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CROACIA 3 - 5 ESPAÑA

España apela a la grandeza ante Croacia para llegar a la aristocracia europea

Estas son las claves del partido entre Croacia y España

La selección ofrece una lección de personalidad y valentía para superar el mayúsculo error de Unai Simón, convertido luego en una de las estrellas de la clasificación

Eurocopa: España vs Croacia, resumen del partido

Marcos López

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El pie de Unai. Y las manos de Simón. Sí, es el mismo. El zurdazo de Morata que levantó a España cuando estaba noqueada, salvada por ese portero vasco que se rebeló contra sí mismo. La infinita magia de Pedri, el niño que parece un anciano de la sabiduría que acumula. El orgullo de Croacia, enganchado a una bandera que llevó a la selección de Luis Enrique a una angustiosa prórroga, de la que salió viva con la grandeza que se le reclamaba para tirar la maldita puerta de los octavos de final. Se llevó por delante a la subcampeona del mundo en una tarde que figura ya en los libros de historia porque se coló con fútbol y orgullo entre los grandes equipos del continente.

Eurocopa: España vs Croacia, resumen del partido

Tuvo el inevitable aire de sufrimiento que le da un carácter épico a un partido irracional, terminando España tocando el balón en la segunda parte de la prórroga, al que solo le faltó ponerle su nombre a la pelota, con Unai y Simón, sí es el mismo, poniendo a prueba los desfibriladores demostrando una personalidad asombrosa. La misma de Luis Enrique, el seleccionador que guía con una firmeza a un grupo de jóvenes, liderados por Busquets, capaces de rubricar uno de los encuentros que se cuelan en la memoria de la gente porque resume todo lo que es este bendito deporte. Todos sabrán dónde estabas el día del 3-5 de España en el Parken de Copenhague. No podrán explicarlo, solo recordarlo. Hay cosas tan irracionales que escapan a cualquier argumento.

El error de Unai Simón

Drama, pasión, fútbol y, sobre todo, angustia porque hay goles en contra. Y goles que te perseguirán por los siglos de los siglos. Allí donde esté Unai Simón dentro de 20 años siempre habrá que le recordará lo que sucedió en una calurosa tarde veraniega del 2021. Un balón largo de Pedri, casi 50 metros, se convirtió en lo que parecía una condena definitiva del meta del Athletic. Y de la selección. Y de España, un equipo tan caritativo que regaló tres goles. ¡Sí, tres! En los dos primeros hubo responsabilidad de Koke, increíble error el suyo tras monumental pase de Pedri. Un pase que terminó en la papelera por el indecente remate del rojiblanco. Todavía faltaba el ya tradicional disparo a ningún lado de Morata, un ‘nueve’ que luce con el ‘siete’, peleado siempre con el gol. A ningún lado fue su cabezazo y eso que el delantero de la Juventus estaba a un metro de la línea de gol croata. Pues ni dirigió el balón hacia ese cercano objetivo. Más bien, todo lo contrario. Pareció ejercer más de central enviando la pelota al cuerpo de la defensa croata.

No imaginaba la piedosa España que esos dos dramáticos errores serían el prólogo de la tragedia simoniana, anticipo, por supuesto, de la redención. Esa jugada que permanecerá para siempre en la memoria de la España que tiene un catálogo de fatalidades que pasan de siglo en siglo. De Cardeñosa a Salinas. De Salinas a Zubi. De Zubi a Unai. Símbolo de esa desgracia histórica que persigue a una selección, solo interrumpida por ese paréntesis mágico de cuatro años (2008-2012). 

Ambiente croata

Caía el sol sobre el Parken de Copenhague, un estadio con aire británico porque el público se abalanza sobre el césped. Un estadio con alma croata ya que los aficionados españoles eran minoría, confundidos entre las camisetas de los aficionados que tienen en Modric al líder de un país. Caía el sol cuando Pedri con la rutina de quien da un paseo por su pueblo de Tegueste dio un pase largo hacia su portero. Tenso, fuerte y profundo. Demasiado tenso para el receptor, despistado como estaba.

Sin imaginar entonces el prodigio canario que esa pelota, caprichosa y juguetona ella, esquivó el tierno pie derecho de Unai Simón, que no calibró la dimensión de la burla que estaba a punto de protagonizar. Cuando se giró y la vio colarse, solitaria, mansa y dulcemente hacia su red, quiso evaporarse de Copenhague, huir de Dinamarca y no volver a pisar España hasta dentro de unos años. A Luis Enrique, sentado y derrotado en el banquillo, se le vio coger la botella de agua y taparse la frente, como si acompañara al joven cancerbero vasco (24 años) en esa huída hacia ningún lugar.

La pizarra de Luis Enrique

El técnico, valiente como acostumbra, metió mano en España desde la pizarra. Sacó a Gerard Moreno y apostó por Ferran Torres porque quería abrir el campo junto a Sarabia para tener espacio que le permitiera crear juego interior, mientras sentó a Jordi Alba, uno de los capitanes de la selección, para darle la banda izquierda a Gayá, el lateral zurdo del Valencia. Y la puesta en escena inicial de ‘La Roja’, que iba vestida de blanco, permitió alumbrar el camino de la esperanza.

