inédita también, otorgan credibilidad a un desafío condicionado por el calor y la humedad en la bahía de Tokio. 

El inédito maratón de pruebas que pretende disputar Sifan Hassan, ahora de 28 años, comenzó el pasado viernes, clasificándose con una facilidad pasmosa para la final de 5.000 disputada anoche. Doce horas antes, en la mañana del mismo lunes, Hassan había corrido la segunda serie del 1.500 y tuvo que hacer un esfuerzo suplementario en la última vuelta para avanzar a semifinales, demostrando que la holandesa tiene recursos para triunfar incluso cuando las cosas se ponen de cara. Una caída al tropezar con la keniana Edinah Jebitok, justo antes de que sonara la campana, puso en peligro su integridad y el pase a semifinales. Rodó por la pista pero se levantó inmediatamente para lanzarse en una persecución épica porque acabó en victoria. 

Sin duda, Hassan gastó más de lo que quería para remontar, adelantando, entre otras, a la catalana Esther Guerrero, que se hundió en la recta de llegada y no pudo clasificarse. Su rendimiento en la final de 5.000 que se disputaba por la tarde-noche en Tokio era, pues, una incógnita tras el desgaste en la eliminatoria del 1.500.

Chaparrón táctico

Media hora después del chaparrón caído sobre la pista, que obligó a retrasar la final de disco y de salto con pértiga, 15 atletas tomaban la salida en la final de 5.000, con todos los focos puestos en la holandesa nacida en Adama, Etiopía. La primera incógnita a despejar era si su rendimiento se iba a resentir del esfuerzo realizado por la mañana. Siendo así, perdería la oportunidad de anotar su primer oro olímpico. Tenía además en carrera a la keniana Hellen Obiri y a la etíope Gudaf Tsegay, dos corredoras muy rápidas y acostumbradas a ganar en el tramo final. 

Como era previsible, nadie se atrevía a tirar más de la cuenta en las primeras vueltas, reservándose para llegar frescas al final. A partir del tercer kilómetro aparecieron las africanas y Obiri cambió de ritmo para tratar de desgastar a sus rivales. A falta de una vuelta, un grupo de siete africanas se había despegado del resto, pero Hassan seguía escondida y sin aparecer.

Para la holandesa, la carrera de verdad estaba a punto de empezar. Otro cambio y tomó la cabeza a falta de 200 metros. La keniana, rebasada, se fue a por su menuda rival, pero ésta volvió a acelerar en la recta final y entró en meta sola (14.36.79 minutos), con un segundo y medio de ventaja sobre Obiri y Tsegay. 

Mucho trabajo le queda aún a Hassan, aunque el primer título le va a proporcionar, sin duda, confianza en sus posibilidades. Afortunadamente, la final de 10.000 es directa y se celebra el próximo sábado tras, supuestamente, haber disputado la final de 1500 el viernes, si pasa con éxito la semifinal del próximo miércoles. Le quedan 24 horas para volver al tajo.