Jugaba bien, moviendo con rapidez el balón, aprovechando la amplitud del campo y todo iba de maravilla hasta que… Hasta que Koke falló. Hasta que Morata ni remató a puerta. Y hasta que Unai, que no tiene ni tan siquiera la excusa del sol, quedó cegado. Otro no se habría levantado de ese caos, un ridículo europeo y mundial. Él, en cambio, continuó dando pases con el pie derecho, orgulloso y tranquilo, pese a todo. Y Luis Enrique, atento como De Gea (el colega le esperó al término de la primera mitad para acurrucarle y consolarle), festejaba ese atrevimiento del vasco, abroncado por miles de croatas. 

Pero el fútbol, un retrato de la vida, tiene también un aire poético, a veces hasta irreal. Tenía Laporta la pelota en el flanco izquierdo cuando giró hacia atrás y vio a Unai. No tembló el portero. Ni él ni su pie derecho. Esperó y aguardó. Esperó a que Croacia adelantara su posición. Aguardó a que el rival se sintiera tranquilo a casi 100 metros de su portería. ¡Ingenuos ellos! Y, de repente, otra acción simoniana. Pase tenso y preciso para que Azpilicueta iniciara la cabalgada de su vida, quebrando defensas, que iban cayendo a su paso, hasta que, tras 50 metros, detectó la mágica figura de Pedri, que dio continuidad a la jugada para que Ferran Torres, un extremo haciendo de extremo, asistiera al delantero. ¿Quién era? Pues, Azpilicueta. Lateral, extremo, volante, interior y nueve para firmar el 1-2, que nació en el delicado pie de Unai, un portero que también tuvo manos de acero cuando Gvardiol se asomó al salón de su casa pero se topó con él.

Partido irracional

Tuvo, además, la respuesta anímica digna de un gran equipo porque se sobrepuso a la torpeza del 1-0, aunque se enredó en los desastrosos minutos finales, donde España perdió el control de tal manera que permitió el contragolpe letal de Croacia para terminar en la prórroga. Un final surrealista para un partido surrealista porque ocurrieron tantas y tantas cosas malas para España que echó de menos el error de Dani Olmo (era el 1-4) cuando en el minuto 85 tenía el partido en la mano. Y los cuartos de final.

Esa incapacidad para gestionar el preciado botín que poseía le llevó a la agonía. Y ahí, en ese inhóspito territorio, sobrevivió por las manos de Unai, el zurdazo de Morata liberando todas las fantasmas que anidaron en su cuerpo durante semanas tumbado en el diván gracias a la generosidad de Dani Olmo, dueño de la asistencia del 3-4 y dueño de la asistencia del 3-5 a Oyárzabal.

En medio de un partido irracional, la España que no conectaba con su gente, rompió la puerta prohibida para llegar a los cuartos de final. Y Lucho era un tipo feliz, festejando el partido de su vida en el banquillo de La Roja. Su España no tenía gol. Pues ha marcado 10 tantos en dos partidos. Bienvenidos al absurdo partido que ha llevado a la selección a situarse en la aristocracia europea. Ya está entre los ocho mejores. Pero esa no es la gran victoria. Ni mucho menos. Es mucho más que un triunfo. Es la reconciliación con la selección.

FICHA DEL PARTIDO

Croacia: Livakovic (5), Juranovic (4), Vida (4), Calete-Car (4), Gvardiol (3), Brozovic (5), Modric (4), Kovacic (4), Vlasic (4), Petkovic (4) y Rebic (4).

Entrenador: Zlatko Dalic (4)

Cambios: Kramaric (5) por Petkovic (m. 46); Orsic (6) por Rebic m. 67); Brekalo (4) por Juranovic (m. 74); Budimir (5) por Kovaci (m. 79); Pasalic (7) Vlasic (m. 79); Ivanusec (s.c.) por Modric (m. 114)

España: Unai Simón (7), Azpilicueta (8), Èric García (6), Laporte (7), Gayà (7), Koke (6), Busquets (7), Pedri (7), Ferran Torres (8), Morata (8) y Sarabia (8).

Entrenador: Luis Enrique (8)

Cambios: Dani Olmo (7) por Sarabia (m. 71); Pau Torres (5) por Èric García (m. 71); Jordi Alba (6) por Gayà (m. 77); Fabián Ruiz (5) por Koke (m. 77); Oyárzabal (s.c.) por Ferran Torres (m. 87); Rodri (6) por Busquets (m. 101)

Goles: 1-0 Pedri, (p.p, m. 20); 1-1, Sarabia, (m. 38); 1-2, Azpilicueta (m. 57); 1-3, Ferran Torres (m. 77); 2-3, Orsic (m. 85); 3-3, Pasalic (m. 90 + 2); 3-4, Morata (m. 100); 3-5, Oyárzabal (m. 103) 

Árbitro: Cüneyt Çakir (6), turco

Tarjetas amarillas: Brozovic (m. 73); Caleta-Car (m. 84)

Estadio: Parken Stadium (Copenhague)